Segunda parte
Capítulo 3
Hacia una semana Yerie y Alex
habían estado comportándose de forma extraña. Leslie los observó hablar
tranquilamente mientras intentaba imaginar que había pasado para que ellos
volvieran a estar más tranquilos. El día que Yerie la besó en la sala se había
quedado dormida sobre el sofá. Luego, al despertar confundida, había buscado al
par por la primera planta. Al no encontrarlos llegó a la cocina para ver que no
habían cenado. Fue allí que Alex había ingresado al lugar, más tranquilo que
antes.
Ella arrugó su frente al verlo, lo
hizo aún más cuando Yerie apareció unos minutos después también con el ceño
fruncido. Él al verla había sonreído.
—Te estaba buscando —le dijo como
si nada.
Ella no cambio el semblante.
—Me quede dormida.
Ambos se habían mirado, apenas una
fracción de segundo. Yerie le había pedido disculpas por eso e insistió en que
comieran.
Ahora, días después las cosas
seguían igual que al principio. Con ellos más tranquilos, solo que ella seguía
manteniendo el ceño fruncido, se notara o no.
Ellos siguieron hablando como si
nada, Leslie se sintió levemente fuera de lugar, tenía la sensación de que si
ella se levantaba y los dejaba solos ni siquiera lo notarían. Y eso la hacía
sentir como una niña molesta porque no tenía la atención de sus padres.
Suspirando dejó su tenedor, dijo un
suave permiso y abandonó el comedor. Unos minutos después ya estaba en su
habitación, sentada cerca de la ventana observando la piscina cubierta.
—Leslie —ella cerró los ojos al oír
la voz de Yerie, no lo miró—, ¿estás bien?
—Sí, lo estoy —dijo como si nada.
—No parece que fuera así —Yerie
ingresó a su habitación y se detuvo a un lado. Lo observó un segundo—. En la
mañana apenas hablaste y ahora ni siquiera terminaste tu cena —él frunció el
ceño—, ¿estás enferma?
Ella solo lo observó, luego miró
por la ventana y negó con su cabeza.
—Dime que está mal —murmuró él, más
cerca.
—Yo —confesó—, aquí.
—¿Qué? —él se oía confundido.
—Estas arrepentido de haber
aceptado ser mi asignado—. Él tomó aire con fuerza y lo miró.
—No, claro que no, por qué piensas
eso.
—¿Por qué Alex acepto serlo?
—preguntó, obviando su respuesta.
Él abrió y cerró la boca, luego
suspiró.
—¿Por qué aceptaste tú?
—Creo que te lo dije —ella se
encogió de hombros. —Lo acepté porque me gustaste, porque mi deseo es formar
una familia contigo.
—Y Alex —agregó ella observando
fijamente su rostro.
Yerie solo la observó, Leslie pudo
ver que algo pasaba por sus ojos, quizás confusión por sus palabras o quizás
no, pero al final el terminó por aceptar y asentir con su cabeza.
Ella volvió a observar por la ventana,
cerró los ojos cuando él acaricio su mejilla con su pulgar y luego la hizo
mirarlo. Yerie la observaba con intensidad, lo hizo por segundos, casi como si
pensara y la examinara.
—Tengo tantas cosas que contarte
—ella esperó —solo que pido un poco de paciencia.
Leslie lo observó fijamente unos
segundos antes de asentir y sonreír lo más tranquila que pudo. Solo que ahora
fue ella la que toco su rostro y se acercó a él para besarlo. Yerie suspiró
contra ella y la atrajo contra su cuerpo en un abrazo.
Los dedos de Yerie acariciaron el
contorno de su rostro, de su cuello y sus hombros. Continuaron por sus brazos
hasta su espalda, donde hicieron círculos, lentos y relajantes. Leslie suspiró
contra su boca, contra la sensación de tranquilidad que le daba. Él era tan
dulce con ella, tan tranquilo y atento. Era como si encendiera su cuerpo
lentamente, y no de una mala manera.
Él la besó por largos rato hasta
que la atrajo más cerca de su pecho, hasta que la apretó contra todo él. Leslie
gimió suavemente y levantó sus brazos para rodear su cuerpo. Él la alzó y llevó
hasta la cama. Ya allí la recostó y se acomodó sobre ella.
Ambos gimieron antes el contacto.
Ella susurró su nombre causando que
él se alejara un poco para ver su rostro. Un segundo después él cerró los ojos
y tomó aire, como si intentara tranquilizares.
—Debo…
Al ver que pretendía alejarse lo
afirmo.
—No —susurró—, quédate conmigo
—estuvo casi tentada a rogar.
Yerie tomó aire al oírla, y luego
trago tenso.
—¿Por qué te alejas de mí de esa
manera? —susurró ella queriendo la verdad.
Pensando que debía haber preguntado
por qué se detenía siempre antes de hacerle el amor. Él solo la observó y
acaricio su brazo con su mano, distraídamente.
—¿No me deseas? —preguntó, seria.
Él cerró los ojos y luego sonrió.
Cuando la miró ella trago levemente nerviosa.
—Lo hago, te deseo Leslie, cómo no
hacerlo —él besó su mejilla y llego a su oído—, eres la mujer más hermosa que
he conocido.
Allí está otra vez, pensó ella. Él
en verdad parecía creer eso.
—¿Entonces? —susurró.
—¿Me deseas? —preguntó él en
cambio.
Asintió.
—No. Dilo —pido él con amabilidad,
se alejó y la miró.
—¿Y tú? —Él la miró confundido —Me deseas a mi o a la mujer
hermosa que soy.
Yerie arrugó su frente hasta que se
movió y tomó su rostro con una mano, afirmándola para que no evitara su mirada.
—Tú eres hermosa, por dentro y
fuera —lo observó —y lo sabes, ¿cierto?
Ella se encogió de hombros. Se
sentía como una niña tonta.
—Siempre me han dicho que lo soy,
solo que…
Solo que lo hacían como si contaran
un hecho, como decir ella es hermosa y por eso podemos hacer más dinero.
—Eres hermosa —susurró él —aquí —él
tocó su pecho, sobre su corazón —y aquí —acaricio su frente—. Créeme —pido él
—lo eres.
Leslie asintió suavemente, creyendo
en sus palabras.
—Entonces —siguió él —¿me deseas?
Ella rió y asintió.
—Sí, lo hago —tomó aire —te deseo
Yerie —lo miró a los ojos —quiero que me hagas el amor.
Lo vio cerrar los ojos ante su
afirmación y volvió a sonreír.
—Gracias a los dioses por eso
—murmuró él y la besó.
Leslie no puedo preguntar por qué
decía eso, se olvidó del asunto apenas él unió su boca con la suya.
—Entonces —murmuró él y mordió su
labio inferior —déjame hacerte el amor.
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