Hola, el siguiente relato corresponde al mes de Marzo: El
desafio – Fase 2. Este trata sobre continuar una historia en base al párrafo escrito
por otra escritora.
Este, el primer párrafo, fue escrito por María Od.
Saludos.
El Aeropuerto
“Baje del
avión a las nueve de la mañana en punto, mi tía Samantha aún no llegaba, aunque
no estaba segura de eso porque tenía mucho tiempo de no verla y quizá no podría
reconocerla entre la multitud. Decidí quedarme inmóvil en el lugar donde estaba
parada, sostenía un pequeño letrero con mi nombre, pero nadie se detuvo por un
largo rato, las personas que iban y venían me esquivaban sin siquiera mirarme.
Esto es la ciudad.”
Suspiré y miré alrededor intentando divisarla, quizás entre
toda esa gente que iba y venía encontraría algo que me fuera familiar. La forma
del rostro, los ojos o incluso en cabello, cualquier cosa que me dijera que no
estaba esperando en vano. Solo que no había forma, color o textura que me
ayudara en ese momento.
Intenté recordar alguna característica física especial de mi
tía pero, a mi mente solo llegaron recuerdos de colores y formas, figuras sin
definición especifica. Incluso olores aparecieron en mis recuerdos, de esos
domingos en casa de mi abuela, cuando aún se reunía toda la familia.
Me pregunté por qué no podía recordar nada de mi tía si
prácticamente, toda mi niñez, pasé una vez a la semana a su lado. Luego, en la
adolescencia, simplemente esas visitas habían disminuido hasta desaparecer. Al
darme cuenta de que había bajado el letrero lo levanté y volví a mirar
alrededor.
¿Cómo es posible?, me dije. No recordaba nada de ella y hasta
ahora, nunca me había detenido a pensar siquiera en lo que podía significar.
Nunca me había preocupado por eso, por no ver a un familiar cercano, porque era
eso, un familiar. Una parte de ti sabe que la veras en algún momento de tu
vida, que siempre estará allí, que en verdad no importa si no la vez un año
porque quizás al siguiente sea diferente. Pero ahora, a la luz de este momento,
me di cuenta de que había dado por sentado algo como si nada.
Arrugué mi frente y miré alrededor sin ver en realidad.
Las personas, otros viajeros como yo, se reunían con
familiares, seres queridos, amigos o incluso meros conocidos de distintas
formas. Los abrazos, besos, apretones de manos y movimientos de cabeza, iban y
venían en un sinfín de encuentros de los que no era parte.
Me pregunté cuántos de ellos se habrían dado cuenta del
dilema en el que yo me encontraba, si alguno de ellos, los que esperaban o
llegaban, se habrían dado cuenta de que se reunirían con alguien que quizás no
habían visto en años pensando que apenas se encontraran seria como si nunca se
hubieran separado, como si no hubieran pasado demasiado tiempo, más del correcto, sin hablar con el otro siquiera.
Negué suavemente con mi cabeza y volví a alzar mi nombre en
ese cartel. Varios pares de ojos lo observaron mientras yo también los
observaba intentando adivinar. ¿Sera esa mujer de cabello rojizo o la de
cabello castaño?, ¿será la alta o la baja?, ¿la que sonríe y mira alrededor, o
la que espera en la silla y observa su teléfono?
Mi tía me reconocería a mí siquiera, su memoria sería mejor
que la mía, incluso su preocupación. O yo sería la única persona allí que
piensa que dejó pasar el tiempo sin preocuparse de alguien ni un poco. Que
creyó que no era necesario siquiera.
Suspiré y volví a bajar el letrero, esta vez conscientemente.
Observé el reloj en mi muñeca e hice una mueca, apenas habían pasado 15
minutos.
Mantuve en letrero arriba con una sola mano mientras que con
la otra observaba mi teléfono celular. Busque alguna imagen referencial de mi
tía y solo hallé una de mi madre, me sentí mal incluso al tener solo una de mi
madre, y justo allí tuve una enorme sensación de molestia, de vergüenza. Qué
clase de persona era que no me preocupaba por saber de los demás, de esos que
consideraba importantes para mí.
