lunes, 28 de julio de 2014

La fantasía de Leslie. Segunda parte, Capitulo 3.


Segunda parte
Capítulo 3
Hacia una semana Yerie y Alex habían estado comportándose de forma extraña. Leslie los observó hablar tranquilamente mientras intentaba imaginar que había pasado para que ellos volvieran a estar más tranquilos. El día que Yerie la besó en la sala se había quedado dormida sobre el sofá. Luego, al despertar confundida, había buscado al par por la primera planta. Al no encontrarlos llegó a la cocina para ver que no habían cenado. Fue allí que Alex había ingresado al lugar, más tranquilo que antes.
Ella arrugó su frente al verlo, lo hizo aún más cuando Yerie apareció unos minutos después también con el ceño fruncido. Él al verla había sonreído.
—Te estaba buscando —le dijo como si nada.
Ella no cambio el semblante.

—Me quede dormida.
Ambos se habían mirado, apenas una fracción de segundo. Yerie le había pedido disculpas por eso e insistió en que comieran.
Ahora, días después las cosas seguían igual que al principio. Con ellos más tranquilos, solo que ella seguía manteniendo el ceño fruncido, se notara o no.
Ellos siguieron hablando como si nada, Leslie se sintió levemente fuera de lugar, tenía la sensación de que si ella se levantaba y los dejaba solos ni siquiera lo notarían. Y eso la hacía sentir como una niña molesta porque no tenía la atención de sus padres.
Suspirando dejó su tenedor, dijo un suave permiso y abandonó el comedor. Unos minutos después ya estaba en su habitación, sentada cerca de la ventana observando la piscina cubierta.
—Leslie —ella cerró los ojos al oír la voz de Yerie, no lo miró—, ¿estás bien?
—Sí, lo estoy —dijo como si nada.
—No parece que fuera así —Yerie ingresó a su habitación y se detuvo a un lado. Lo observó un segundo—. En la mañana apenas hablaste y ahora ni siquiera terminaste tu cena —él frunció el ceño—, ¿estás enferma?
Ella solo lo observó, luego miró por la ventana y negó con su cabeza.
—Dime que está mal —murmuró él, más cerca.
—Yo —confesó—, aquí.
—¿Qué? —él se oía confundido.
—Estas arrepentido de haber aceptado ser mi asignado—. Él tomó aire con fuerza y lo miró.
—No, claro que no, por qué piensas eso.
—¿Por qué Alex acepto serlo? —preguntó, obviando su respuesta.
Él abrió y cerró la boca, luego suspiró.
—¿Por qué aceptaste tú?
—Creo que te lo dije —ella se encogió de hombros. —Lo acepté porque me gustaste, porque mi deseo es formar una familia contigo.
—Y Alex —agregó ella observando fijamente su rostro.
Yerie solo la observó, Leslie pudo ver que algo pasaba por sus ojos, quizás confusión por sus palabras o quizás no, pero al final el terminó por aceptar y asentir con su cabeza.
Ella volvió a observar por la ventana, cerró los ojos cuando él acaricio su mejilla con su pulgar y luego la hizo mirarlo. Yerie la observaba con intensidad, lo hizo por segundos, casi como si pensara y la examinara.
—Tengo tantas cosas que contarte —ella esperó —solo que pido un poco de paciencia.
Leslie lo observó fijamente unos segundos antes de asentir y sonreír lo más tranquila que pudo. Solo que ahora fue ella la que toco su rostro y se acercó a él para besarlo. Yerie suspiró contra ella y la atrajo contra su cuerpo en un abrazo.
Los dedos de Yerie acariciaron el contorno de su rostro, de su cuello y sus hombros. Continuaron por sus brazos hasta su espalda, donde hicieron círculos, lentos y relajantes. Leslie suspiró contra su boca, contra la sensación de tranquilidad que le daba. Él era tan dulce con ella, tan tranquilo y atento. Era como si encendiera su cuerpo lentamente, y no de una mala manera.
Él la besó por largos rato hasta que la atrajo más cerca de su pecho, hasta que la apretó contra todo él. Leslie gimió suavemente y levantó sus brazos para rodear su cuerpo. Él la alzó y llevó hasta la cama. Ya allí la recostó y se acomodó sobre ella.
Ambos gimieron antes el contacto.
Ella susurró su nombre causando que él se alejara un poco para ver su rostro. Un segundo después él cerró los ojos y tomó aire, como si intentara tranquilizares.
—Debo…
Al ver que pretendía alejarse lo afirmo.
—No —susurró—, quédate conmigo —estuvo casi tentada a rogar.
Yerie tomó aire al oírla, y luego trago tenso.
—¿Por qué te alejas de mí de esa manera? —susurró ella queriendo la verdad.
Pensando que debía haber preguntado por qué se detenía siempre antes de hacerle el amor. Él solo la observó y acaricio su brazo con su mano, distraídamente.
—¿No me deseas? —preguntó, seria.
Él cerró los ojos y luego sonrió. Cuando la miró ella trago levemente nerviosa.
—Lo hago, te deseo Leslie, cómo no hacerlo —él besó su mejilla y llego a su oído—, eres la mujer más hermosa que he conocido.
Allí está otra vez, pensó ella. Él en verdad parecía creer eso.
—¿Entonces? —susurró.
—¿Me deseas? —preguntó él en cambio.
Asintió.
—No. Dilo —pido él con amabilidad, se alejó y la miró.
—¿Y tú? —Él la miró  confundido —Me deseas a mi o a la mujer hermosa que soy.
Yerie arrugó su frente hasta que se movió y tomó su rostro con una mano, afirmándola para que no evitara su mirada.
—Tú eres hermosa, por dentro y fuera —lo observó —y lo sabes, ¿cierto?
Ella se encogió de hombros. Se sentía como una niña tonta.
—Siempre me han dicho que lo soy, solo que…
Solo que lo hacían como si contaran un hecho, como decir ella es hermosa y por eso podemos hacer más dinero.
—Eres hermosa —susurró él —aquí —él tocó su pecho, sobre su corazón —y aquí —acaricio su frente—. Créeme —pido él —lo eres.
Leslie asintió suavemente, creyendo en sus palabras.
—Entonces —siguió él —¿me deseas?
Ella rió y asintió.
—Sí, lo hago —tomó aire —te deseo Yerie —lo miró a los ojos —quiero que me hagas el amor.
Lo vio cerrar los ojos ante su afirmación y volvió a sonreír.
—Gracias a los dioses por eso —murmuró él y la besó.
Leslie no puedo preguntar por qué decía eso, se olvidó del asunto apenas él unió su boca con la suya.

—Entonces —murmuró él y mordió su labio inferior —déjame hacerte el amor.

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