Tercera Parte
La triste verdad
Capitulo 1
***
J.:
Quedaste muda de la impresión.
C.: Pues sí, no puedo decir otra cosa, es…
J.:
La pura verdad, eso fue lo que paso.
C.: No duro mucho tiempo.
J.:
No, lamentablemente, lo bueno nunca dura mucho.
***
Me rendí, así de simple, no podía ni quería seguir
pensando en la apuesta. Decidí solo seguir con esto porque quería, allá Jet y
Gustavo si seguían con su juego, si él lo hacía pues tendría que asumir la responsabilidad,
si no, bueno, eso no lo sabía, lo único que podía hacer era asegurarme de los
sentimientos de Jet, saber en verdad lo que sentía por mí y luego decirle lo
que “yo” sabia y sentía, enfrentarlo y soportar cualquier cosa que pase.
Levante la cabeza cuando escuche el jadeo de mis
amigas, estábamos viendo a Jet en una de sus competencia de tenis, hacía frío y
no podía dejar de temblar.
Note que él tenía su mano en su vientre y una mueca de
dolor.
—Que, que me perdí—le pregunte a Anita, todos me miraron—
que—insistí.
—Jet recibió un golpe en su estómago con la pelota, no
alcanzo a esquivarla—dijo Tomas, hice una mueca.
—El tipo lo hico a propósito—soltó Liz a su lado antes
de estornudar, Tomas sonrió y le paso su brazo por su hombro, ella lo miro y sonrió.
—Dejo de mirar un segundo y pasa esto—me queje, Jet
camino a un lado de la cancha y hablo con el árbitro, este asintió.
—2 minutos de descanso—dijo este.
Tuve deseos de caminar hasta él y ver si estaba bien,
pero sabía que no sería muy adecuado que me metiera a la cancha así que solo me
conforme con verlo sentarse y hablar con su entrenador.
Regresaron al juego al poco tiempo, no le tomo mucho a
Jet ganar. Lo vi doblemente concentrado, como si quisiera terminar lo antes
posible. Me preocupe por él, probablemente se había lesionado y solo quería
acabar con esto.
Todos aplaudimos al acabar el juego, rodeamos la
cancha y llegamos cerca de él. Me miro y sonrió.
—Felicidades amigo—dijo Tomas—dos juegos más y ganaras
el torneo—el asintió.
Cuando llegue a su lado, metió su mano en mi cabello y
me beso, intente acercarme pero me lo impidió.
—Apesto—murmuro, me reí.
—¿Estás bien?—pregunte, dudo un segundo y arrugue mi
frente.
—No fue nada.
—Seguro—dijo Rodrigo y lo golpeo suavemente en su
vientre, Jet se quejó un segundo.
—Oye—lo regañe, él se encogió un poco sonriendo.
—Mejor iré a bañarme—dijo Jet.
Asentí y todos nos movimos hacia los camerinos.
Mis amigas y yo esperamos fuera, Tomas también lo
hizo, solo para quedarse con Liz, al mirarla sonreí. Hacia una semana que
estaban juntos y desde entonces apenas se separaban.
—No puede ser—dijeron detrás de nosotros, voltee mis
ojos, podía reconocer esa voz en cualquier parte.
—Hola, Barbie—dije y me gire, todos nos miraron, Tomas
volteo sus ojos.
—Y que hacen ustedes aquí.
—Admiraron los olores que salen de este lugar—dijo
Maly sin mirarla y apuntando al camerinos de chicas, todos nos reímos.
—Sí, es lo único que pueden hacer, admirar—dijo ella
sonriendo, alce una ceja, ella miro a Tomas—como has estado Tomas.
—Bastante bien—dijo él mirando a Liz, mi amiga sonrió.
—Me pregunto qué les pasara a ustedes—él alzo una
ceja—con esto de salir con las…
—Guárdate tus comentarios para ti—dijo Jet saliendo
del camerino, se acercó a mí y tomo mi mano, miro a Barbie y este alzo una
ceja.
—Como sea—dijo alejándose de nosotros.
