Cuarta parte
Capítulo 10
Anais se sorprendió de lo rápido que los
tres se desvistieron. En un segundo ambos la tocaban sobre su vestido y al
siguiente ya sentía sus manos sobre su piel desnuda, además del sol y la suave
brisa del mar.
Ella gimió cuando la apresaron entre los
dos, cuando sintió el calor de sus cuerpos presionarse contra el suyo. Anais
besó a Jeremy con cierta desesperación mientras la boca de Gabriel se
entretenía en cuello y espalda. Él acaricio su trasero y luego sus piernas una
y otra vez. Solo que quería otra cosa, se dio cuenta en ese segundo que hasta
ahora no había tenido a ese hombre en su boca, aún no había podido probarlo
como debería.
Decidida se giró y lo enfrentó.
—Acuéstate —pidió. Él la observó unos
segundos antes de hacerlo.
Anais se acomodó entre sus piernas y se
dejó caer de rodillas, ya inclinada sobre él observó a Jeremy aún de pie y le
sonrió. Él entrecerró los ojos y se acercó enseguida.
Cuando lo probó Anais supo enseguida cuan
diferente era de Jeremy. Incluso esa parte de su cuerpo sabia desigual. Sonrió
al escuchar a Gabriel jadear y luego jadeó ella cuando la lengua de Jeremy la
tocó. Gimió y siguió con lo suyo. Lo acaricio de arriba abajo lentamente y luego con más velocidad, chupó
su cabeza mientras lo recorría con una mano mientras sentía a Jeremy hacer casi
lo mismo con ella. Parecía que imitaba sus movimientos, si iba más rápido se
apresuraba si iba más lento también lo hacía.
Ella jadeo cuando él empujó dos dedos
dentro de ella. Se retorció hacia él pidiéndole más y liberó a Gabriel cuando
Jeremy aceptó su pedido. Ella tomó aire lentamente al sentirlo ingresar a su
cuerpo, forzándola poco a poco y sin pausa a tomarlo entero.
—Dioses —gruñó él y salió igual de lento
que antes.
Ella se estremeció y jadeo. Unas manos
tocaron su rostro y recordó que tenía Gabriel bajo ella. Regresó a su caricia
con más desesperación que antes. Quería que se corriera lo antes posible.
—Anais —jadeo Gabriel y movió sus caderas
contra su boca.
Los tres establecieron un ritmo, que
aumentaba de velocidad, por unos segundos se perdieron entre gemidos y jadeos
hasta que Gabriel alejó a Anais de su sexo.
—No, espera —jadeo él —quiero córreme
dentro de ti.
Ella se quejó un segundo por eso pero
terminó por aceptar. Jeremy salió de ella al oírlo y Anais se movió sobre
Gabriel enseguida.
—No pequeña —dijo Gabriel tenso —que
Jeremy este abajo, eres demasiado estrecha para que él te tome por detrás.
—No —soltó enseguida —lo quiero a él
detrás y a ti justo de esta forma.
—Anais —jadeo él pero lo besó para
callarlo.
No quería que hicieran eso, pensó ella,
ambos tendrían el mismo tratamiento, recibirían
lo mismo de ella sin importar nada. Una parte de ella sabía que Jeremy
era más ancho que Gabriel y no le importaba, si le dolía iba a adaptarse y
punto.
—Abre más las piernas cariño —murmuró
Jeremy y aceptó.
Él se puso detrás de ella y luego de
humedecer sus dedos con su esencia la preparó.
—Jeremy —se quejó suavemente al ver que
se tomaría las cosas con calma.
—No cariño —dijo él —si me quieres aquí
será a mi modo —él introdujo dos dedos en su estrecho canal.
Jadeo.
Jeremy jugó con ella demasiado tiempo, la
tenía en el borde solo con esa caricia, dentro y fuera, lento y profundo, dos y
luego tres dedos la estiraron en varias direcciones.
—Lista —murmuró él y se preparó para
recibirlo.
Jadeo cuando lo sintió. Sí que era grande, pensó ella. Y justo
allí se sentía el doble de grande.
Jeremy siguió empujando lentamente para
volver a salir, una y otra vez. Lagrimas se reuniones en sus ojos y no de
dolor, lo necesitaba y la frustración la estaba matando.
—Pequeña —la llamó Gabriel y lo miró —¿te
duele?
—No —susurró —es que los necesito, ahora,
a ambos —pidió y volvió a estremecerse.
Ella casi grito cuando Jeremy ingresó en
su cuerpo más rápido y de una vez. Se quedaron quietos allí, acostumbrándose
ambos.
—Dioses —gruñó Jeremy —no voy a poder
soportar esto mucho tiempo.
