Cuarta parte
Capitulo 8
Días después.
Leslie tenía una serie de recuerdos
en su mente. Ella sentía que alguien se había metido en su cerebro para
cortarlos y dejar solo parte de ellos allí. Podía recordar despertar en una
cama de hospital sin que nadie estuviera a su alrededor. Podía recordar el
dolor en su vientre y el vendaje allí. Podía recordar al médico que la reviso
en una ocasión. Incluso recordaba a sus amigas a su alrededor, hablando muy
bajito entre ellas, como si creyeran que no las oía.
—No puedo creer que no confiara en nosotras —había
murmurado Anais.
—Estoy muy molesta con ella y
contigo —habló Bárbara.
Había oído a Jenna suspirar.
—Era su secreto, no el mío —esta se
quejó.
—Aun así —había soltado Bárbara y
Anais.
—Basta —las calló Jenna —dejen esto
para después, ahora lo importante es que despierte.
—Supieron que Alex le rompió la
nariz a Brian —dijo Anais un segundo después.
¿Quién es Brian?, pensó Leslie.
—Se lo merece —murmuró Bárbara.
—Tú no debiste decirle al asignado
de Leslie lo que su hermano había dicho —soltó Jenna.
—Tenía que saberlo —se había quejado
ella—, además por mucho que hubiera sido un soldado infiltrado en ese lugar, él
fue malvado, cruel, se merecía más que una nariz rota.
Luego de eso se perdió el resto de
la conversación.
Cuando por fin despertó Leslie
observó alrededor de la habitación. Suspiro al ver que estaba otra vez en un
hospital y se quejó luego de moverse. Levantó la sabana para observar la venda
en su vientre. Gimió y la cubrió otra vez.
Una hora después ya había sido
revisada por un médico muy joven, ahora observaba las noticias, a Yerie hablar
sobre la captura de los rebeldes, sobre el plan que habían usado los soldados
para atraparlos. Ella se fijó en su mandíbula tensa, las ojeras bajo sus ojos
que no habían logrado ocultar, incluso en que tendida a observar algo en algún
punto cerca de la cámara.
Ella se recostó en la cama y suspiró.
Cuanto tendría que esperar allí para que fueran por ella. Solo quería ir a
casa, a su cama, deseaba dormir y despertar por el calor, porque Yerie y Alex
la están abrazando. Los echaba tanto de menos, que le sorprendía. Era como si
le faltaran partes en su corazón, y en su estómago, incluso le dolía eso aunque
no tuviera nada.
Lo único que deseaba era estar ceca
de ambos para no pensar. No quería recordar lo que ese hombre le había dicho,
su rechazo, no quería auto compadecerse otra vez. Ya había tenido mucho de eso
en su vida, demasiado.
Horas después un suave golpe la
hizo salir de su letargo y sus pensamientos sombríos.
—Adelante —dijo y se sentó al ver a
Bárbara ingresar. Estaba más limpia y con color en su rosto.
—¿Les, cómo estás? —preguntó ella y
se acercó para abrasarla, suspiró contra ella.
—Bien, solo un poco cansada de
estar aquí.
—¿Bien? —soltó su amiga y la miró —casi
tengo a mi hijo cuando te vi herida en el suelo, no estás bien.
Leslie se encogió de hombros.
—Lo siento —Bárbara negó enseguida.
—No te disculpes, no fue tu culpa.
Su amiga apuntó su vientre.
—Nos dijeron que habían tenido que
operar para sacar la bala —Leslie asintió.
—Sí, me lo dijeron, aunque parece
que se entretuvieron más allí, me muevo y duele —ambas sonrieron un poco.
Leslie se limpió la garganta.
—Sabes cómo están mis asignados.
Su amiga alzo ambas cejas.
—Mm, bueno, lo último que supe es
que estaban muy ocupados, uno de ellos, el medico…
—Alex —dijo enseguida, ella
asintió.
