viernes, 28 de marzo de 2014

La pasión de Anais. Tercera parte, Capítulo 6.



Tercera Parte
Capítulo 6

Anais abrió los ojos y observó a su alrededor. Estaba sola en su habitación y lo que la había despertado había sido su sueño.
Rápidamente se levantó y tocó un lápiz y papel de su velador, dibujó.
—Ahora me he vuelto ingeniera espacial—sonrió divertida.
Al acabar su dibujo arrugó su frente.
—Esto no va a funcionar—suspiró y lanzó un dibujo sobre la cama.
Pasó sus manos por su rostro y se quejó. Ahora no podría dormir, tenía que hacer algo. Con un suspiró salió de su habitación y llegó a la cocina, se detuvo al ver allí a Gabriel, quien observaba unos papeles y bebía café.
—¿Qué haces? —le preguntó, él alzó la vista y le sonrió al verla.
—Aquí, leyendo reportes, ¿y tú? —ella se encogió de hombros y se sentó a su lado.
—No puedo dormir.
Él siguió sonriendo.
—¿Un mal sueño?
—No —apoyó ambos codos en la mesa —solo, estoy un poco obsesiva con una idea.
—¿Cuál? —preguntó él curioso.

Ella sonrió y se encogió de hombros, luego siguió observándolo.
—¿Te molesta si te acompaño?
Él negó enseguida.
—No, para nada.
Anais asintió y siguió observando lo que hacía. Gabriel solo leía y tomaba notas en una hoja a un lado. Ella observó su cabello amarrado como siempre y se preguntó cómo se sentiría entre sus dedos,  no había tenido oportunidad de tocarlo, a decir verdad no se había vuelto a acostarse con él. Quería volver a hacerlo, quería saber si sabía diferente de Jeremy. Al tener ese pensamiento se sonrojo enseguida y observó la mesa.
—¿En qué estás pensando? —le preguntó él, negó sin mirarlo.
Anais saltó cuando la mano de Gabriel tocó su rodilla, lo miró.
—Dime —pidió él sonriendo.
—Me haces cosquillas —evitó el tema, aunque en verdad le hacía cosquillas.
—Anais, dime en qué estás pensando —él apretó su rodilla y ella se inquietó.
—En verdad me haces cosquillas —le dijo y quiso alejarse.
Él alzó una ceja y asintió. Observó a Gabriel guardar sus cosas tranquilamente, cuando no hubo nada más en la mesa que una carpeta arrugó su frente y lo miró. Él se levantó un segundo después.
Al ver que se iba se sintió mal sin saber el porqué, solo que algo le dijo que eso era su culpa.
—Gabriel —lo llamó y se puso de pie.
Él dejó su carpeta en un mueble  se giró.
—Yo no…
Él se acercó a ella y la llevó al borde de la mesa, Gabriel sonrió y se acercó para tocar su rodilla  con una mano y su espalda con otra. Anais tomó aire y quiso alejarlo de su cuerpo.
—No, no hagas…
Comenzó a reír enseguida al sentir como sus dedos se movían por su piel sentible, él siguió atacándola hasta que se detuvo de improvisto permitiéndole respirar mejor. Cuando descubrió que estaba sobre la mesa miró alrededor confundida. Gabriel estaba a su lado, observándola divertido.
—Dime —insistió él, ella se quejó.
—¿Por qué quieres saberlo?
—Porque te sonrojaste —él acaricio su mejilla —y eso me intriga, creo que te sonrojas cuando estás pensando en sexo.
—¿Cómo sabes eso? —le dijo sorprendida.
Él se encogió de hombros.
—Porque eres muy fácil de leer —Anais alzó una ceja y comenzó a levantarse, solo que Gabriel volvió a recostarla—. ¿Qué? —preguntó.
Él sonrió como si nada y se sentó en una silla a su lado, la giró hasta que él quedo entre sus piernas.
—Ahora, quieres saber en qué estoy pensado.
No es necesario, pensó ella, su voz ronca y las suaves caricias que le hacía en los muslos le daban un indicio, aun así quería oírlo decir.
—Sí, dime.
Él rio entre dientes y la empujó más cerca del borde, alzó su camiseta para dejar su sexo al descubierto, porque no llevaba ropa interior.
Gabriel gimió al verla.
—Duermes desnuda bajo eso.
—Mm, sí —murmuró y se levantó un poco para verlo —¿dime qué vas a hacer?
Él sonrió y llevo sus rodillas hacia ella.
—Afírmalas —le dijo, Anais obedeció —bien, lo que primero voy a hacer es esto.
Gabriel la tocó con dos dedos, mandando un estremecimiento por su cuerpo. El siguió haciéndolo hasta que supo que estaba lista para él.