Él salió lentamente y ella jadeó y gimió,
todo al mismo tiempo. Cuando Jeremy volvió a entrar se estremeció. Es demasiado, pensó.
—Gabriel —gruñó Jeremy —tienes que
hacerlo ahora.
Gabriel se quejó pero lo hizo. Jeremy
salió de su cuerpo y el ingresó, Anais volvió a estremecerse al sentirlo dentro
de ella, pero un segundo después gritó cuando su cuerpo fue invadido por
Jeremy. Ambos la tomaron lentamente, empujando hasta que sus caderas no podían
avanzar más.
—Necesito… —jadeó desesperada, está justo
allí, las lágrimas ya caían de su rostro libremente.
—Dioses pequeña —jadeo Gabriel y comenzó
a empujar con más prisa. Jeremy lo imitó.
No necesitaron de mucho para terminar,
Anais fue la primera en dejarse ir con un grito de pura satisfacción. Gabriel y
Jeremy se corrieron casi enseguida al sentirla convulsionar.
—¡Dios! —gimió ella un segundo después.
Estaba recostada de lado sobre la arena, con Gabriel delante y Jeremy detrás,
ninguno hacia dejado su cuerpo, seguían entrelazados entre si y dentro de ella
como si no quisiera dejarla nunca.
—Te amo —susurró Jeremy tras ella, besó
su cuello.
—Yo también te amo pequeña —murmuró
Gabriel.
Ella sonrió abiertamente y se movió entre
los dos, que gruñeron al sentirla.
—Los amos —murmuró —a ambos, los amo—tanto pensó, quiero
estar siempre justo entre los dos y tener una familia llena de niños.
Fue en ese segundo que lo sintió. Anais
jadeo cuando algo salió de su pecho y calentó su cuerpo enseguida. Esa bola de
energía alcanzo a ambos hombres que se estremecieron como ella al sentirla.
Cuando acabó ella tomó aire contrariada y se movió un poco. Gabriel y Jeremy
abandonaron su cuerpo y la miraron sin dejar de abrazarla.
—¿Qué fue eso? —susurró ella.
—Yo creo que… —comenzó a decir Jeremy.
—Nos hemos vinculado —terminó Gabriel.
—Vinculando —repitió ella y abrió mucho
los ojos —eso pasa cuando el proceso está por acabar no es cierto.
Ambos asistieron, ella se puso de pie lentamente
un tanto adolorida y los miró detenidamente.
—No me siento diferente —murmuró.
—No tienes por qué sentirte diferente
—dijo Gabriel imitándola —solo es algo que demuestra que nos amas lo suficiente
para pasar el resto de tu vida con nosotros.
Jeremy se levantó y acaricio su rostro.
—El proceso termina cuando quedas
embarazada por primera vez —él sonrió abiertamente. Anais solo sonrió.
—Ya veo —murmuró luego soltó un estornudo.
Se quejó enseguida. Lo que le faltaba.
—Lo sabía —murmuró Gabriel —debimos
quedarnos dentro de la casa.
—No puedo creer que te estés quejando
luego de hacer el amor —se quejó Jeremy—, fue un momento memorable y tú dice
algo como eso.
—Solo estaba diciendo…
Anais volteo sus ojos y comenzó a
alejarse, tomó su vestido mientras los oía.
Dios,
pensó Anais, si comienzan a discutir de
nuevo me encerraré en mi habitación por una semana.
—No te atreverías —dijo Gabriel
enseguida, ella se congeló y lo observó por sobre su hombro.
Jeremy la miraba con una ceja alzada.
—¿No me atrevería a qué? —murmuró ella
sorprendida.
—A encerrarte una semana —dijo Jeremy —tú
lo dijiste.
—No —arrugó su frente —yo no he dicho
nada.
—Yo escuche que lo dijiste —soltó
Gabriel.
Ella negó enseguida.
—Claro que no —yo no lo dije en voz alta, pensó.
Gabriel y Jeremy jadearon.
—Acabas de pensar.
—¿Qué? —preguntó sorprendida.
Puedes
oírme, ella oyó perfectamente a Gabriel decir
eso solo que no movió sus labios.
Anais,
escuchó un segundo después a Jeremy y abrió la boca en una perfecta O.
—Ustedes… yo…
—Puedo oír lo que piensas —jadeo Gabriel.
—Sí —soltó ella incrédula.
Jeremy se puso a reír con ganas.
—Allí esta, eso demuestra que el vínculo
sí que está por terminar, nosotros podemos oír tus pensamientos y tú los
nuestros, que mejor prueba.
—Voy a oírlos para siempre —ambos
asintieron —no puedo creerlo —murmuró.
