Segunda parte
Capítulo 3
Ella observó a su
lado sabiendo que algo estaba mal. La reacción química no estaba sucediendo
como esperaba, peor aún, parecía que estaba hirviendo dentro del vaso y eso era
algo que no debería pasar. Sorprendida se alejó de sus notas y llegó
rápidamente a él. Arrugó su frente al notar el intento olor, y mientras
aguantaba la respiración, trabajo rápidamente para eliminarlo.
Suspiró al lograrlo y
volvió a arrugar su nariz. Su laboratorio apestaría por horas.
Ella abrió todas las ventanas
y luego tomó sus notas, se sentaría unos momentos en la playa.
Luego de caminar un
par de minutos se dejó caer sobre la arena, se cruzó de piernas y observó alrededor,
un segundo después tomó su lápiz y continuó dibujando lo que creía era una de
las puertas de nuevo Edén.
No sabía porque esto
le obsesionaba tanto, era como un enorme misterio que solo ella podía resolver.
Ella pasó horas
sentada allí, solo anotando sus ideas que iban y venían, haciendo dibujos una y
otra vez. Cuando notó que estaba más oscuro solo se levantó y caminó hacia la casa.
Al llegar a la sala escuchó a Gabriel y Jeremy discutiendo. Se detuvo n segundo
al darse cuenta de que prácticamente estaban gritando dentro del lugar. Luego volteo
sus ojos y fue a ver cuál era el motivo.
—Quizás solo fue a
caminar —gruñó Jeremy.
Gabriel estaba a unos
metros de él, caminando de un lado a otro.
—Sabes que no debe
alejarse de la casa…
Gabriel se acercó
demasiado a Jeremy, Anais alzó ambas cejas al notar la ira que desprendían
ambos hombres.
—Sé muy bien lo que
tengo que hacer, no te atrevas a decir ni pensar que no lo hago.
Gabriel soltó un
bufido.
—Si fuera así
sabríamos donde esta —Gabriel llevo una de sus manos a su rostro, luego gruño
frustrado. —Es increíble, debí quedarme yo.
Jeremy se alejó
enseguida el mueble en el que había estado apoyado y descruzo sus brazos, ahora
parecía listo para saltarle encima.
—Suficiente, no voy a
soportar esto niño bonito, a mí no me…
—¿Y ahora? —preguntó
decidida a acabar con esa discusión , puso ambas manos en sus caderas —¿cuál es
el problema?
Ambos la miraron
enseguida, congelados en sus lugares, más tensos que antes y un tanto
sorprendidos.
Anais alzó una ceja y
esperó.
—¿Y?
Jeremy se acercó en
seguida.
—Te estuvimos
buscando —arrugó su frente.
—Estaba en la playa,
sentada —se encogió de hombros.
Jeremy observó a
Gabriel enseguida.
—Ves, te dije que
debía estar cerca.
Gabriel suspiró y se acercó
a ella.
—Debes decirnos
cuando hagas algo así —arrugó su frente.
—Tengo que pedirles
permiso cada vez que desee salir a la playa.
—No —dijo Jeremy
enseguida.
—Claro que no —contestó
Gabriel —solo debes avisarnos Anais, y nunca te alejes mucho de la casa. No es
tan seguro como nos gustaría.
Ella asintió y los
observó a ambos.
—Bien, voy a
cambiarme —dijo Gabriel, él paso a su lado y toco su hombro suavemente.
Anais lo observó
hasta que dejó la sala.
—No le prestes mucha
atención —dijo Jeremy, lo miró —solo está nervioso.
—¿Tú no? —preguntó
ella.
Él se encogió de
hombros.
—Trato de no estarlo
aquí, la idea es que te relajes en tu hogar, ¿no crees?
Ella asintió y
suspiró.
—Iré a darme una
ducha —murmuró—, te ayudaré a cocinar.
—Bien.
No
era para tanto, pensó Anais mientras el agua caía sobre su
cuerpo. Un segundo después tuvo una idea.
Ella deseaba conocer
las puertas de nuevo edén, ver cómo eran y funcionaban, y quizás así dejaría de
pensar en ellas. Ya llevaba demasiado tiempo obsesionada con algo así. Solo
esperaba que los hombres de esa casa pudieran ayudarle, porque si no llamaría
al General.
Aun así, de una u otra
manera lo iba a averiguar, qué era eso que la tenía tan intrigada.
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