—Barbie otra vez—pregunto Rodrigo, Jet asintió y llevo
su mano a su vientre distraído.
—Te acompaño a tu casa—le dije, me miró.
—Y quien te acompañara a la tuya—negué.
—Eso no es problema—toque su vientre, se quejó—vamos.
Todos se rieron.
—Te ganaron amigo—dijo Tomas, Jet soltó un bufido pero
me siguió.
Nos despedimos de nuestros amigos y llegamos a su
casa, salude a su madre y hermano y nos fuimos a su habitación. Él dejo su
bolso en un rincón y se acostó en la cama, me senté a su lado, tenía los ojos
cerrados.
—¿Te duele?—le pregunte y me miró.
—Pasara, no es la primera vez que me golpean con una
pelota—sonrió suavemente.
—Espera—le dije y me moví hacia la puerta.
—¿Dónde vas?—pregunto, le sonreí.
—Regreso enseguida.
Llegue a la cocina y vi a la señora Ester preparando
la comida, al verme sonrió.
—¿Qué pasa?
—Necesito hielo—arrugó su frente—Jet se lastimo
durante el juego.
—Una pelota—dijo, asentí y negó suavemente—mejor te
daré esto.
Se acercó al refrigerador y saco una compresa fría, me
la dio.
—Y—murmuró—esto, un antinflamatorio.
—Llevare un vaso de agua—asintió.
—Hay jugo en el refrigerador.
—Gracias.
—Toma esto también.
Regrese al cuarto de Jet con un vaso de jugo, un
medicamento, una compresa y una tarta de chocolate. Él, al verme llena de
cosas, alzo una ceja.
Deje todo en la mesita de noche y me senté.
—¿Hambre?—pregunto él, sonreí.
—Tu madre—volteo sus ojos y volvió a recostarse.
—Toma esto—le dije, puse la pastilla en su mano y le
mostré el vaso de jugo, la miro un segundo y luego la trago, bebió un poco—ni
siquiera quieres saber que era—sonrió.
—Por qué, es algo malo.
—Claro que no.
—Lo sabía, confió en ti—eso me hizo sonreír.
Tome la compresa y levante su camiseta oscura, el solo
me observo. Miré la mancha purpura que se estaba formando debajo de sus
costillas. Pase mis dedos por su alrededor suavemente. Lo miré cuando su
vientre se contrajo pero no dijo nada.
Sonriendo tome la compresa y la puse encima, se quejó
un segundo, baje su camiseta y comencé a comer, el abrió la boca y le di.
Al acabar observe la hora, no era demasiado tarde,
todavía podía quedarme un poco.
Él suspiro y lo miré, luego me acosté a su lado y
apoye mi cabeza en su pecho con cuidado, me abrazo.
Lo sentí quedarse dormido y suspire.
Adoraba estos momentos de tranquilidad con él, claro,
como muchos otros, pero los mejores eran cuando solo estábamos así, tranquilos.
Media hora más tarde me levante un poco, él se movió
inquieto y me abrazo con más fuerza.
—Quédate—murmuró, sonreí.
—No puedo, es tarde—él se quejó y movió su rostro en
mi dirección, abrió los ojos, aun parecía dormido. Le sonreí y me acerque a él
para besarlo, no se movió, solo me dejo hacer.
Esta vez yo lo bese, lentamente, como si tuviera toda
la noche para hacerlo. Al alejarme suspiro.
—Descansa, mañana tienes otra competencia—él se movió
un poco y miro alrededor, luego a mí.
—Creo que aún estoy dormido—sonreí y me puse de pie,
se sentó.
—Descansa—le dije.
—No quieres que te acompañe—negué y sonreí al ver que
fruncía el ceño, lo bese.
—Prefiero que descanses—él sonrió y negó.
—Yo prefiero acompañarte.
Y así lo hizo, hasta la parada del autobús, quedándose
conmigo hasta que subía a un autobús y me despedí con la mano.
***
Una
vez más, pensé, un punto más y ganaba.
