Segunda Parte
Yo tengo control
Capitulo 6
***
J.:
Eso me dejo mudo de la impresión.
C.: A mi igual, no lo esperaba.
J.:
Tampoco yo sinceramente, aunque fue agradable.
C.: Mejor continúo.
J.:
Espera, ahora es mi turno, no eres la única que no puede mantener su boca
cerrada.
C.: Adelante, todo tuyo.
***
No
habían pasado ni dos minutos luego de llegar a mi casa cuando tome mi teléfono.
—Que—contesto
una voz adormecida.
—Estas
durmiendo—dije y miré el reloj en mi mesita, eran las 11 de la noche.
—Hay
gente que se acuesta temprano—dijo Tomas y se quejó—yo no tengo novia que me mantenga
despierto.
—Por
ahora—le dije al recordar a Liz, al parecer le estaba comenzando a gustar.
—Quien
sabe—dijo—a que se debe tan grata sorpresa.
—No
me lo vas a creer—dije rápidamente.
—
¿Qué pasa?
—Es
Cindy—dejo de respirar por un segundo.
—Descubrió
la verdad—mi estómago se contrajo al oír eso.
—Claro
que no—solté.
—Entonces.
—Me
dijo que me ama—silencio—Tomas.
—Y
eso es…—que, no lo veía.
—No
entiendes lo que pasa.
—No
se supone que quieres eso, que este enamorada de ti, no es la idea, ahora dime
cual es el problema.
—No
lo sé—me queje—no logro olvidarlo, tengo una maldita y extraña sensación dentro
de mí.
—Ho
diablos—dijo él—no me digas que tu…
—No—dije
enseguida imaginando lo que pensaba—solo no puedo olvidarlo.
—Quizás
es el remordimiento.
—Y
desde cuando yo tengo remordimiento.
—No
pretendas ser conmigo un tipo duro y toda esa mierda, te conozco desde el
jardín de niños—voltee mis ojos—eres una buena persona, aunque te moleste.
—Aggg—me
queje al oírlo—si fuera una buena persona no habría hecho esa apuesta.
—Lo
sé—nos quedamos callados.
—¿Que
se supone que haga?
—Si
quieres acostarte con ella lo sabes, si te comportas como es debido también lo
sabes y si te gusta de verdad puedes decirle lo que sientes—me queje.
—Ninguna
otra idea.
—No,
solo tienes esas tres, aunque la última es la mejor, creo.
—Sí,
claro.
—En
verdad no sientes nada por ella—arrugue mi frente.
—Ese
es el problema—le dije despacio, pase mi mano por mi cabello—no sé lo que
siento, pero tampoco quiero terminar con ella, o con todo esto, o hacerle daño,
tengo un maldito enredo de pensamientos, que casi me dan dolor de cabeza.
—Jet—dijo
el serio, o rayos, odiaba cuando se ponía serio, era como mi maldita
conciencia—aunque tú lo niegues, todo lo que quieras, yo sé que esto va más
allá de una apuesta, estoy casi seguro que sientes algo por ella.
—
¿Por qué crees eso?—pregunte irritado por sus palabras, aunque lo negara sabía
que era verdad.
—Por
como la miras cuando ella no te mira, o cuando crees que nadie te mira a
ti—arrugue mi frente—tiene una expresión
de lo más divertida.
—Que
gracioso, no—dije molesto, suspiró.
—No
bromeo—dijo él.
—Lo
sé, lo sé.
En
la escuela.
—Una
semana—repetí mirando a Maly.
Estábamos
en el patio de la escuela, sentados en una banca. Note que ahora ya no nos
miraban tanto, al principio muchos se sorprendieron de vernos sentados con “Las
Microbios”.
Liz
suspiro, estaba sentada al lado de Tomas.
—Su
abuela enfermo, ella vive en el norte, a varias horas de viaje—me miró—Cindy
fue con ella para ayudarle ya que vive sola.
—Debió
haberme llamado—dije.
—Quizás
lo haga en la tarde—comentó Anita—me llamo en la mañana para decírmelo, apenas
se había enterado y estaba saliendo de su casa.
—Entiendo—dije
pero me pregunte por qué no me había llamado a mí.
Miré
alrededor como si ella fuera a aparecer, sabía que no era así y eso me hacía
sentir decepcionado.
—Ahí
está Barbie—dijo Maly y suspiro.
Miré
en la dirección para ver a la chica de pie con sus amigas a unos metros de
nosotros, me pregunte que sentiría ahora al estar en otra mesa diferente,
siempre nos habíamos sentado en la misma mesa, hoy en día ni siquiera nos
dirigíamos la palabra, pero ahora me sentía mejor que antes.
