Segunda parte
Capítulo 4
Anais ingresó a la
cocina y observó un segundo a Jeremy. El hombre alternaba entre leer el libro
de cocina y observar la olla sobre la estufa. Un segundo después se acercó a él
para ayudarle.
Jeremy la observó
unos segundos.
—¿Por qué tengo la
impresión de que vas a preguntarme algo? —lo miró enseguida.
—¿Cómo…
Él sonrió.
—Tienes la misma
expresión que ponía mi hermano menor cuando quería que yo le ayudara a salir de
un problema —él entrecerró los ojos—, ¿Qué es?
Anais solo negó un
poco.
—Es un favor, que
quiero pedirles a ambos.
Él se acercó y la
observó detenidamente.
—No puedo saber
primero —él sonrió suavemente.
—No —rio.
Jeremy suspiró.
Solo cuando
estuvieron en la mesa Anais los miró a ambos. Estaba sentada en la cabecera, ya
con cada uno de ellos a sus lados le hablo de su idea.
—¿Qué sabes de las
puertas Gabriel?
Él la observó
enseguida.
—¿Cómo… —observó a
Jeremy — le dijiste sobre las puertas.
Anais observó la confusión
y molestia en su rostro.
—Pero qué…
—No me dijo mucho —lo
atajó ella —solo que siempre han estado aquí y me explico que se siente al
pasar por ellas.
Él la observó unos
segundos.
—Y para qué quieres
saber más.
—Tengo una mente
curiosa —Jeremy se rio y él alzó una ceja
—y una idea, y una favor que pedir —agregó en un murmullo.
Gabriel soltó la
cuchara y se cruzó de brazos esperando.
—Porque crees que sé más
que Jeremy.
—Una opinión
diferente siempre entrega nueva información —él sonrió suavemente.
—Bien, ¿qué deseas
saber?
—Tú también has ido a
la tierra —no fue una pregunta.
—Sí, un par de veces.
—¿No más? —eso si lo
preguntó.
—No, los hombres que
han sido asignados dejan de visitarla.
—¿Por qué? —arrugó su
frente.
Gabriel observó a
Jeremy un segundo, sin saber que decir. Anais lo vio moverse inquieto en su
silla antes de hablar, solo que Jeremy se adelantó.
—Porque no es
necesario —lo miró.
Y esperó que él
agregara algo más unos segundos.
—Ya sabemos el idioma
—él tocó uno de sus dedos enumerando —ya conocemos su cultura —la observó a los
ojos —y ya tenemos a una mujer a nuestro lado.
Anais lo observó
hasta que cayó en cuenta, se sonrojó enseguida y miró a Gabriel unos segundos.
—Entiendo —murmuro al
fin y se limpió la garganta—. Entonces—continuó —¿solo van por eso a la tierra?,
¿quién trae a las mujeres?, ¿quién decide a quien traer o no?
Gabriel suspiró.
—No sé mucho sobre
eso, pero… —él miró alrededor un segundo —existe un grupo de hombres que traen
a la mujeres, se les da una lista y ellos deben encargarse de que lleguen a
este lugar. No sé quién las eligen o como, pero las estudian antes de hacerlo.
Ella asintió
suavemente.
—Nosotras fuimos un
caso especial —murmuró.
—¿Tus amigas y tú? —preguntó
Jeremy, asintió —en esta ocasión, si lo son.
Ella suspiró y observó
su comida.
—Me gustaría ver una
de esas puertas —ambos se tensaron.
—Anais —miró a
Gabriel —¿quieres irte?
—No —le dijo con
seguridad —ya lo dije antes.
Gabriel observó a
Jeremy unos segundos.
—Entonces porque
quieres verlas.
—Me intrigan —murmuró
—todo esto, el como ustedes pueden atravesar miles de años luz de distancia así
como así. Eso es increíble.
Gabriel solo la
observó.
—¿Entonces no se
puede? —preguntó —el General Gutter dijo que si quería saber algo más le
preguntara a él.
—Mm —murmuró Jeremy —preguntémosle
al general entonces, veamos que se puede hacer —Gabriel lo miró y luego a ella.
—No creo que lo
permitan.
—Pero hay que
averiguar si es posible siquiera —él asintió suavemente.
—Veamos —murmuró.
Anais sonrió un poco,
quizás le negaran lo que quería pero si había una posibilidad, no podía
perderla.
Algo le decía que
ella podía hacer algo por ese lugar, solo que un no sabía qué.
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