Cuarta parte
Capitulo 4
Cuando despertó Leslie notó varias
cosas. La primera que las persianas de metal ya no estaban puestas y que la luz
se filtraba agradablemente hasta la cama. La segunda cosa que notó es que tenía
calor, y eso era culpa de los dos hombres que la mantenían entre los dos muy
apretada. Tenía brazos y piernas sobre su cuerpo impidiéndole moverse siquiera.
Por último notó que uno de los brazos que la rodeaban llegaba al cuerpo del
otro hombre, tocándolo y manteniéndolo cerca y eso la hizo sonreír.
Por esos segundos se sintió parte
de algo mucha más grande, por primera vez creyó estar dentro de su propia
familia.
Solo que esa familia no le permitía
moverse justo cuando quería ir al baño.
Ella comenzó a moverse entre los
dos, intentando arrastrarse hacia abajo para poder hallar una salida. Cuando
logró deslizarse uno poco un brazo agarró su muslo y la detuvo.
—¿Qué haces? —murmuró Alex con voz
ronca. Lo miró enseguida y sonrió al verlo con los ojos entrecerrados y su
cabello todo desordenado.
—Baño —susurró. Él rio un poco y la
agarró de la cintura. Como si nada la hizo pasar sobre él hasta el otro lado de
la cama donde pudo moverse con más facilidad.
Antes de ingresar al baño los
observó. Alex había vuelto a cerrar los ojos y estaba acostado más cerca de
Yerie, quien se movió hasta apoyar su frente contra el hombro del primero.
Volvió a sonreír al ver la escena y tuvo
de deseos de regresar enseguida entre los dos, o a un lado, eso también le
gustaba.
Sonriendo se metió bajo la ducha y
disfruto del agua caliente. Al acabar camino hasta detenerse frente al espejo y
observar su rostro. Sonrió al ver sus mejillas sonrojadas y a un más al notar
que sonreía con facilidad. En verdad se sentía bien con todo lo que había
pasado entre ellos, con lo que los tres habían compartido. Por un segundo se
preguntó si no debería sentirse mal o algo, si debía desagradarle todo eso,
pero al saber que no era así decidió no darle importancia y solo disfrutar.
Tocaron a la puerta mientras se
secaba el cabello, abrió y sonrió al ver a Yerie allí, quien ingreso enseguida
para afirmar su rostro y besarla. Leslie gimió contra su boca.
—Buenos días, hermosa —murmuró él y
volvió a besarla.
—Hola —susurró.
Él sonrió y se movió, Alex apareció
allí, también para besarla y atraerla a su cuerpo. Se quejó un poco al notar
que seguía desnudo.
—Debo irme —murmuró Alex contra su
mejilla. Ella se alejó y lo miró a los ojos. Sonrió suavemente.
—Está bien, ve tranquilo.
Él asintió y volvió a besarla.
—Cualquier cosa llámenme enseguida
—él miró a Yerie quien asintió enseguida.
—Sabes que lo haré.
Alex suspiró.
—Bien, es mejor que salga de aquí o
no me iré nunca —él observó la toalla que la mantenía oculta.
Leslie sonrió ante su expresión y
se la quitó como si nada.
—Por esto, dices tú.
Alex gimió al verla y Yerie se rió
entre dientes.
—Malvada, arreglaremos esto cuando
regrese —él agarró su rostro y la besó con firmeza —compórtense mientras no
estoy.
—Claro —soltaron ambos antes de
reírse y verlo salir del lugar. Yerie llegó tras ella y la abrazo.
—En verdad nos comportaremos.
—Nah —dijo ella y se encogió de
hombros —¿quieres comportarte?
Él volteo sus ojos.
—Con ese cuerpo, jamás.
Leslie volvió a reírse al darse
cuenta de que él la llevaba a la ducha y rio aún más cuando él le pido que
enjabonara su espalda.
***
Dos horas después Leslie estaba en
el jardín de su casa, observando la piscina cubierta. Yerie le había dicho que
si lo deseaba podían quitarla, solo debía hacer girar la manivela a un lado y
esta se movería, y como el agua se purificaba cada cierto tiempo sola podía
bañarse sin problemas.