Apreté
el mango de la raqueta y me incline levemente mi cuerpo, no perdí de vista a mi
oponente, mi último oponente.
—No
pienses tanto—recordé la voz de Cindy de repente y me tense—si lo piensas
demasiado perderás la oportunidad, solo hazlo.
Sonreí
suavemente y mi oponente arrugo su frente. El realizo su saque, pude determinar
la trayectoria de la pelota, me moví en su dirección y golpee con fuerza, la
observe. Él no fue capaz de contestarla.
—Punto—dijo
el árbitro y respire.
Luego
escuche el grito de los chicos a mí alrededor.
—Set
y juego para Farraguer—continuo el árbitro, sonreí.
Me
acerque a la mitad de la cancha y le di la mano a mi contrincante, luego al
árbitro y por ultimo al entrenador que además me golpeo la espalda
felicitándome.
Salí
de la cancha y recibí varias felicitaciones, compañeros del equipo, compañeros
de la escuela, algunos profesores e incluso Barbie estaba ahí, al verme sonrió
y se acercó, me detuve a un metro.
—Felicidades—dijo,
alce una ceja.
—Gracias.
—Podríamos…
—
Hey—dijo una voz detrás mío y me gire sonriendo, y de paso olvidándome
completamente de Barbie.
Cindy
me abrazo y reí.
—Felicidades
—me dijo al oído, apreté su cintura un segundo y la miré.
—Gracias
—justo cuando iba a besarla alguien me golpeo la espalda.
—Hey,
amigo, bien hecho —Tomas, todos los demás aparecieron.
—¿Y
qué vamos a hacer para celebrar? —preguntó Rodrigo.
—Pizza
—dijo Anita, la miramos —hace tiempo que no comemos.
—Bien
—dijo Rodrigo —hagamos eso.
—Pero
primero déjenme cambiarme de ropa —dije, todos asintieron.
Le
di un beso a Cindy y me aleje de todos.
Luego
de ducharme y mientras me cambiaba ropa Gustavo apareció, alcé una ceja cuando
se apoyó en uno de los pilares.
—¿Qué
pasa?
—¿Cómo
vas con la apuesta?
Arrugue
mi frente, no había pensado mucho en eso, a decir verdad ni siquiera me
importaba, abrí mi boca para decírselo pero la cerré al ver que sonreía.
—Bien
—solté sin pensar —bastante bien, no lo vez.
Él
se encogió de hombros y miro alrededor.
—Queda
menos de un mes de clases y luego el baile —me examino —o te estás
arrepintiendo.
—Que,
crees que ya ganaste.
—Eso
significa que yo lo hiciste —cerré mi boca y termine de vestirme, él me siguió
hacia la puerta —entendería si no.
Me
detuvé al lado de la salida.
—Qué
demonios significa eso —él sonrió.
—Que
no cualquiera se acostaría con…—cerró la boca de repente, probablemente debido
a la expresión de mi rostro y que lo había agarrado de su camisa.
—Termina
la frase—lo reté, él entrecerró los ojos y me alejo de él con un empujón.
—Pero
no lo has hecho, eso se debe a algo —le di la espalda.
—No
tengo por qué decirte algo —lo miré —no se supone que tengo hasta la fiesta.
—Claro
—se rio y detesté el sonido —entonces hasta la fiesta, quiero un informe con
lujo de detalles—abrió la puerta y me miro —o mejor no —arrugó su nariz —preferiría
que omitieras detalles.
Escuchamos
un ruido fuera y fuimos a ver, no había nadie, miré a Gustavo unos segundos.
—Sabes
—me miró —no voy a seguir con la apuesta, me retiro, si quieres di que ganaste,
pero esto se acabó.
Él
alzo una ceja y me estudio.
—¿Alguna
duda? —pregunté.
—Ninguna
—sonrió con prepotencia —sabía que no podrías—le devolví la sonrisa.
—Quien
sabe —me encogí de hombros —no es algo que vayas a saber, pero gracias —arrugó
su frente.
—¿Por
qué?
