viernes, 21 de marzo de 2014

La pasión de Anais. Tercera parte, Capítulo 3.



Tercera parte
Capítulo 3

Anais suspiró contra los labios de Jeremy, él aumentó la intensidad de su caricia lentamente hasta que prácticamente devoró sus labios. Ella gimió contra él y agarró su cabeza para que no se alejara, incluso no dejó de besarlo mientras él se movía y se acomodaba a su lado. Siguió y siguió pegada a él, tanto tiempo, que sintió sus labios calientes e hinchados.
Unas manos acariciaron su cuerpo mientras otras abrían sus piernas. Esta vez no estaba tan ansiosa y se dejó llevar enseguida.
Jeremy se separó de ella y besó su mentón, su cuello, continuó hasta sus pechos los cuales observó antes de llevar a su boca. Ella jadeo y gimió, lo observó sorprendida unos segundos antes de fijarse en Gabriel, quien permanecía entre sus rodillas sin hacer nada. Solo que cuando se encontró con su mirada él le cerró un ojo, sonrió y luego se lanzó a devorar su sexo.
—Oh… que… yo… —jadeo ella entre balbuceos.

Las manos de Gabriel afirmaron sus muslos y las manos de Jeremy la mantuvieron sobre la cama. Ambos la torturaron con sus lenguas, ya no solo sorprendiéndola. Se dedicaron a encender su piel, esas partes dormidas y a veces olvidadas.
Los dientes de Jeremy mordisquearon sus pechos, la lengua de Gabriel la recorrió completamente, y cuando comenzó a temblar otra vez, dos dedos invadieron sus cuerpo profundamente, una y otra vez.
Anais volvió a alcanzar su liberación, ella jadeo y cerró los ojos con fuerza. Quiso gritar pero ningún sonido salió de su boca. Solo arqueo su espalda y se estremeció.
Jeremy regresó a su boca pero mantuvo una de sus manos sobre su cuerpo. Subiendo y bajando desde su cuello hasta su vientre. Cuando lo miró, observó que él estaba concentrado en lo que pasaba entre sus piernas. Siguió la dirección de su mirada y se congeló un poco al ver que Gabriel se estaba acercando a ella para penetrarla. Su cuerpo se tensó a pesar de haberse corrido hacia tan poco.
—Relájate —susurró Jeremy contra su oído.
Cerró los ojos y asintió. Ella separó los labios cuando sintió a Gabriel restregándose contra ella.
—Ven, tócame —murmuró Jeremy y tomó su mano. Anais lo vio llevarla hacia su sexo necesitado.
Ella lo miró a los ojos  mientras su mano pequeña lo envolvía. Se sintió agradecida de él al darle algo en lo que concentrarse, algo más que en Gabriel moviéndose contra ella. Cerró los ojos un segundo al sentirlo empujar en su entrada y en respuesta empuño su mano contra Jeremy. Ambos gimieron y ella jadeo.
Gabriel siguió empujando, sin detenerse, y ella continuó acariciando, porque además de que eso la distraía de su creciente nerviosismo le estaba comenzando a gustar escuchar a Jeremy contra su oído. Él respiraba agitadamente, jadeaba y gruñía, y a veces susurraba algo muy parecido a su nombre.
—¡Dioses! —gruñó Gabriel y lo miró, él tenía el cuerpo tenso contra ella, una capa de sudor cubría su cuerpo, como si le costara estar solo allí —estas tan apretada.
Anais parpadeo y observó que ya lo tenía completamente dentro de su cuerpo. Y además de sentirlo allí, no notó nada más, ni dolor ni nada. Esa era la primera vez, pensó ella, la primera que tenía a un hombre dentro de su cuerpo.
—Jeremy —gruñó Gabriel y ambos lo miraron —muévete.
Aunque él gruño, Jeremy se alejó de ella enseguida para dejar que Gabriel se recostara sobre ella. Él observó sus ojos antes de salir de su cuerpo y volver a entrar, lentamente.
Ella tomó aire y lo miró sorprendida.
—Eso es… —jadeo.
—Increíble —terminó él antes de continuar.
Anais lo abrazó y él besó su boca. Lo sentía muy dentro de ella, como si estuviera dentro de todo su cuerpo. Gabriel gimió contra ella y se movió más rápido, él la hizo abrazar su cintura con sus piernas y afirmó su rostro con ambas manos. Gabriel se tomó su tiempo en tomarla, pasó de ser dulce a desesperado y solo luego de que ella volvió era a alcanzar su liberación él la siguió, gruñendo y tensándose sobre ella.