Ella sonrió mientras hacía girar la
pequeña manivela y luego sonrió. Mientras esperaba se pegunto que serían de sus
amigas, hacía semanas que no sabía nada de ellas y eso la entristecía un poco.
Bueno, sabía que tampoco es como si pudiera verlas mucho, con eso de cambiar de
planeta todas estaban ocupadas, pero aun así… tuvo deseos de hablar con las
tres y contarles y preguntarles sobre su vida en Nuevo Edén.
—Hermosa —la llamó Yerie y se giró
para verlo —tengo que hacer una llamada —él miró en todas direcciones—, me
espera antes de meterte a nadar.
Asintió enseguida.
—Solo voy a quitar la cubierta y me
sentare allí —apuntó una hamaca puesta entre dos árboles.
Él sonrió.
—Bien, cualquier cosa estaré en la
sala, regresó enseguida.
Ella volvió a sentir y lo vio ingresar en la casa, Yerie
se giró para verla antes de desaparecer tras la puerta.
Leslie suspiró. Sabía que todo el
mundo estaba muy preocupado por lo que pasaba y era triste que incluso en el
patio de su propia casa no pudiera sentirse segura.
Al ver que el sol se estaba
ocultando tras algunas nubes decidió ingresar a la casa, volvió a cubrir la
piscina rápidamente y suspiró, ya no tenía tantas ganas de nadar. Dio dos pasos
hacia la puerta cuando las cortinas metálicas de las ventanas bajaron con un
fuerte estruendo. Leslie saltó cuando lo mismo pasó con las casas alrededor. El
sonido del metal lleno el aire por varios segundos congelándola en su lugar.
Solo cuando algo golpeo la puerta
desde dentro con fuerza despertó y se movió hacia ella. También al golpeo con
sus puños y gritó el nombre de Yerie.
—La tarjeta —jadeo y reviso sus
bolsillo, nada. Claro que no la tenía, si hacía tiempo que se dijo que iba a
buscarla.
Como siguieron golpeando la puerta
imaginó que debía ser Yerie quien intentaba abrirla, pero porque no usaba su
tarjeta, como los golpes se detuvieron ella esperó y luego corrió hacia la
puerta de enfrente. Lo mismo paso, solo escuchó los golpes y nada más.
—¿Qué pasa? —murmuró y miró tras de
sí.
Ella caminó hacia la calle mientras
rodeaba su pecho con sus brazos. Había varias mujeres y hombres fuera de sus
casas, algunas con niños y como ella miraban alrededor sin saber que era todo
eso.
—¿Quien la acompaña? —le
preguntaron desde el frente, uno de sus vecinos que estaba con su mujer.
—Yerie —le respondió —yo estaba en
el patio y él en la casa.
Este asintió y miró a ambos lados
de la calle.
—Regrese al patio, y no salga de
allí.
Él se giró a su mujer y la guio
hacia el patio de su propia casa. Leslie decidió obedecer y se giró, se congeló
cuando observó que todas las casas estaban como la suya, y aún más cuando notó
que varios y enormes camiones se acercaban a gran velocidad.
—Qué… rayos —jadeo.
—Vaya a su casa —le gritó el
hombre, saltó por la impresión y lo miró —quédese en su patio, ocúltese allí
—al ver la palidez de su rostro se asustó y asintió.
Con eso ella regresó al patio y
miró en todas direcciones. No hayo ningún lugar donde ocultarse. Se congeló
cuando escuchó a algunos de los vehículos detenerse, y palideció al oír a
hombres gritar órdenes de “levanten las manos” y “quietos”. Algunos gritos se
oyeron a su alrededor. Algo le decía que si no se ocultaba pronto iba a ser una
de las mujeres que gritaban y cuando escuchó pasos solo atinó a correr hacia la
piscina, mover el plástico que la cubría y arrastrarse bajo ella con mucha
dificultad.
Leslie se hirió y raspó la piel de
sus brazos mientras se encendía y se estremeció cuando ingreso al agua helada.
Volvió a ordenar lo mejor que pudo el plástico sobre su cabeza y nado hacia el
otro lado. Tenis unos diez centímetros fuera del agua. Ella solo se apretó en
un rincón, afirmando su vestido entre sus piernas y acurrucándose allí.
Ahora solo podía esperar que no la
encontraran.
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