Tercera Parte
Capítulo 6
Anais abrió los ojos
y observó a su alrededor. Estaba sola en su habitación y lo que la había
despertado había sido su sueño.
Rápidamente se
levantó y tocó un lápiz y papel de su velador, dibujó.
—Ahora me he vuelto
ingeniera espacial—sonrió divertida.
Al acabar su dibujo
arrugó su frente.
—Esto no va a
funcionar—suspiró y lanzó un dibujo sobre la cama.
Pasó sus manos por su
rostro y se quejó. Ahora no podría dormir, tenía que hacer algo. Con un suspiró
salió de su habitación y llegó a la cocina, se detuvo al ver allí a Gabriel,
quien observaba unos papeles y bebía café.
—¿Qué haces? —le
preguntó, él alzó la vista y le sonrió al verla.
—Aquí, leyendo reportes,
¿y tú? —ella se encogió de hombros y se sentó a su lado.
—No puedo dormir.
Él siguió sonriendo.
—¿Un mal sueño?
—No —apoyó ambos
codos en la mesa —solo, estoy un poco obsesiva con una idea.
—¿Cuál? —preguntó él
curioso.
Ella sonrió y se encogió
de hombros, luego siguió observándolo.
—¿Te molesta si te
acompaño?
Él negó enseguida.
—No, para nada.
Anais asintió y
siguió observando lo que hacía. Gabriel solo leía y tomaba notas en una hoja a
un lado. Ella observó su cabello amarrado como siempre y se preguntó cómo se
sentiría entre sus dedos, no había
tenido oportunidad de tocarlo, a decir verdad no se había vuelto a acostarse
con él. Quería volver a hacerlo, quería saber si sabía diferente de Jeremy. Al
tener ese pensamiento se sonrojo enseguida y observó la mesa.
—¿En qué estás
pensando? —le preguntó él, negó sin mirarlo.
Anais saltó cuando la
mano de Gabriel tocó su rodilla, lo miró.
—Dime —pidió él
sonriendo.
—Me haces cosquillas —evitó
el tema, aunque en verdad le hacía cosquillas.
—Anais, dime en qué estás
pensando —él apretó su rodilla y ella se inquietó.
—En verdad me haces
cosquillas —le dijo y quiso alejarse.
Él alzó una ceja y
asintió. Observó a Gabriel guardar sus cosas tranquilamente, cuando no hubo
nada más en la mesa que una carpeta arrugó su frente y lo miró. Él se levantó
un segundo después.
Al ver que se iba se
sintió mal sin saber el porqué, solo que algo le dijo que eso era su culpa.
—Gabriel —lo llamó y
se puso de pie.
Él dejó su carpeta en
un mueble se giró.
—Yo no…
Él se acercó a ella y
la llevó al borde de la mesa, Gabriel sonrió y se acercó para tocar su
rodilla con una mano y su espalda con
otra. Anais tomó aire y quiso alejarlo de su cuerpo.
—No, no hagas…
Comenzó a reír
enseguida al sentir como sus dedos se movían por su piel sentible, él siguió
atacándola hasta que se detuvo de improvisto permitiéndole respirar mejor.
Cuando descubrió que estaba sobre la mesa miró alrededor confundida. Gabriel
estaba a su lado, observándola divertido.
—Dime —insistió él,
ella se quejó.
—¿Por qué quieres
saberlo?
—Porque te sonrojaste
—él acaricio su mejilla —y eso me intriga, creo que te sonrojas cuando estás
pensando en sexo.
—¿Cómo sabes eso? —le
dijo sorprendida.
Él se encogió de
hombros.
—Porque eres muy
fácil de leer —Anais alzó una ceja y comenzó a levantarse, solo que Gabriel
volvió a recostarla—. ¿Qué? —preguntó.
Él sonrió como si
nada y se sentó en una silla a su lado, la giró hasta que él quedo entre sus piernas.
—Ahora, quieres saber
en qué estoy pensado.
No
es necesario, pensó ella, su voz ronca y las suaves
caricias que le hacía en los muslos le daban un indicio, aun así quería oírlo
decir.
—Sí, dime.
Él rio entre dientes
y la empujó más cerca del borde, alzó su camiseta para dejar su sexo al
descubierto, porque no llevaba ropa interior.
Gabriel gimió al
verla.
—Duermes desnuda bajo
eso.
—Mm, sí —murmuró y se
levantó un poco para verlo —¿dime qué vas a hacer?
Él sonrió y llevo sus
rodillas hacia ella.
—Afírmalas —le dijo,
Anais obedeció —bien, lo que primero voy a hacer es esto.
Gabriel la tocó con
dos dedos, mandando un estremecimiento por su cuerpo. El siguió haciéndolo
hasta que supo que estaba lista para él.