—Ha
vuelto a molestar a Cindy—les pregunte a las chicas, se miraron entre si—lo ha
hecho—asegure y mis hombros cayeron, ella no me había dicho nada, esa chica.
—No
como la otra vez—dijo Liz—solo comentarios molestosos cuando pasamos cerca de
ella.
—Nada
que valga la pena—dijo Anita.
Ellas
comenzaron a hablar de otras cosas, miré a Barbie un segundo, ella miro en mi
dirección y alzo una ceja. La ignore y me concentre en el libro que tenía que
leer para literatura.
Mi
teléfono sonó a eso de las 10 de la
noche, estaba recostado sobre mi cama sin camiseta a punto de quedarme dormido,
lo tome y sonreí, Cindy.
—Estoy
molesto contigo—dije enseguida.
—Y
eso a que se debe—dijo ella, se oía cansada.
—
¿Estas bien?—le pregunte.
—Si—dijo—pero
dime por qué estas molesto conmigo.
—Te
fuiste sin decirme nada, me hubiera gustado enterarme por ti que por tus
amigas.
—Por
eso te llamo ahora, para decírtelo, no pensé que te molestaría.
—Claro,
por qué ha de molestarme que mi novia se vaya una semana—la oír reír
suavemente—no es gracioso—le dije, aunque también sonreía, bostezo—te oyes muy
cansada.
—Lo
estoy—murmuró—como estuvo tu día.
—Aburrido
sin ti, cuando regresaras.
—No
lo sé, creo que dentro de una semana pero no estoy segura, depende de lo que
tarde mi abuela en recuperarse.
—Está
bien, que le paso.
—Nada
grave, solo se le agravo un resfriado y tienen que pasar varios días en cama,
es una mujer muy testaruda.
—Ya
sé a quién te pareces.
—Mm—dijo
ella—puedes creer que aquí durante el día hace un calor horrible pero la noche
es todo lo contrario, tengo frio.
—Me
gustaría estar ahí contigo, calentaría tu cama—se rio suavemente.
—No
solo mi cama—murmuro y cerré los ojos al imaginarlo, ambos muy juntos en una
cama, piel contra piel, suspire y trate de pensar en otra cosa, me era casi
imposible.
—Estas
tentándome—dije en voz baja.
—Tu
comenzaste—suspiro.
—Creo
que es mejor que cuelgue, debes descansar, no quiero que termines tu enferma.
—Mm—se
quejó—sé que tienes razón pero no quiero, háblame sobre algo, cualquier
cosa—sonreí.
—Como
de nuestra cita para el cine cancelada—recordé.
—Lo
siento—dijo suavemente, al parecer se estaba quedando dormida, me pregunte como
seria dormida, como se vería, arrugue mi frente ante ese pensamiento.
—Podemos
dejarlo para otro día, debes colgar cariño, creo que te estás quedando dormida.
—Aguafiestas—murmuró,
me reí—está bien.
—Descansa—le
dije.
—Igual
tú.
Colgué
y observé el teléfono unos segundos, me reí suavemente. Ella no había dicho
nada sobre el domingo y su declaración, y que esperaba, que lo dijera de nuevo,
hice una mueca al descubrir que parte de mí si lo quería.
No
solo estuvo fuera una semana, si no 10 días. La echaba de menos como a nadie,
me había acostumbrado a verla todos los días. Echaba de menos su risa, el
estudiar con ella, su voz, el besarla y tocarla, me sentía como si una gran
parte de mí se hubiera ido con ella, tenía un vacío en el pecho que me hacía
sentir incomodo gran parte del día, esto solo disminuía cuando hablaba con ella
por teléfono y si ella no me llamaba lo hacía yo. Me descubrí mirando la hora
en mi cama todos las noches, solo esperaba hasta las diez y media para llamarla,
y no solo eso, era yo quien la llamaba casi siempre.
El
último día me llamó ella para decirme que regresaba el día miércoles y que iría
el jueves a la escuela, yo le dije que teníamos que recuperar las horas de
estudio y que lo haríamos en mi casa como siempre, acepto. Ambos sabíamos que
no íbamos a estudiar ni nada, solo la quería para mí, un momento a solas.
Cuando
la vi el día jueves en la mañana, en clases de matemáticas, su piel estaba un
poco más morena de lo normal, un cambio sutil que fui capaz de notar enseguida,
ella me sonrió y esa incomoda sensación que mantenía dentro de mi desapareció
en seguida, en ese mismo momento lo supe, sentí mi rostro tensarse y la vi
arrugar su frente.
—Mierda—murmure
y miré al frente de la clase, sentí a Tomas mirarme pero solo mantuve mí vista
en el pizarrón, estaba demasiado sorprendido para decir algo.