—Porque
gracias a esto conocía a Cindy, oye, si no hubiéramos hecho la apuesta quizás
habría regresado con Barbie —me estremecí —otra cosa que agradecer.
Cuando
regrese con mis amigos ellos hablaban de la salida, miré a Cindy y noté que se
había puesto su chaqueta, hablaba animadamente con Liz, sonreí y llegue a su
lado.
—Vamos
—le dije, ella dejó de hablar en seguida y me miró.
Pero
que, pensé, sonrió suavemente.
—Claro,
vamos —dijo ella y la seguí.
Que
fue eso, por un segundo creí que me miraba como si yo le molestara, negué y
olvide el asunto, debía ser solo mi imaginación.
En
el restaurant pedimos varios tipos de pizza, me senté al lado de Cindy, ella
hablaba con sus amigas, me encogí de hombros y hable con los demás. Nos
quedamos un rato en el lugar, era la última vez que podríamos reunirnos todos
por simple gusto, la próxima semana comenzaban los exámenes finales, nadie
tendría tiempo libre y menos yo si quería mantener mi promedio.
Cuando
estábamos por irnos me acerque a Cindy.
—Vas
a mi casa un rato —le pregunté, me miró y arrugó su frente.
—No
podría quedarme mucho tiempo, solo unos minutos, quizás otro día —mis hombros
cayeron, sabía que tenía razón.
—Sigo
esperando que algún día te quedes a dormir —ella entrecerró los ojos —¿no te
parece buena idea? —pregunté.
—Es
poco probable que pase eso.
—Lo
sé —sonreí con picardía—aun así seguiré esperando —ella volteo sus ojos.
—Ya
vámonos —dijo Tomas —están cerrando y somos los únicos aquí.
Acompañe
a Cindy a que tomara el bus luego de despedirnos de los demás, todos, incluso
Maly y Gustavo se fueron en parejas, eso me sorprendió.
—Vendrás
a mi casa mañana —le pregunte mientras esperábamos, me miró.
—No
puedo, tengo mucho trabajo en el establo.
—Ya
veo —murmuré.
—Ya
debo irme —la oí decir suavemente.
El
bus paro frente a nosotros y abrió sus puertas.
—Nos
vemos —murmuró y sorprendido vi como subía sin decir nada más.
Observe
el bus doblar en una esquina y me quede parado unos minutos en el mismo lugar.
¿Qué pasa aquí? me pregunte.
Luego
de unos segundos regresé a mi casa. En mi habitación tomé mi celular y esperé. Sabia
cuanto tiempo le tomaba llegar a su casa, siempre me llamaba para decirme que
había llegado bien, yo también lo hacía cuando salía tarde de la suya, pero
esta vez esperé, y esperé, y esperé. Cuando era demasiado tarde me preocupe
seriamente.
Pensé
en llamarla pero dude así que solo mande un mensaje preguntándole:
¿Estás
bien? ¿Cómo llegaste a tu casa?, J.
A
los minutos me respondió:
Estoy bien, apenas llegue a mi casa me acosté y me
quede dormida. C.
Suspire y me recosté, no había pasado nada.
Lamento
despertarte, me preocupe un poco. J.
Olvide llamarte. C.
Miré
el celular, desde cuando ella era tan cortante.
Tu
padre te regaño. J.
No. C.
Arrugue
mi frente.
Y
por qué estas molesta. J.
¿Qué te hace pensar que lo estoy? C.
No
lo sé, solo lo siento. J.
Pues sientes mal. C.
Voltee
mis ojos.
¿Quieres
que te deje en paz? J.
Sí. C.
Me
dejo con la boca abierta.
Por ahora. C.
Gracias,
es bueno saberlo. J.
Basta. C.
Y
si no que. J.
Tomare represalias. C.
Me
reír suavemente.
¿Cómo
cuáles? J.
Ya verás. C.
Está
bien, buenas noches. J.
Buenas noches. C.
Si
tomo represalias. A las 5 de la mañana me envió una serie de mensajes, todos
cada 10 minutos, hasta que fueron las 6, su juego me relajo, volvía a ser la de
siempre.
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