Segunda parte
Capítulo 6
Anais observó el
teléfono en sus manos y luego a Jeremy.
—¿Solo debo decir su
nombre y esto la llamara?
—Nombre y apellido,
pero ya tiene registrado el número de todas tus amigas —lo vio tomar un escobillón
y comenzar a limpiar la sala.
Ella creía que Jeremy
hacia eso cada vez que estaba aburrido, sino sabía que hacer simplemente se
ponía a limpiar, no podía estar quieto más de unos segundos.
—Bien, estaré en mi habitación.
—Claro —dijo él y le sonrió.
Ya allí ella se sentó
en la cama y observó sus notas, listas para su plan. Luego llamó a Bárbara, la
que primero había llegado a ese mundo.
—Sí —contestó una voz
ronca.
—Eh —dijo ella
enseguida —puedo hablar con Bárbara.
—¿Quién habla?
—Soy Anais, una
amiga.
—Ah, yo sé quién
eres, espera un segundo.
Lo hizo, y unos
segundos después ella se puso al teléfono.
—Anais —la llamó sorprendida.
—Oye —saludo
sonriendo—, ¿Cómo has estado?
—Bien y tú, hace
semanas que no sé nada de ti.
—Estoy bien —dijo
enseguida —te llamaba para pedirte un favor.
—Claro, ¿qué necesitas?
Ella se sonrojó al
pensar en lo que le iba a pedir.
—Es que… —se limpió
la garganta —necesito unos libros.
—Ok, sobre qué.
—Son unos que no
tengo —agregó innecesariamente.
—Ya veo —Bárbara
esperó unos segundos antes de hablar—, ¿por qué crees que yo pueda tenerlos?
—No sé si tú los
tienes pero quizás puedas conseguirlos.
—En ese caso tú
también podrías.
—No —soltó enseguida —es
que no deseo que nadie se entere de eso.
—Que nadie se entere
de eso en tu casa querrás decir.
—Sí —susurró.
—Bien, dime que
libros y tratare de conseguírtelos.
Tomó aire.
—Sobre sexo —susurró.
—¿Qué? —preguntó Bárbara.
—Sobre sexo—dijo con más
fuerza.
—Lo siento, no te
escucho, sobre qué.
—¡Sexo! —gruñó Anais
y al oír a Bárbara reír volteo sus ojos —no es gracioso.
—Si lo es —dijo ella
y tomó aire para relajarse —bien, ahora respóndeme algo.
—¿Qué? —arrugó su frente.
—Este tema, en qué
dirección debo buscar.
—¿Qué quieres decir?
—Es simple, me estas
preguntando esto porque estas haciendo una investigación y necesitas material
de consulta, o por un tema personal y lo que necesitas es una guía.
Anais arrugó su
frente unos segundos.
—De los dos —confesó —es
una investigación que estoy llevando dentro de mi vida personal.
Bárbara se quedó
callada unos segundos.
—Solo necesito una
guía en esto.
—Quieres que te
consiga el Kama Sutra —Anais jadeo y Bárbara volvió a reírse, y no solo eso,
ella escuchó a alguien reír al otra lado del teléfono y a un hombre preguntar qué
demonios era el Kama Sutra.
—Bárbara —se quejó
avergonzada.
—Bien, lo siento, es
importante para ti.
—Sí —susurró.
—Espera un minuto.
Anais miró sus notas
y esperó, cuando Bárbara hablo observó por la ventana.
—Ahora estoy sola así
que hablemos de esto tranquilamente.
No dijo nada.
—¿Quieres seducir a
tus asignados?
—Sí.
—¿Cuantos son?
—Dos.
—Primero debes
decirles la verdad.
—¿Qué verdad? —preguntó
aunque sabía a lo que se refería.
—Ni siquiera voy a comentar
eso, y voy a conseguirte lo que quieres, creo que solo me tomara unos días.
—Gracias —sonrió.
—Puedo darte un
consejo.
—Si te digo que no me
escucharías.
—No —dijo ella.
—Adelante —sonrió.
—La primera vez hazlo
con ambos —ella se congeló —es importante en tu caso, mucho, y ambos se sentirán
mejor si lo haces de esa forma. No elijas a uno sobre el otro para tu primera
vez.
Anais tomó un lápiz y
agrego ese dato a su plan.
—Entendido —dijo como
si estuviera recibiendo importantes consejos.
—Y otra cosa, ningún
libro te ayudara a hacer esto.
—¿Qué? —soltó
confundida —¿por qué?
—Porque no es algo
que se planee de esa forma, debe realizarse de forma natural, seguir su propio
ritmo. Los libros te ayudaran para después, para tener más ideas, ayudar a la
imaginación pero nada más. Anais debes confiar en ti y el ellos. Ambos sabrán
guiarte.
—No me gusta hacer
algo sin saber cómo terminará.
Ella suspiró.
—No pienses en esto
como un experimento, por lo menos no la primera vez.
Suspiró.
—Mira, piénsalo y
cuando tenga lo que me pediste toma una decisión.
—Ok.
Luego de despedirse
Anais tomó sus notas y escribió lo que Bárbara le había dicho, creando otro
cuadrado para indicar que había otra posibilidad. Anotó dejarse llevar en él y
suspiró.
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