lunes, 11 de agosto de 2014

La fantasía de Leslie, Cuarta parte, Capitulo 5.


Cuarta parte
Capitulo 5
Leslie se congeló y casi dejó de respirar cuando oyó pasos que se acercaban. Unos segundos después dos hombres comenzaron a hablar.
—Esta es la casa —dijo el primero.
Ella se agazapo aún más contra el rincón y cerró los ojos.
—¿Crees que este dentro? —dijo el segundo hombre.
—Lo más probable, pero no estará sola. Nos dijo que quería a las cuatro mujeres vivas —murmuró el primero—, hay que abrir estas persianas y revisar. Dame la tarjeta.
—Bien, toma.
Leslie prestó atención enseguida ante la mención de una tarjeta, luego, cuando oyó las persianas levantarse, saltó suavemente ante el ruido y se obligó a no moverse. Solo cuando los pasos se alejaron se movió por el borde de la piscina hasta el hueco por donde había ingresado. Observó por allí hacia la casa y dudó. No sabía si debía salir de allí e ir a pedir ayuda, o quedarse y esperar. Pero, Yerie estaba allí, podrían hacerle daño, lo mejor era buscar a alguien.

Ella se congeló cuando oyó un estruendo proveniente de la casa. Llevó una mano sobre su boca cuando los dos hombres salieron de la casa arrastrando a Yerie. Lo lanzaron contra el suelo ya fuera pero este logró afirmarse antes de caer. Yerie miró en todas direcciones, buscándola. Al ver su rostro y la sangre en su labio y ceja se sintió enferma.
—De rodillas —uno de los hombres gritó.
Yerie apretó la mandíbula y se giró para verlo.
—De rodillas he dicho —el hombre se acercó y lo golpeo en el estómago. Yerie tosió y aunque observo al hombre uno segundo terminó por obedecer, luego levantó sus manos y las puso tras su cabeza.
—¿Dónde está? —preguntó el otro hombre con más calma.
Yerie soltó un bufido, nada más.
El segundo hombre se acercó a él y gruñó.
—La encontraremos si o si, contigo vivo o muerto, ¿dónde está?
Leslie se estremeció y observó fijamente la cabeza de Yerie, no podía ver su rostro.
—En verdad creen que se los diré.
Volvieron a golpearlo, Yerie cayó sobre sus manos en el suelo.
—Y en verdad crees que nos interesa mantenerte vivo. Revisaremos la casa, los alrededores, ella aparecerá antes o después, quizás después muerta en el bosque, pero aparecerá.
Yerie se levantó enseguida al oírlo.
—Y acaso que ustedes la encuentren es mejor que eso —escupió Yerie, Leslie volvió a estremecer —crees que no sé lo que le hacen a las mujeres, como las tratan.
Uno de los hombre arrugó su frente, él otro sonrió como si nada.
—Hay millones de ellas en la tierra, crees que por una que incluso tendría que compartir cambiaria eso, el poder decidir: cuando, como y con quien.
Leslie lo miró incrédula, Yerie soltó un bufido y el otro hombre solo mantuvo su expresión neutral.
—Pues a eso se limitara tu vida, pasaras el resto de ella vacío —el hombre se alejó de Yerie —sí, te acostaras con varias mujeres, cuando quieras, pero no serás más que eso, más que un momento, nada más.
—Debemos irnos —dijo el otro hombre —hay que encontrarla, probablemente los demás ya atraparon a las otras tres—. Yerie y ella lo miraron un segundo.
—Bien, última oportunidad —dijo el primer hombre—, o nos dices dónde está, o te matamos aquí y ahora. O mejor —él sonrió con maldad —si sales de tu escondite mujer, lo dejaré vivir.
Leslie cerró los ojos con fuerza.
—Ella no… —Yerie guardo silencio al ser golpeado de nuevo.
—Silencio —gruñó el hombre —es simple, vives si ella aparece, mueres si no.
—Prefiero morir —escupió con rabia Yerie.
El hombre suspiró y alzó el arma.
—Tu vida —dijo y se encogió de hombros.
Al ver que de verdad iba a matarlo Leslie jadeo. Todos se tensaron al oírla y ella se quejó. Un segundo después salió de la piscina con más dificultad que con la cual entró.
No fue capaz de mirar a los ojos a Yerie. Sabía que él habría preferido morir que permitir eso. Ella solo observó a los dos hombres, erguida y tensa. Los miró de la misma forma que miraba a algunas chicas antes de modelar. Diciéndoles que ella era claramente mejor.
—Aquí estas —dijo el primero hombre, sonrió.
—Vámonos —dijo el segundo, la apuntó y luego le indicó que caminara delante.
—No —jadeo Yerie y allí lo miró. Solo logró ver sus ojos unos segundos antes de que lo golpearan con fuerza en la cabeza. Él cayó inconsciente enseguida.
Leslie gritó al verlo y quiso llegar a él, pero al ver que el hombre le apuntaba con su arma se congeló.
—Dijiste que no lo matarías —jadeo contendiendo las ganas de llorar.
—Y no lo haré —él alzo una ceja —compórtate y seguirá con vida —su expresión cambio por completo haciéndola dar un paso hacia atrás asustada —comete cualquier error y él y su amante morirían.
Leslie lo miró fijamente sorprendida.
—Qué, crees que nadie sabe que lo son —el hombre se vio asqueado —me sorprende que te preocupes tanto con él sí solo te utilizaron para estar juntos.
—Tú no sabes nada —jadeo ella, apretó la mandíbula.
—Oh, tú crees —él volvió a sonreír —te aseguro que se más de lo que piensas, además —la miro de pies a cabeza —quien aceptaría en su sano juicio estar con una mujer incompleta —él observó su vientre un segundo, Leslie tuvo deseos de cubrirlo con sus brazos —si no es simplemente para aprovecharse de la situación.
—Vámonos —dijo el otro hombre y volvió a apuntar al frente.

Leslie dejó de observarlos y luego de mirar a Yerie una última vez se giró y caminó en dirección a la calle. Tembló cuando la empujaron con el arma para que subiera a uno de los vehículos, se sentó al lado de otra mujer que tenía un labio partido y abrazo su cuerpo. Había media docena de mujeres allí, ninguna dijo nada mientras cerraban la puerta y el vehículo se ponía en macha.

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