sábado, 9 de agosto de 2014

La fantasía de Leslie. Cuarta parte, Capitulo 4.


Cuarta parte
Capitulo 4
Cuando despertó Leslie notó varias cosas. La primera que las persianas de metal ya no estaban puestas y que la luz se filtraba agradablemente hasta la cama. La segunda cosa que notó es que tenía calor, y eso era culpa de los dos hombres que la mantenían entre los dos muy apretada. Tenía brazos y piernas sobre su cuerpo impidiéndole moverse siquiera. Por último notó que uno de los brazos que la rodeaban llegaba al cuerpo del otro hombre, tocándolo y manteniéndolo cerca y eso la hizo sonreír.
Por esos segundos se sintió parte de algo mucha más grande, por primera vez creyó estar dentro de su propia familia.
Solo que esa familia no le permitía moverse justo cuando quería ir al baño.
Ella comenzó a moverse entre los dos, intentando arrastrarse hacia abajo para poder hallar una salida. Cuando logró deslizarse uno poco un brazo agarró su muslo y la detuvo.
—¿Qué haces? —murmuró Alex con voz ronca. Lo miró enseguida y sonrió al verlo con los ojos entrecerrados y su cabello todo desordenado.

—Baño —susurró. Él rio un poco y la agarró de la cintura. Como si nada la hizo pasar sobre él hasta el otro lado de la cama donde pudo moverse con más facilidad.
Antes de ingresar al baño los observó. Alex había vuelto a cerrar los ojos y estaba acostado más cerca de Yerie, quien se movió hasta apoyar su frente contra el hombro del primero. Volvió  a sonreír al ver la escena y tuvo de deseos de regresar enseguida entre los dos, o a un lado, eso también le gustaba.
Sonriendo se metió bajo la ducha y disfruto del agua caliente. Al acabar camino hasta detenerse frente al espejo y observar su rostro. Sonrió al ver sus mejillas sonrojadas y a un más al notar que sonreía con facilidad. En verdad se sentía bien con todo lo que había pasado entre ellos, con lo que los tres habían compartido. Por un segundo se preguntó si no debería sentirse mal o algo, si debía desagradarle todo eso, pero al saber que no era así decidió no darle importancia y solo disfrutar.
Tocaron a la puerta mientras se secaba el cabello, abrió y sonrió al ver a Yerie allí, quien ingreso enseguida para afirmar su rostro y besarla. Leslie gimió contra su boca.
—Buenos días, hermosa —murmuró él y volvió a besarla.
—Hola —susurró.
Él sonrió y se movió, Alex apareció allí, también para besarla y atraerla a su cuerpo. Se quejó un poco al notar que seguía desnudo.
—Debo irme —murmuró Alex contra su mejilla. Ella se alejó y lo miró a los ojos. Sonrió suavemente.
—Está bien, ve tranquilo.
Él asintió y volvió a besarla.
—Cualquier cosa llámenme enseguida —él miró a Yerie quien asintió enseguida.
—Sabes que lo haré.
Alex suspiró.
—Bien, es mejor que salga de aquí o no me iré nunca —él observó la toalla que la mantenía oculta.
Leslie sonrió ante su expresión y se la quitó como si nada.
—Por esto, dices tú.
Alex gimió al verla y Yerie se rió entre dientes.
—Malvada, arreglaremos esto cuando regrese —él agarró su rostro y la besó con firmeza —compórtense mientras no estoy.
—Claro —soltaron ambos antes de reírse y verlo salir del lugar. Yerie llegó tras ella y la abrazo.
—En verdad nos comportaremos.
—Nah —dijo ella y se encogió de hombros —¿quieres comportarte?
Él volteo sus ojos.
—Con ese cuerpo, jamás.
Leslie volvió a reírse al darse cuenta de que él la llevaba a la ducha y rio aún más cuando él le pido que enjabonara su espalda.
***
Dos horas después Leslie estaba en el jardín de su casa, observando la piscina cubierta. Yerie le había dicho que si lo deseaba podían quitarla, solo debía hacer girar la manivela a un lado y esta se movería, y como el agua se purificaba cada cierto tiempo sola podía bañarse sin problemas.
