viernes, 11 de abril de 2014

La pasión de Anais. Cuarta parte, Capítulo 7.



Cuarta parte
Capítulo 7

Anais despertó con una extraña idea, y un dolor d cabeza horrible.
Se sentó en la cama y observó alrededor, aún era de día. Caminó hacia la ventana y observó que recién estaba amaneciendo.
Sí que he dormido, pensó.
Luego se movió al baño y al verse en un espejo hizo una mueca. Su nariz estaba hinchada y morada, como rayos ninguno de los dos le dijo que parecía un payaso. Suspiró y se lavó la cara.
—La puerta se apaga luego de que traen una mujer inconsciente —murmuró y observó el agua en sus manos —la puerta se apaga luego de que alguien inconsciente las atraviesa, alguien que no quiere estar aquí, todavía.
Se enderezo de un golpe y se mareo.
—Una mujer inconsciente —soltó, luego arrugó su frente —pero eso es muy obvio.
Se alejó del baño y fue a su ropero para cambiarse. Como alguien no iba a notar que solo pasaba en esos momentos, no podía ser. Y si era.

Ella observó a todos lados, tenía que averiguar eso.
Bajo rápidamente las escaleras, se detuvo en la sala al ver a Jeremy dormido sobre el sofá, aún usaba la ropa del día anterior. Sí que debía estar cansado, pensó. Luego subió al segundo piso y llegó a la habitación de Gabriel, él estaba echado sobre su cama, igual de dormido que Jeremy.
Hizo une mueca y bajó a la cocina, se detuvo al ver por la ventana. Alguien había estado limpiando su laboratorio, abrió y cerró la boca al saber quiénes habían sido. Y por el estado en que estaban parecía que habían pasado todo el día limpiándola.
Ella observó el piso mientras sentía que los ojos se le llenaban de lágrimas.
Solo paramecio allí unos segundo hasta que supo que debía hablar con Fara. Tomó su teléfono y salió de la casa para hablar.
—¿Si? —preguntó la mujer enseguida.
—Hola —saludo Anais.
—Hola, ¿qué pasa? —Anais arrugó su frente al oír su tono cansado.
—¿Estas en el laboratorio?
—Sí, trabajo desde temprano, ¿por qué?
—Te tengo una pregunta.
—Anais —le dijo ella como si quisiera apresurarla.
—Espera, solo es un minuto —tomó aire—dime, la puerta solo se apaga cuando los soldados ingresan con una mujer inconsciente, cierto.
—Sí.
—¿Qué pasa cuando ellos la atraviesan solos?
—Nada, sigue funcionando.
—Alguna vez ha pasado una mujer despierta a través de ellas.
—Sí, a donde quieres llegar.
—Creo que las puertas se apagan cuando alguien incontinente las atraviesa, es como si no les gustara que hicieran eso.
—Anais, la puerta es una máquina, no un ser, no le gusta o le disgusta nada.
Ella volteo sus ojos.
—Se eso, pero aquí, en este mundo, cualquier cosa me parce posible —en verdad lo creía.
Ambas se quedaron calladas hasta que Fara soltó como si nada.
—Tendríamos que probar esa teoría.
Se emocionó enseguida.
—Me gustaría ver eso.
—Puedo hacerlo ahora, por qué no vienes —ella dudó y observó la casa.
—¿Debe ser justo ahora? —preguntó.
—Lo haré estés o no presente, es cosa tuya —como sintió que iba a colgar la detuvo.
—No, está bien —tomó aire al saber que iba a hacer algo malo —voy para allá, espérame.
—Bien —Fara colgó.
Anais volvió a tomar aire y regresó a la casa en completo silencio. Observó a Jeremy dormido profundamente y dudó. Podía despertarlo, lo sabía, pero si lo hacia él no la dejaría salir, y era lo mismo con Gabriel.
—Lo siento —le susurró —pero debo hacer esto.

Ella tomó un papel y luego de dejar una nota explicando donde iba y lo que iba a hacer salió de la casa, subió a un automóvil y partió, solo luego de intentar de todo para encenderlo. 

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