domingo, 9 de marzo de 2014

La pasión de Anais. Segunda parte, Capítulo 3.





Segunda parte
Capítulo 3

Ella observó a su lado sabiendo que algo estaba mal. La reacción química no estaba sucediendo como esperaba, peor aún, parecía que estaba hirviendo dentro del vaso y eso era algo que no debería pasar. Sorprendida se alejó de sus notas y llegó rápidamente a él. Arrugó su frente al notar el intento olor, y mientras aguantaba la respiración, trabajo rápidamente para eliminarlo.
Suspiró al lograrlo y volvió a arrugar su nariz. Su laboratorio apestaría por horas.
Ella abrió todas las ventanas y luego tomó sus notas, se sentaría unos momentos en la playa.
Luego de caminar un par de minutos se dejó caer sobre la arena, se cruzó de piernas y observó alrededor, un segundo después tomó su lápiz y continuó dibujando lo que creía era una de las puertas de nuevo Edén.

No sabía porque esto le obsesionaba tanto, era como un enorme misterio que solo ella podía resolver.
Ella pasó horas sentada allí, solo anotando sus ideas que iban y venían, haciendo dibujos una y otra vez. Cuando notó que estaba más oscuro solo se levantó y caminó hacia la casa. Al llegar a la sala escuchó a Gabriel y Jeremy discutiendo. Se detuvo n segundo al darse cuenta de que prácticamente estaban gritando dentro del lugar. Luego volteo sus ojos y fue a ver cuál era el motivo.
—Quizás solo fue a caminar —gruñó Jeremy.
Gabriel estaba a unos metros de él, caminando de un lado a otro.
—Sabes que no debe alejarse de la casa…
Gabriel se acercó demasiado a Jeremy, Anais alzó ambas cejas al notar la ira que desprendían ambos hombres.
—Sé muy bien lo que tengo que hacer, no te atrevas a decir ni pensar que no lo hago.
Gabriel soltó un bufido.
—Si fuera así sabríamos donde esta —Gabriel llevo una de sus manos a su rostro, luego gruño frustrado. —Es increíble, debí quedarme yo.
Jeremy se alejó enseguida el mueble en el que había estado apoyado y descruzo sus brazos, ahora parecía listo para saltarle encima.
—Suficiente, no voy a soportar esto niño bonito, a mí no me…
—¿Y ahora? —preguntó decidida a acabar con esa discusión , puso ambas manos en sus caderas —¿cuál es el problema?
Ambos la miraron enseguida, congelados en sus lugares, más tensos que antes y un tanto sorprendidos.
Anais alzó una ceja y esperó.
—¿Y?
Jeremy se acercó en seguida.
—Te estuvimos buscando —arrugó su frente.
—Estaba en la playa, sentada —se encogió de hombros.
Jeremy observó a Gabriel enseguida.
—Ves, te dije que debía estar cerca.
Gabriel suspiró y se acercó a ella.
—Debes decirnos cuando hagas algo así —arrugó su frente.
—Tengo que pedirles permiso cada vez que desee salir a la playa.
—No —dijo Jeremy enseguida.
—Claro que no —contestó Gabriel —solo debes avisarnos Anais, y nunca te alejes mucho de la casa. No es tan seguro como nos gustaría.
Ella asintió y los observó a ambos.
—Bien, voy a cambiarme —dijo Gabriel, él paso a su lado y toco su hombro suavemente.
Anais lo observó hasta que dejó la sala.
—No le prestes mucha atención —dijo Jeremy, lo miró —solo está nervioso.
—¿Tú no? —preguntó ella.
Él se encogió de hombros.
—Trato de no estarlo aquí, la idea es que te relajes en tu hogar, ¿no crees?
Ella asintió y suspiró.
—Iré a darme una ducha —murmuró—, te ayudaré a cocinar.
—Bien.
No era para tanto, pensó Anais mientras el agua caía sobre su cuerpo. Un segundo después tuvo una idea.
Ella deseaba conocer las puertas de nuevo edén, ver cómo eran y funcionaban, y quizás así dejaría de pensar en ellas. Ya llevaba demasiado tiempo obsesionada con algo así. Solo esperaba que los hombres de esa casa pudieran ayudarle, porque si no llamaría al General.

Aun así, de una u otra manera lo iba a averiguar, qué era eso que la tenía tan intrigada.

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