No
podía ser posible, eso era lo que sentía, por eso me había sentido tan vacío y
solo toda esa semana y más, por eso al verla mi cuerpo se relajó un segundo y
al siguiente se llenó de deseo, necesidad, alegría, cariño… amor.
Estaba
enamorado, está enamorado de Cindy, estaba enamorado de una de “Las Microbios”.
Apreté el puño bajo la mesa, intente sentirse molesto pero no pude, solo sentí
que me había quitado un peso de encima.
Pasé
todo el día pensando en lo que había descubierto y cuando llego la hora de irse
a casa, tuve por un solo segundo el impulso de irme solo, me arrepentí en
seguida.
Me
encontré con Cindy en su casillero, estaba sola, todos nuestros amigos se
habían ido rápidamente de la escuela. Llegue cerca de ella y levantó la vista,
sonrió.
—Hola…—logro
decir, pero la calle con un beso, la atraje hacia mí y ella apoyo sus manos en
mi pecho, me agarro de la camisa, no para alejarme, si no para mantenerme ahí.
No
habían pasado ni 5 segundos cuando nos interrumpieron.
—Chicos—dijo
un voz seria a nuestro lado y nos alejamos, ambos miramos al profesor de
matemáticas—están en la escuela, deben comportarse.
—Sí,
lo siento profesor—dijo Cindy llevándose una mano a la boca—no volverá a pasar.
Ella
me tomo de la mano y la apretó un segundo.
—Lo
lamento—dije, aunque no era verdad, el hombre alzo una ceja y se fue.
—Adolecentes—le
oí murmurar.
Cindy
se rio a mi lado y la imite.
—Lamento
que nos descubrieran.
—Yo
igual—dijo ella, cerro tu taquilla y tomo su bolso—vamos.
Llegamos
a mi casa en pocos minutos, observe una nota en un mueble.
—Estamos
solos—le dije a ella, me miro—mi madre salió por un trabajo y se llevó a
Aníbal.
—Ya
veo.
—Vamos
arriba.
Caminamos
a mi habitación tomados de la mano, en ella Cindy dejo su mochila en una silla,
yo en la cama, la vi girarse en mi dirección, caminar hasta mí sonriendo. Mi
corazón aumento sus latidos, mis manos picaron por tocarla y cuando llego a mi
lado, cuando me abrazo por mi cuello y beso, solo pude responderle con la misma
intensidad y más.
Este
beso me sabia tan diferente, tan dulce, agradable.
La
afirme de la cintura y la empuje a la cama, ambos caímos sobre ella pero no nos
detuvimos, seguí besándola intensamente hasta que disminuimos el ritmo,
besándonos más suavemente, más lentamente, disfrutándolo mejor. Baje por su
cuello y llegue a su hombro para empujar un poco su camiseta. Ella acaricio mi
rostro con sus dedos y yo tome su mano, entrelace sus dedos con los míos y la lleve
sobre su cabeza, seguí besándola sin soltarla y me apoye un poco en la cama,
para que no soportara mi peso.
—Se
siente… un poco diferente—susurró, la miré y la bese.
—Lo
es—dije y me estremecí al sentir sus dedos en mi cuello, con delicadeza, como
si me fuera a romper.
—
¿Por qué?—preguntó, su aliento haciendo cosquillas en mi oído.
Bese
la piel debajo de su oído y le susurre.
—Te
extrañe—se estremeció haciéndome sonreír—mucho.
—Te
debo muchas horas de esto—dijo, me reí suavemente.
—Muchas,
muchas—le asegure—incluso vamos a tener que disminuir las horas de estudio para
ponernos al día—se rio suavemente.
—Tengo
mis dudas con eso—la miré—se acercan los exámenes, la competencia de tenis,
podemos guardar esta horas para después—suspire y me apoye en ella, con mi
cabeza en la curva de su cuello, ella acaricio mi cabello suavemente—tan malo
suena.
—Son
muchas horas, quizás semanas—soltó una carcajada, su pecho se sacudió bajo de
mí.
—Semanas—repitió,
asentí, miré hacia abajo, la piel que se veía de su vientre plano, libere mis
dedos de los suyos y la toque. Su vientre se contrajo un poco al sentirme pero
no me detuvo. Con la punta de mis dedos hice un círculo alrededor de su
ombligo, luego apoye toda mi palma en ella y la acaricie con el pulgar,
lentamente. Cerré los ojos y solo me quede ahí.
Ella
acaricio mi brazo, mi cabello, era relajante, adormecedor.
—Espera—dijo
y me alejo, la vi sentarse en mi cama, tomar mi reloj despertador y cambiar la
hora, lo dejo en la mesa, volvió a acostarse y me trajo hacia ella, la miré
curioso—por si acaso nos quedamos dormidos—me reí suavemente y regrese a mi
lugar entre sus brazos.
