Tercera parte
Capítulo 3
Anais suspiró contra
los labios de Jeremy, él aumentó la intensidad de su caricia lentamente hasta
que prácticamente devoró sus labios. Ella gimió contra él y agarró su cabeza
para que no se alejara, incluso no dejó de besarlo mientras él se movía y se
acomodaba a su lado. Siguió y siguió pegada a él, tanto tiempo, que sintió sus
labios calientes e hinchados.
Unas manos
acariciaron su cuerpo mientras otras abrían sus piernas. Esta vez no estaba tan
ansiosa y se dejó llevar enseguida.
Jeremy se separó de
ella y besó su mentón, su cuello, continuó hasta sus pechos los cuales observó
antes de llevar a su boca. Ella jadeo y gimió, lo observó sorprendida unos
segundos antes de fijarse en Gabriel, quien permanecía entre sus rodillas sin
hacer nada. Solo que cuando se encontró con su mirada él le cerró un ojo,
sonrió y luego se lanzó a devorar su sexo.
—Oh… que… yo… —jadeo
ella entre balbuceos.
Las manos de Gabriel
afirmaron sus muslos y las manos de Jeremy la mantuvieron sobre la cama. Ambos
la torturaron con sus lenguas, ya no solo sorprendiéndola. Se dedicaron a
encender su piel, esas partes dormidas y a veces olvidadas.
Los dientes de Jeremy
mordisquearon sus pechos, la lengua de Gabriel la recorrió completamente, y
cuando comenzó a temblar otra vez, dos dedos invadieron sus cuerpo
profundamente, una y otra vez.
Anais volvió a
alcanzar su liberación, ella jadeo y cerró los ojos con fuerza. Quiso gritar
pero ningún sonido salió de su boca. Solo arqueo su espalda y se estremeció.
Jeremy regresó a su
boca pero mantuvo una de sus manos sobre su cuerpo. Subiendo y bajando desde su
cuello hasta su vientre. Cuando lo miró, observó que él estaba concentrado en
lo que pasaba entre sus piernas. Siguió la dirección de su mirada y se congeló
un poco al ver que Gabriel se estaba acercando a ella para penetrarla. Su
cuerpo se tensó a pesar de haberse corrido hacia tan poco.
—Relájate —susurró Jeremy
contra su oído.
Cerró los ojos y
asintió. Ella separó los labios cuando sintió a Gabriel restregándose contra
ella.
—Ven, tócame —murmuró
Jeremy y tomó su mano. Anais lo vio llevarla hacia su sexo necesitado.
Ella lo miró a los
ojos mientras su mano pequeña lo envolvía.
Se sintió agradecida de él al darle algo en lo que concentrarse, algo más que
en Gabriel moviéndose contra ella. Cerró los ojos un segundo al sentirlo
empujar en su entrada y en respuesta empuño su mano contra Jeremy. Ambos
gimieron y ella jadeo.
Gabriel siguió
empujando, sin detenerse, y ella continuó acariciando, porque además de que eso
la distraía de su creciente nerviosismo le estaba comenzando a gustar escuchar
a Jeremy contra su oído. Él respiraba agitadamente, jadeaba y gruñía, y a veces
susurraba algo muy parecido a su nombre.
—¡Dioses! —gruñó
Gabriel y lo miró, él tenía el cuerpo tenso contra ella, una capa de sudor cubría
su cuerpo, como si le costara estar solo allí —estas tan apretada.
Anais parpadeo y
observó que ya lo tenía completamente dentro de su cuerpo. Y además de sentirlo
allí, no notó nada más, ni dolor ni nada. Esa
era la primera vez, pensó ella, la primera que tenía a un hombre dentro de
su cuerpo.
—Jeremy —gruñó
Gabriel y ambos lo miraron —muévete.
Aunque él gruño,
Jeremy se alejó de ella enseguida para dejar que Gabriel se recostara sobre
ella. Él observó sus ojos antes de salir de su cuerpo y volver a entrar,
lentamente.
Ella tomó aire y lo
miró sorprendida.
—Eso es… —jadeo.
—Increíble —terminó él
antes de continuar.
Anais lo abrazó y él
besó su boca. Lo sentía muy dentro de ella, como si estuviera dentro de todo su
cuerpo. Gabriel gimió contra ella y se movió más rápido, él la hizo abrazar su
cintura con sus piernas y afirmó su rostro con ambas manos. Gabriel se tomó su
tiempo en tomarla, pasó de ser dulce a desesperado y solo luego de que ella volvió
era a alcanzar su liberación él la siguió, gruñendo y tensándose sobre ella.