—Ahora —dijo él con
voz roca —vamos a usar las dos manos.
—¿Qué? —jadeo ella y
luego gimió.
Gabriel introdujo dos
dedos dentro de ella mientras seguía acariciándola. Anais se estremeció y cerró
los ojos con fuerza, en ese segundo se propuso hacer durar el momento lo más
posible. Pero su cuerpo comenzó a traicionarla, ya sentía como su vientre
comenzara a contraerse y sus piernas a
temblar.
—¿Qué quieres que
haga ahora? —preguntó él, ella se estremeció al oírlo— ¿sigo haciendo esto —la
acaricio con mayor intensidad —o no?
Él depositó un beso
en su muslo, cerca de su sexo.
Ella sabía que era lo
que seguía, y lo quería, pronto.
—Gabriel —gimió.
—Dímelo —dijo él con
suavidad, ella tragó sin poder hablar —dímelo Anais, quiero oírte.
—Yo…
—¿Si? —ella gimió y movió
suavemente su cadera.
—Quiero que…
—¿Qué quieres? —él
depositó un beso más cerca de su sexo.
—Que pongas tu boca
—ella jadeo cuando la acaricio por dentro —allí —terminó por susurrar.
—¿Allí donde? —ella
se quejó. ¿Por qué le hacía esto? —¿dónde? —insistió él con voz ronca.
—Sobre… —no lo pudo
decir—, no —jadeó cuando él se detuvo de improvisto —¡Gabriel! —casi lloró.
—Dímelo y seguiré, ¿quieres
que te folle con mis dedos? —ella jadeo —¿o quieres lo haga con mi boca?
—No puedo…—se quejó,
nunca había hablado sucio en su vida, no podía decir follar sin sonrojarse.
—Si puedes, déjame
oírte.
—¿Por qué? —esta vez
se quejó abiertamente.
—Porque me gusta —ella
se estremeció —quiero oírte decir lo que deseas, sin vergüenza, solo hazlo.
Ella tomó aire y
tragó.
—Quiero que me folles
—sus mejillas se encendieron —con tu lengua —jadeo.
Gabriel gimió y lo
hizo enseguida, Anais gritó sorprendida y alcanzo su liberación en el mismo
segundo que sentía su lengua sobre ella. Su cuerpo se estremeció y terminó por
liberar sus piernas.
Solo cuando terminó
Gabriel la liberó. Él depositó un beso sobre su vientre y la abrazó para
levantarla.
—Ven —susurró él y lo
abrazó por el cuello.
Ella pensó que la
llevaría hacia su habitación, pero solo regresó a la silla y la sentó a horcajadas
sobre él para luego estrecharla entre sus brazos.
Anais suspiró y luego
inhalo su único aroma, era una colonia, notó ella, suave y sutil que no supo
identificar.
Gabriel acaricio su
espalda de arriba a abajo varias veces hasta que su corazón regresó a la
normalidad.
—Me dirás que estabas
pensando antes —ella rio contra su cuello.
—Cabello —le confesó
en parte.
Él se alejó para
verla un tanto confundido.
—¿Cabello? —repitió.
—Cabello —dijo ella y
movió sus manos hacia el cabello de Gabriel, luego de liberarlo lo acaricio con
sus dedos.
—Ah —murmuró él y lo sintió
sonreír —cabello.
—Sabes en que estoy
pensando ahora —ella movió sus caderas contra él, acariciándolo.
—Dime que es lo que
yo estoy pensando—gimió él y la empujo contra su cuerpo, guiándola.
—Sí, es eso —besó su
mentón.
¿Cómo podía quererlo
de nuevo?, se preguntó, pero lo quería.
—Dime…
—Te quiero dentro de
mi cuerpo —se adelantó.
—Tan dulce —murmuré él
antes de besarla.
Anais gimió y luego
jadeo al sentirlo moverse bajo ella, luego de quitarse los pantalones y
camiseta y su pijama, ella lo guio dentro de su cuerpo.
—¡Dios! —se quejó
ella a medio camino, como es que antes había podido caer.
Gabriel la ayudó
hasta que luego de unos intentos logró encontrarse con su cadera. Ella suspiró
y observó su rostro tenso, casi como si le doliera algo.
—¿Estas bien? —le
preguntó preocupada.
—Oh pequeña —jadeo él
—nunca he estado mejor.
Gabriel la besó y
empujó sus caderas con sus manos, Anais lo dejó guiarla y disfrutó de estar
sobre él, de sentirlo dentro de ella, de acariciar su cabello, de todo él, y
por esos momentos dejó de pensar en todo lo demás.
Hola te sigo del club de las escritoras, veo que coincidimos de Adictos a la escritura, espero poder visitarte. No leo mucho novelas en el ordenador, mas por la vista que por las ganas!!!
ResponderEliminarBesos!!