Luego observó a Jeremy a un metro de
Gabriel, sonriendo como si nada, la idea le llegó de la nada.
—Debemos hablar —murmuró.
Ambos la miraron más serios y tensos.
—¿Qué pasa? —preguntó Jeremy, ella observó
a Gabriel enseguida y como si él supiera lo que iba a hacer de ante mano
suspiró. Jeremy lo miró un segundo.
—El vínculo está por terminar —dijo,
ambos asintieron —eso quiere decir que somos una familia —Jeremy arrugó su
frente —todos nosotros—. Los apuntó a los tres —y por eso no podemos vivir
siempre con problemas o discusiones.
Jeremy comprendió enseguida a que se
refería. Él entrecerró los ojos, luego observó a Gabriel y regresó con ella.
—¿Cuándo te lo dijo? —su voz ya no sonaba
alegre.
—Hace algunos días —Gabriel se cruzó de
brazos—Jeremy… —comenzó, él negó suavemente.
—No entiendes…—ahora ella lo interrumpió.
—No, no lo hago, todo lo que sé es que
debes dejar el pasado atrás, por el bien de esta familia —enfatizó las últimas
palabras—yo los amo, a ambos, y no me gusta ver que cada vez que tienen ocasión
discuten o se ignoran, no podemos vivir así.
Jeremy no dijo nada, solo la observó,
tenso y serio. Anais observó a Gabriel un segundo, él se encogió de hombros
suavemente. Caminó hacia Jeremy y tocó su rostro con ambas manos.
—Hazlo por mí —pidió —debes perdonar.
Él cerró los ojos y suspiró.
—Su padre dejo morir al mío—. Anais
apretó los labios.
—Dejarlo morir hubiera implicado no
ayudar a nadie, él le salvo la vida a otro hombre.
—Anais —gruñó él.
—Jeremy —lo imitó —no lo hagas, vas a
pasar el resto de tu vida cerca de él, quieres vivir molesto todo ese tiempo,
quieres que yo me moleste por esto, crees que esa es una forma de vivir —él
suspiró y la abrazó, oculto su rostro contra su cabello—. No te pido que lo
olvides —susurró —solo que lo dejes en el pasado, esta es una nueva
oportunidad, tu familia. Mírame a mí —él lo hizo —yo dejé todo lo que conocía
atrás, amigos, trabajo, todo, por estar aquí, al lado de ambos. Por favor
—terminó por susurrar.
Él apretó la mandíbula, arrugó su
entrecejo y por último tomó aire y lo botó lentamente, dejando salir años de
pensar igual.
—Solo por ti —murmuró —y porque eres muy
convincente.
Anais sonrió y lo abrazo del cuello.
—Gracias —dijo con sinceridad, miró a
Gabriel quien sonreía.
—Pero no me pidas cambiar enseguida —lo
miró—, es un gusto adquirido, ya sabes —apuntó a Gabriel con su pulgar
—molestarlo tiene su encanto.
Gabriel soltó un bufido y ella se rió
entre dientes.
—Poco a poco —él asintió.
—Bien, dejemos eso, ahora… —él alzó una
ceja —tenemos otras cosas que hacer.
Ella se estremeció al oír los
pensamientos de Jeremy decirle todo lo que quería hacer con su cuerpo a una
velocidad sorprendente.
—Jeremy —se quejó y se sonrojo, él volvió
a reírse.
—Aprende a vivir con eso.
—Casi puedo adivinar lo que está pensando
—dijo Gabriel, lo miró y arrugó su frente.
—¿Puedes oírlo? —preguntó ella, ni
siquiera se le había ocurrido, él negó.
—No, lo sé por su expresión y porque no
puedo negar que quiero lo mismo.
Anais se quejó divertida y un tanto
sorprendida.
Si eso no era prueba de que en ese lugar
si existía la magia, pues ya nada explicaría lo diferente que era su antiguo
hogar con el nuevo Edén.
Ella solo negó y sonrió, luego se giró
rápidamente y comenzó a tener una serie de pensamientos de todo tipo con
Gabriel y Jeremy, sobre todo con imágenes perfectamente claras de lo que ella
deseaba hacerles.
—Anais —jadeo Jeremy detrás de ella
sorprendido. Se rió y continuó—. A no —gruñó él —ahora que nos has mostrado lo
que deseas tendrás que atenerte a las consecuencias.
Ella gritó al oírlo detrás de ella y
salió corriendo.
Solo
me alejaré unos pasos, pensó. Tenían mucho
que hacer y probar, unos cuantos pasaos más y dejaría que uno de los hombres
que amaba la atraparan, y si tenía suerte los dos. Porque no había nada mejor
que estar entre ellos, justo en medio, recibiendo toda su atención.
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