Volví
a cerrar los ojos y ella a acariciarme, el adormecimiento regreso. La atraje
más hacia mí, abrazándola y poniendo una de mis piernas sobre las de ella. No
quería dormirme y desperdiciar mi tiempo con ella, pero tampoco quería moverme.
—Como
está tu abuela—le pregunte para distraerme.
—Mejor,
le tomo más tiempo recuperarse, pero ya era capaz de hacer todo sola.
—Vive
sola.
—Si—dijo—
mi abuelo murió hace unos años, mi padre ha intentado convencerla que viva con
nosotros pero no quiere, le gusta su independencia.
—A
quien no—murmure.
Moví
mi pulgar por su vientre, ella se revolvió suavemente bajo mío.
—Me
haces cosquillas—dijo, detuvo mi mano con la suya y sonreí.
—Esto—dije
moviendo mis dedos.
—Basta—se
quejó he intento mover mi mano, pero era más fuerte que ella y no me detuve.
Comenzó
a reírse y revolverse, yo continúe haciéndole cosquillas. Quiso empujarme pero
se lo impedí afirmándola con mi cuerpo, comencé a reírme con ella sin saber el
porqué, pero el solo hecho de escucharla reír provocaba esa misma reacción en
mí.
Ella
puso una de sus manos en mi espalda mientras se reía y la arrastro hacia abajo,
me estremecí sin querer y ella se detuvo, la miré. Tenía los ojos
entrecerrados, como si pensara en algo importante, de repente sonrió con
malicia y arrugue mi frente, no alcance a alejarme de ella cuando supe lo que
iba a hacer, ella volvió a arrastrar su mano por mi espalda y descubrió, al
igual que yo, que eso me provocaba cosquillas.
Ahora
era yo el que se revolvía riéndose con ganas, ella me atrapo con sus piernas
para impedir que me alejara, sus manos me atacaron por todos lados, cuando
logre recuperarme un poco las tome y lleve sobre su cabeza.
Al
cabo de un minuto respirábamos agitadamente, yo aún sobre ella, afirmando sus
manos, ella rodeándome la cintura con sus piernas. La miré y libere sus manos,
no las bajo. Ella bajo un poco sus piernas hasta apoyarlas en la cama, fue todo
el movimiento que hicimos, luego solo nos miramos a los ojos, yo temiendo
moverme, quizás ella pensando como yo.
Por
puro instinto me acerque a ella un poco y apenas la bese, cuando me aleje su
rostro siguió al mío y sonreí, regrese a ella para besarla más profundamente,
no demasiado, solo lo suficiente para sentir sus labios junto a los míos.
Sentí
sus manos en mi rostro, acariciando, yo moví las mías por su cintura, su cadera
y volví a subir.
No
podía seguir haciendo esto, no aquí, en la casa de mi madre. Por qué no,
pregunto mi cabeza, lo has hecho antes, cuantas veces Barbie había estado aquí,
haciendo más cosas que solo besarnos, pero ella no es Barbie, a ella la amaba.
Alce
la cabeza al pensarlo, ella me miro confundida y sonreí.
—Te
amo—le dije, abrió la boca por un segundo y luego la cerró, me miro como si me
examinara. Al cabo de unos segundos su sonrisa regreso suavemente y al observar
sus ojos vi lo mismo que yo sentía.
—Yo
también te amo.
Me
reí con ganas y la bese, ella me imito y me abrazo por el cuello.
—Hijo—dijo
mi madre apareciendo por la puerta, nos congelamos—ho Dios—la oí decir antes de
regresar al pasillo.
—Ho
no—murmuro Cindy y me puse de pie, se había sonrojado completamente, me miro,
tenía una expresión entre avergonzada y preocupada, me acerque a ella.
—No
es nada.
—Nada—dijo—tu
madre nos vio…—apunto la cama sin terminar la frase, sonreí.
—Que—me
miro—besándonos, acariciándonos, no hay nada de malo en eso—ella gimió.
—Cómo
puedes decir eso, cuantas veces te han atrapado—lo pensé.
—Nunca—dije,
increíble, la primera vez y era con ella.
—Quizás
debería hablar con ella—dijo, negué.
—No
te preocupes, en verdad no es nada—arrugo su frente—iré a ver que quiere.
Ella
suspiro y asintió, antes de salir volví a besarla, sonrió. Cuando regresé
estaba sentada delante de mi escritorio, había sacado sus cuadernos y supe lo
que significaba.
—No—me
queje y dejo de observar la fotografía que tenia de ella, me miro.
—Ven
aquí—dijo, apunto la silla y me volví a quejar—trabajemos.
Suspirando
pesadamente lo hice, ella solo se rio de mi unos segundos.
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