Primera parte
Capitulo 4
El General regresó al siguiente día
como le había dicho. Al ingresar a la habitación él la observó enseguida,
esperando.
Leslie suspiró y asintió suavemente.
—Sí, quiero quedarme —soltó.
Sí, si quería, quizás aquí podría
encontrar un hogar.
El General asintió y sonrío luego de
unos segundos.
—En dos horas vendré por ti.
—¿Ya? —preguntó sorprendida.
—Sí, solo faltaba tu respuesta para
esto.
El General salió de la habitación y
ella se sentó en la cama.
Eso quería decir que ya le habían sido
asignados hombres, que alguien ya sabía sobre ella y aun así había aceptado.
Suspiró temblorosamente, eso la asustaba un poco.
***
Cuando el General regresó, Leslie se
giró enseguida para verlo entrar a la habitación. Él apuntó fuera de la puerta
indicándole que saliera. Lo observó un segundo antes de hacerlo, como si
necesitara unos segundos para darse valor.
Afuera se detuvo enseguida al ver a
dos hombre allí. El General llegó a su lado y la guió fuera del hospital.
—Entonces —murmuró Leslie en el
automóvil, observó al General a su lado —¿Qué pasará ahora?
—Pasaras por tu asignación —dijo él
con tranquilidad.
Alzó una ceja.
—¿Pero no se supone que ya tengo
asignados?
Él la miró a los ojos.
—Sí, pero esta pequeña y significativa
reunión también sirve para decirle a los demás hombres que ya tienes una
familia.
—Que ya pertenezco a alguien — dijo con
cierta ironía.
El General rió a pesar de sus
palabras.
—Se podría decir—. Él siguió sonriendo
—Mi mujer dice que yo le pertenezco de cierta menara —ella sonrío suavemente
—ya ves.
—Entiendo —aseguró —es como una unión
civil, un matrimonio público.
—Exacto.
Ella asintió suavemente y observó por
la ventana.
Así que como un matrimonio, pensó.
—¿Cuantos asignados tendré? —preguntó
enseguida.
El General sonrío y negó con su
cabeza.
—Eso lo sabrás en pocos minutos.
***
Ya en la central de justicia y
reclamación Leslie observó el elegante edificio antes de seguir al General. Él
la hizo subir a un ascensor, apenas este se detuvo y las puertas se abrieron
una mujer más baja que ella aprecio en frente, sonriendo como si nada.
—Hola, yo son Anabela—. Leslie observó
un segundo al General y luego a la mujer.
—Hola, soy Leslie.
Ella asintió enseguida.
—Lo sé —Anabela apuntó a un lado y la
siguió. —El General me contó que eres amiga de Bárbara —asintió —bien, eso
significa que debes saber dónde estás, todas sus amigas lo saben.
Sonrió.
—¿Las conociste a todas?
—Sí —asintió suavemente. —¿Tienes
alguna pregunta?, ¿ duda?
—No, a decir verdad creo saber lo
suficiente. Que estoy en otro planeta de otra galaxia en una ciudad llamada
Nuevo Edén, que aquí solo engendran hombres y por eso recurren a la tierra por
mujeres, y que estoy a punto de pasar por mi asignación, donde me entregaran a
mis aginados—. Anabela sonrío.
—Muy bien, eso resume casi todo.
Arrugó su frente.
—¿Qué me falta?
—Que tus asignados serán seleccionados
para ti y entregados, en base a varios métodos de búsqueda. Que puedes confiar
en ellos para lo que necesites y que si tienes una duda puedes llamar al
General o a mí.
Leslie sonrío.
—O a mis amigas —dijo entre pregunta y
afirmación.
Anabela asintió suavemente.
—También.
La mujer apuntó unas puertas dobles y
la hizo detenerse.
—Aquí es.
Leslie tomó aire, estaba muy nerviosa.
—No te preocupes —le dijo ella
suavemente —yo llevo años aquí y nunca me he arrepentido.
Leslie asintió y abrió las puertas.
Esperaba que su decisión fuera la
correcta, en verdad deseaba encontrar un hogar en ese extraño mundo.
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