—Ha estado trabajando con otros
médicos con los heridos, hubo muchos —asintió—, el otro sigue informando a
todos sobre lo que pasa —apuntó la televisión.
—No deben tener tiempo para venir a
verme —murmuró más para ella que para Bárbara.
—No —soltó su amiga enseguida —no
pienses así, ellos estuvieron aquí con nosotras todos los días que estuviste inconsciente,
se nos informó que hoy despertarías así que deben estar por venir.
Leslie abrió y cerró la boca, luego
asintió.
—Leslie —dijo su amiga —ellos te
aman, no dudes de eso.
La miró sorprendida enseguida. No
pudo decir nada y Bárbara sonrió ante su mutismo.
—Yo sé lo que te digo.
Ella suspiró un segundo después.
—Solo quiero irme a casa.
—¿Qué casa? —preguntó ella de repente.
—Con mis asignados —respondió un
poco confundida.
Ella sonrió y se sentó a su lado.
—Y tú, ¿cómo estás?
—Yo bien en verdad —le sonrió y
apunto fuera con un movimiento de cabeza —no tengo mucho tiempo, me esperan
afuera.
—¿Tus hombres? —ella asintió.
—Los cinco, me quieren en casa
—sonrío al decirlo.
—Eso está bien —murmuró ella.
—¿Cómo te sientes con ellos, tu
asignados?
La miró sin saber a qué se refería.
—Con esto de Brian —continuó ella, arrugó
su frente —mm, es el hermano de Alex.
—Ah —dijo ella —no lo sé, no he
pensado en eso.
—No todos son como él Leslie,
bueno, ese hombre solo me demostró que no todos aquí son perfectos como creía
pero por suerte es uno entre mil —Bárbara le sonrió y tocó su brazo —piensa que
tuviste suerte de no tenerlo de asignados.
—Fue porque él no quiso —tragó —me
rechazo por no…
—Eso solo demuestra que no valía la
pena tenerlo cerca, pienso en los otros dos, ellos si aceptaron.
Para estar juntos, pensó
sombríamente.
—¿No los amas? —dijo su amiga,
sorprendiéndola de repente.
Leslie arrugó su frente.
—Yo…no…
—¿No? —dijo su amigas.
—Quiero decir sí.
—¿Sí? —ella esperó.
—No lo sé.
—Sí lo sabes —dijo Bárbara —solo
dímelo, no se lo diré a nadie.
—Es que…—suspiró —los conozco tan
poco.
—Tienes el resto de tu vida para
conocerlos Leslie —ella negó con su cabeza y se levantó. —Mira, piensa en esto,
no es necesario que me respondas —Leslie asintió. —¿Te preocupas por ellos? —sí, pensó —¿Te gusta estar con ellos? —sí, volvió a pensar —¿Echas de menos a
uno cuando se va a trabajar? —sí,
suspiró —¿Te aterra la idea de no verlos jamás? —hizo una mueca —y peor —ella
se acercó un poco —¿cómo te sentirías si uno de ellos estuviera con otra mujer?
Jadeo.
—Eso jamás pasara —dijo molesta.
Bárbara sonrío.
—Sí, ahora ya se la respuesta, y tu
igual.
—Sí —susurró. Porque sí se
preocupaba por ellos, sí los echaba de menos, sí le aterraba la idea de no
verlos más, y amaba estar con ambos o uno solo, y se moriría de celos si
algunos de ellos se atreviera aunque sea una sola vez a ver a otro mujer. Solo que… volvía a tener dudas, miedo.
Ahora sabía que los amaba, que
quería que los tres fueran una familia. Los quería a ambos cerca de ella para
siempre. Pero y si ellos no, Alex y Yerie se amaban entre sí, pero ¿y a ella?
Suspiró. Bárbara se despidió de
ella y la dejó sola.
—Los amo, pero tengo miedo —murmuró
a nadie.
Volvió a mirar la televisión. Ahora pensando en
que hacer para que saber que sentían ellos por ella, en verdad, y si tenía
suerte, hacer por fin esa famosa y nombrada unión.
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