Anais se quejó suavemente. Estaba más que satisfecha, su cuerpo era pura gelatina y su mente, un puré de felicidad.
Gabriel salió de sobre ella lentamente y una sombra oscura se subió sobre ella casi enseguida. Anais parpadeó por eso y observó fijamente los ojos oscuros de Jeremy.
—Mi turno —dijo él con voz tensa.
—¡Dios! —susurró ella —no… no puedo…
—Sí —él tomó una de sus manos y la llevó sobre su cabeza lentamente —si puedes.
Ella tomó aire tentada a decirle que lo dejara para otra ocasión pero, no era tan cruel, menos sintiendo su deseo duro y pesado contra su vientre. Jeremy levantó su otra mano para dejar su pecho alzado hacia él.
—No lo bajes —murmuró.
Ella asintió suavemente.
Las manos de Jeremy agarraron su cintura, él se alzó un poco para acomodarse sobre sus rodillas. Anais observó como ingresaba a su cuerpo perfectamente. La piel oscura de Jeremy desapareció dentro de la suya, pálida. Gimió.
Ella no pudo dejar de observar eso, de sentirlo dentro de sí. Jeremy fue amable con ella, la tomó con cuidado aunque podía ver la desesperación en su rostro. Volvió a ver como ingresaba a su cuerpo y jadeo, luego cerró los ojos y gimió cuando él se inclinó hacia ella, cuando su boca se adueñó de la piel de su cuello. Ella rodeo su cuello con sus brazos y como con Gabriel rodeo su cintura con sus piernas, ahondando la penetración.
No sabía si lo habían hecho a propósito o no, pero ella sabía que si Jeremy la hubiera tomado primero no habría sido lo mismo. Gabriel la había llenado esa primera vez perfectamente, Jeremy la estiraba, forzándola a aceptarlo de forma completa.
Él se movió más rápido, menos profundo y volvió a jadear, se quejó contra él y se estremeció. Esta vez el orgasmo llego más rápidamente, estrellándose con su cuerpo sensible, casi sacando lágrimas de sus ojos. El hombre sobre ella gruñó y se enterró con más fuerza al sentirla y la imitó, se corrió con un gemido.
Anais suspiró temblorosamente y acaricio la espalda húmeda de Jeremy, miró hacia un lado y observo a Gabriel recostado a su lado. Él le sonrió y tocó su mejilla acalorada. Ella cerró los ojos y dejó de respirar al sentir a Jeremy abandonar su cuerpo, él se dejó caer, solo que lo hizo justo entre ella y Gabriel.
—Ey —se quejó Gabriel.
—Jeremy —dijo ella y se movió para hacerle espacio.
Al ver que sonreía entrecerró los ojos, pasó sobre él y se acomodó entre los dos.
Lo miró y soltó un bufido. Jeremy se rio con más ganas y luego suspiró.
—No creo que mañana pueda caminar —confesó ella. Sonrió al tener muy claro el porqué.
—Tendrás que —dijo Gabriel, lo miró —mañana visitaras una de las puertas.
Ella tomó aire y luego escondió su rostro emocionado contra la cama. Se sintió eufórica enseguida.
—No puedo creer eso —jadeo y se giró para ver el techo sin dejar de sonreír.
Jeremy soltó un bufido.
—Tengo la sensación que eso te emociona más que lo que acabamos que hacer.
—No —dijo enseguida, le sonrió —son cosas diferentes.
Ella apoyó su mentón sobre su pecho, Jeremy le sonrió y abrió los ojos cuando Gabriel se acomodó detrás de ella.
—Durmamos —murmuró él.
Ella rió.
—Durmamos —estuvo de acuerdo.
Jeremy volteo los ojos.
—Quien hubiera dicho que dormiría tan cerca de este hombre —le oyó murmurar —sino fuera porque Anais está aquí, lo hubiera pateado lejos… —Gabriel se quejó tras ella y lo imitó, luego levantó una mano y la puso sobre la boca de Jeremy. Él murmuró algo al sentirla pero dejó de hablar.

Anais sonrió y se acomodó mejor entre los dos. No podía creer lo que acababa de pasar y menos que mañana por fin iba a satisfacer su curiosidad, algo le decía que si su cuerpo no estuviera tan cansado ni siquiera hubiera podido permanecer en esa cama.

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