Ella sonrió mientras hacía girar la pequeña manivela y luego sonrió. Mientras esperaba se pegunto que serían de sus amigas, hacía semanas que no sabía nada de ellas y eso la entristecía un poco. Bueno, sabía que tampoco es como si pudiera verlas mucho, con eso de cambiar de planeta todas estaban ocupadas, pero aun así… tuvo deseos de hablar con las tres y contarles y preguntarles sobre su vida en Nuevo Edén.
—Hermosa —la llamó Yerie y se giró para verlo —tengo que hacer una llamada —él miró en todas direcciones—, me espera antes de meterte a nadar.
Asintió enseguida.
—Solo voy a quitar la cubierta y me sentare allí —apuntó una hamaca puesta entre dos árboles.
Él sonrió.
—Bien, cualquier cosa estaré en la sala, regresó enseguida.
Ella volvió  a sentir y lo vio ingresar en la casa, Yerie se giró para verla antes de desaparecer tras la puerta.
Leslie suspiró. Sabía que todo el mundo estaba muy preocupado por lo que pasaba y era triste que incluso en el patio de su propia casa no pudiera sentirse segura.
Al ver que el sol se estaba ocultando tras algunas nubes decidió ingresar a la casa, volvió a cubrir la piscina rápidamente y suspiró, ya no tenía tantas ganas de nadar. Dio dos pasos hacia la puerta cuando las cortinas metálicas de las ventanas bajaron con un fuerte estruendo. Leslie saltó cuando lo mismo pasó con las casas alrededor. El sonido del metal lleno el aire por varios segundos congelándola en su lugar.
Solo cuando algo golpeo la puerta desde dentro con fuerza despertó y se movió hacia ella. También al golpeo con sus puños y gritó el nombre de Yerie.
—La tarjeta —jadeo y reviso sus bolsillo, nada. Claro que no la tenía, si hacía tiempo que se dijo que iba a buscarla.
Como siguieron golpeando la puerta imaginó que debía ser Yerie quien intentaba abrirla, pero porque no usaba su tarjeta, como los golpes se detuvieron ella esperó y luego corrió hacia la puerta de enfrente. Lo mismo paso, solo escuchó los golpes y nada más.
—¿Qué pasa? —murmuró y miró tras de sí.
Ella caminó hacia la calle mientras rodeaba su pecho con sus brazos. Había varias mujeres y hombres fuera de sus casas, algunas con niños y como ella miraban alrededor sin saber que era todo eso.
—¿Quien la acompaña? —le preguntaron desde el frente, uno de sus vecinos que estaba con su mujer.
—Yerie —le respondió —yo estaba en el patio y él en la casa.
Este asintió y miró a ambos lados de la calle.
—Regrese al patio, y no salga de allí.
Él se giró a su mujer y la guio hacia el patio de su propia casa. Leslie decidió obedecer y se giró, se congeló cuando observó que todas las casas estaban como la suya, y aún más cuando notó que varios y enormes camiones se acercaban a gran velocidad.
—Qué… rayos —jadeo.
—Vaya a su casa —le gritó el hombre, saltó por la impresión y lo miró —quédese en su patio, ocúltese allí —al ver la palidez de su rostro se asustó y asintió.
Con eso ella regresó al patio y miró en todas direcciones. No hayo ningún lugar donde ocultarse. Se congeló cuando escuchó a algunos de los vehículos detenerse, y palideció al oír a hombres gritar órdenes de “levanten las manos” y “quietos”. Algunos gritos se oyeron a su alrededor. Algo le decía que si no se ocultaba pronto iba a ser una de las mujeres que gritaban y cuando escuchó pasos solo atinó a correr hacia la piscina, mover el plástico que la cubría y arrastrarse bajo ella con mucha dificultad.
Leslie se hirió y raspó la piel de sus brazos mientras se encendía y se estremeció cuando ingreso al agua helada. Volvió a ordenar lo mejor que pudo el plástico sobre su cabeza y nado hacia el otro lado. Tenis unos diez centímetros fuera del agua. Ella solo se apretó en un rincón, afirmando su vestido entre sus piernas y acurrucándose allí.

Ahora solo podía esperar que no la encontraran.

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