Anais se quejó
suavemente. Estaba más que satisfecha, su cuerpo era pura gelatina y su mente,
un puré de felicidad.
Gabriel salió de
sobre ella lentamente y una sombra oscura se subió sobre ella casi enseguida.
Anais parpadeó por eso y observó fijamente los ojos oscuros de Jeremy.
—Mi turno —dijo él
con voz tensa.
—¡Dios! —susurró ella
—no… no puedo…
—Sí —él tomó una de
sus manos y la llevó sobre su cabeza lentamente —si puedes.
Ella tomó aire
tentada a decirle que lo dejara para otra ocasión pero, no era tan cruel, menos
sintiendo su deseo duro y pesado contra su vientre. Jeremy levantó su otra mano
para dejar su pecho alzado hacia él.
—No lo bajes —murmuró.
Ella asintió
suavemente.
Las manos de Jeremy
agarraron su cintura, él se alzó un poco para acomodarse sobre sus rodillas.
Anais observó como ingresaba a su cuerpo perfectamente. La piel oscura de
Jeremy desapareció dentro de la suya, pálida. Gimió.
Ella no pudo dejar de
observar eso, de sentirlo dentro de sí. Jeremy fue amable con ella, la tomó con
cuidado aunque podía ver la desesperación en su rostro. Volvió a ver como
ingresaba a su cuerpo y jadeo, luego cerró los ojos y gimió cuando él se inclinó
hacia ella, cuando su boca se adueñó de la piel de su cuello. Ella rodeo su
cuello con sus brazos y como con Gabriel rodeo su cintura con sus piernas,
ahondando la penetración.
No sabía si lo habían
hecho a propósito o no, pero ella sabía que si Jeremy la hubiera tomado primero
no habría sido lo mismo. Gabriel la había llenado esa primera vez
perfectamente, Jeremy la estiraba, forzándola a aceptarlo de forma completa.
Él se movió más
rápido, menos profundo y volvió a jadear, se quejó contra él y se estremeció.
Esta vez el orgasmo llego más rápidamente, estrellándose con su cuerpo
sensible, casi sacando lágrimas de sus ojos. El hombre sobre ella gruñó y se enterró
con más fuerza al sentirla y la imitó, se corrió con un gemido.
Anais suspiró temblorosamente
y acaricio la espalda húmeda de Jeremy, miró hacia un lado y observo a Gabriel
recostado a su lado. Él le sonrió y tocó su mejilla acalorada. Ella cerró los
ojos y dejó de respirar al sentir a Jeremy abandonar su cuerpo, él se dejó
caer, solo que lo hizo justo entre ella y Gabriel.
—Ey —se quejó
Gabriel.
—Jeremy —dijo ella y
se movió para hacerle espacio.
Al ver que sonreía entrecerró
los ojos, pasó sobre él y se acomodó entre los dos.
Lo miró y soltó un
bufido. Jeremy se rio con más ganas y luego suspiró.
—No creo que mañana
pueda caminar —confesó ella. Sonrió al tener muy claro el porqué.
—Tendrás que —dijo
Gabriel, lo miró —mañana visitaras una de las puertas.
Ella tomó aire y
luego escondió su rostro emocionado contra la cama. Se sintió eufórica
enseguida.
—No puedo creer eso
—jadeo y se giró para ver el techo sin dejar de sonreír.
Jeremy soltó un
bufido.
—Tengo la sensación
que eso te emociona más que lo que acabamos que hacer.
—No —dijo enseguida,
le sonrió —son cosas diferentes.
Ella apoyó su mentón
sobre su pecho, Jeremy le sonrió y abrió los ojos cuando Gabriel se acomodó
detrás de ella.
—Durmamos —murmuró él.
Ella rió.
—Durmamos —estuvo de
acuerdo.
Jeremy volteo los
ojos.
—Quien hubiera dicho
que dormiría tan cerca de este hombre —le oyó murmurar —sino fuera porque Anais
está aquí, lo hubiera pateado lejos… —Gabriel se quejó tras ella y lo imitó,
luego levantó una mano y la puso sobre la boca de Jeremy. Él murmuró algo al
sentirla pero dejó de hablar.
Anais sonrió y se
acomodó mejor entre los dos. No podía creer lo que acababa de pasar y menos que
mañana por fin iba a satisfacer su curiosidad, algo le decía que si su cuerpo
no estuviera tan cansado ni siquiera hubiera podido permanecer en esa cama.
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