—Ahora —dijo él con voz roca —vamos a usar las dos manos.
—¿Qué? —jadeo ella y luego gimió.
Gabriel introdujo dos dedos dentro de ella mientras seguía acariciándola. Anais se estremeció y cerró los ojos con fuerza, en ese segundo se propuso hacer durar el momento lo más posible. Pero su cuerpo comenzó a traicionarla, ya sentía como su vientre comenzara a contraerse  y sus piernas a temblar.
—¿Qué quieres que haga ahora? —preguntó él, ella se estremeció al oírlo— ¿sigo haciendo esto —la acaricio con mayor intensidad —o no?
Él depositó un beso en su muslo, cerca de su sexo.
Ella sabía que era lo que seguía, y lo quería, pronto.
—Gabriel —gimió.
—Dímelo —dijo él con suavidad, ella tragó sin poder hablar —dímelo Anais, quiero oírte.
—Yo…
—¿Si? —ella gimió y movió suavemente su cadera.
—Quiero que…
—¿Qué quieres? —él depositó un beso más cerca de su sexo.
—Que pongas tu boca —ella jadeo cuando la acaricio por dentro —allí —terminó por susurrar.
—¿Allí donde? —ella se quejó. ¿Por qué le hacía esto? —¿dónde? —insistió él con voz ronca.
—Sobre… —no lo pudo decir—, no —jadeó cuando él se detuvo de improvisto —¡Gabriel! —casi lloró.
—Dímelo y seguiré, ¿quieres que te folle con mis dedos? —ella jadeo —¿o quieres lo haga con mi boca?
—No puedo…—se quejó, nunca había hablado sucio en su vida, no podía decir follar sin sonrojarse.
—Si puedes, déjame oírte.
—¿Por qué? —esta vez se quejó abiertamente.
—Porque me gusta —ella se estremeció —quiero oírte decir lo que deseas, sin vergüenza, solo hazlo.
Ella tomó aire y tragó.
—Quiero que me folles —sus mejillas se encendieron —con tu lengua —jadeo.
Gabriel gimió y lo hizo enseguida, Anais gritó sorprendida y alcanzo su liberación en el mismo segundo que sentía su lengua sobre ella. Su cuerpo se estremeció y terminó por liberar sus piernas.
Solo cuando terminó Gabriel la liberó. Él depositó un beso sobre su vientre y la abrazó para levantarla.
—Ven —susurró él y lo abrazó por el cuello.
Ella pensó que la llevaría hacia su habitación, pero solo regresó a la silla y la sentó a horcajadas sobre él para luego estrecharla entre sus brazos.
Anais suspiró y luego inhalo su único aroma, era una colonia, notó ella, suave y sutil que no supo identificar. 
Gabriel acaricio su espalda de arriba a abajo varias veces hasta que su corazón regresó a la normalidad.
—Me dirás que estabas pensando antes —ella rio contra su cuello.
—Cabello —le confesó en parte.
Él se alejó para verla un tanto confundido.
—¿Cabello? —repitió.
—Cabello —dijo ella y movió sus manos hacia el cabello de Gabriel, luego de liberarlo lo acaricio con sus dedos.
—Ah —murmuró él y lo sintió sonreír —cabello.
—Sabes en que estoy pensando ahora —ella movió sus caderas contra él, acariciándolo.
—Dime que es lo que yo estoy pensando—gimió él y la empujo contra su cuerpo, guiándola.
—Sí, es eso —besó su mentón.
¿Cómo podía quererlo de nuevo?, se preguntó, pero lo quería.
—Dime…
—Te quiero dentro de mi  cuerpo —se adelantó.
—Tan dulce —murmuré él antes de besarla.
Anais gimió y luego jadeo al sentirlo moverse bajo ella, luego de quitarse los pantalones y camiseta y su pijama, ella lo guio dentro de su cuerpo.
—¡Dios! —se quejó ella a medio camino, como es que antes había podido caer.
Gabriel la ayudó hasta que luego de unos intentos logró encontrarse con su cadera. Ella suspiró y observó su rostro tenso, casi como si le doliera algo.
—¿Estas bien? —le preguntó preocupada.
—Oh pequeña —jadeo él —nunca he estado mejor.

Gabriel la besó y empujó sus caderas con sus manos, Anais lo dejó guiarla y disfrutó de estar sobre él, de sentirlo dentro de ella, de acariciar su cabello, de todo él, y por esos momentos dejó de pensar en todo lo demás.

1 comentario:

  1. Hola te sigo del club de las escritoras, veo que coincidimos de Adictos a la escritura, espero poder visitarte. No leo mucho novelas en el ordenador, mas por la vista que por las ganas!!!

    Besos!!

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