viernes, 18 de julio de 2014

La fantasía de Leslie. Primera parte, Capitulo 3.


Primera Parte
Capitulo 3 

Un mes después…
Leslie llevaba un mes allí, en esa habitación que la estaba volviendo loca. Era demasiado tiempo para su cabeza, demasiado tiempo observando las mismas paredes. Por extrañas razones hacía más de dos semana habían puesto una televisión allí, como si le dijera que iba a ser su único entretenimiento por un largo tiempo.
Suspiró.
¿Por qué simplemente no la enviaban a casa? Ella sabía, lo supo apenas Bárbara les habló de ese lugar, que no servía para estar allí, todas menos ella, servían para eso.
Mientras observaba el noticiero y al hombre de ojos azules allí, suspiró. Si las cosas hubieran sido diferentes habría disfrutado estar con alguien como él.
Cabello negro, ojos azules, mentón cuadrado. Volvió a suspirar.

—¿Por qué tengo tan mala suerte? —murmuró.
Justo en ese segundo tocaron a su puerta.
—Adelante —dijo.
Se sentó derecha en la cama al ver al General Gutter allí.
—Buenas tardes Leslie.
—Hola —murmuró ella.
—Lamento la tardanza.
Él tomó una silla y se sentó cerca de la cama.
—Debemos hablar.
Leslie se tensó y observó alrededor.
—Creo que sabes de qué.
Asintió suavemente.
—Creo saberlo —murmuró.
Suspiró y luego se dio el valor para verlo a los ojos. Apretó la mandíbula al observar cierta lastima allí, no le gustaba que le tuvieran lastima.
—¿Me van a enviar a la tierra?, ¿voy a regresar a  mi hogar?
Él solo la observó unos segundos.
—¿Te gustaría que fuera así?
Ella abrió y cerró la boca, no sabía que decir. Por un segundo se había permitido fantasear con eso de quedarse en Nuevo Edén, pero sabía que no sería de ese modo. Ella no servía para eso, se dijo por centésima vez.
—No lo sé —confesó.
Tenía la impresión de que no servía de nada mentir.
—Tus amigas ya tienen asignados —sonrió suavemente—, Jenna y Anais se están adaptando bien, y Bárbara, ella ya ha establecido su familia aquí.
—Pero no me puedo quedar simplemente porque ellas estén bien—. Observó la televisión y al hombre allí —cuando Bárbara nos explicó qué era este lugar, supe enseguida que no me quedaría.
—¿Desde cuándo lo sabes?
Lo miró.
—Digamos que desde siempre.
Él suspiro.
—¿Qué pasa en estas situaciones? —le preguntó.
 Él arrugó su frente.
—Depende de las mujeres en ese caso, si ellas desean irse se les ayudara a regresar, si no se les dará asignados.
Abrió la boca sorprendida.
—¿Aun así?
Él asintió.
—Aun así, necesito saber qué deseas niña, si quedarte o regresar a la tierra.
—A los asignados se les informará de mi situación si acepto quedarme.
—Sí, claro que si, sabes que es necesario.
—Pero, y si ellos no quieren permanecer a mi lado por eso, de todas maneras no es lo que buscan…
—Se les preguntara Leslie, no te preocupes por eso, si te quedas y te entregan asignados, ellos sabrán todo de ti, y estarán a tu lado porque así lo desean.
Leslie asintió suavemente.
—Puedes pensarlo hasta mañana —dijo él, lo vio ponerse de pie.
—Está bien —murmuró.
Luego de despedirse ella volvió a observar la televisión.
Podía elegir quedarse o irse, ella tenía que decidir, a pesar de que jamás podría tener hijos, aun así podía elegir.

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