Juré que no iba a permitir que esto volviera a pasar, ya era
tiempo de que sacara mi vieja libreta de direcciones y me pusiera en contacto,
aunque sea solo para saludar, con esos familiares lejanos o supuestos amigos de
la escuela de los cuales nunca volvíamos a saber. Con esos que pasas doce años
de tu vida y luego, no vuelves a ver nunca.
Mientras hacía promesas y observaba mi teléfono una mano se
posó en mi hombro, alce enseguida mi rostro y me encontré de lleno con una
mujer muy diferente a mí, o mi madre.
—Tía
Samantha —dije suavemente, ella sonrió enseguida.
Luego
me encontré en un abrazo apretado, mientras la mujer que me afirmaba hablaba
sin parar, comparándome con mi madre y diciéndome como había cambiado. La seguí
a través de aeropuerto sin dejar de sonreír y con una nueva misión en mi mente.
Estaba segura de que muchos se sorprenderían al saber de mí luego de tanto
tiempo, pero ya no me importaba, era tiempo de que dejara de pensar que todo
estaba dado por sentado e hiciera algo al respecto.
ResponderEliminarDeborah: No cabe duda que María te dio una buena inspiración, ya que desglosaste tu narración con mucha fluidez y, por lo menos a mí, nos haces reflexionar a cera de cuanto nos alejamos de nuestros familiares. Siendo que alguna vez en nuestra vida fueron muy cercanos.
Muy buen relato: Doña Ku
Gracias por comentar. La idea del relato era esa, hacernos pensar en nuestros familiares que están lejos, o incluso los amigos, y todas esas veces que no hablamos con ellos, saludos.
EliminarTal y como lo has escrito, que me ha gustado, me recuerdas que tenemos que ver mas a la familia. Encantado con tu relato. Un abrazo.
ResponderEliminarMe encantó. Profunda, intensa, cargada de sentimientos, hace reflexionar... lo tiene todo. Encantada de leerte, saludos.
ResponderEliminarMe ha gustado, me ha resultado muy original. Yo también me monto monólogos internos mientras espero por alguien y ha sido muy graciosa la lectura. Un beso
ResponderEliminarSin duda es un dilema por el que atravesamos alguna vez en la vida. Es bueno darse cuenta de cosas como esta a tiempo de poder cambiarlas.
ResponderEliminarUn beso,
Ellora
Con toda la naturalidad del mundo aprovechas un escenario amplio, lleno de personas y movimiento, para contar algo que está principalmente en la cabeza de la protagonista. Muy bien hecho.
ResponderEliminarSólo que todavía es posible que haya algo bueno en la tele o algo así, que haga que ella olvide su misión XD
Has desarrollado la escena inicial con mucha maestría, haciendo que el lector reflexione sobre uno de los aspectos más cotidianos de las relaciones humanas: la futilidad de los lazos de sangre.
ResponderEliminarUn buen texto. Me gusto.
Saludos
ibso
No se como te habrás planteado desarrollar este relato, pero lo he visto con una continuidad sobre el párrafo inicial asombrosa, perfectamente podría haber sido la misma escritora la que escribiese todo el relato. Es una historia sencilla pero muy bien desarollada. Me ha encantado.
ResponderEliminar¡hola Debora! Sin duda, es algo en lo que nunca reparamos, y es muy malo cuando se hace tarde y nada hacemos por remediarlo. Me gusto mucho tu relato, invita a reflexionar inmediatamente, es muy sentido. Yo hice ese párrafo como parte de una historia donde la protagonista conocía primero a otro personaje y después a su tía pero al final no se dio esa escena, y creo que tú le has dado un sentido más amplio y más significativo, me gusto mucho. ¡Un abrazo!
ResponderEliminarHola, vengo con retraso, pero vengo. Me ha gustado el sentido que le das al relato, desgraciadamente, me he sentido algo identificado, porque hay a familiares que llevo mucho tiempo sin ver, y eso que viven cerquita.
ResponderEliminarUn abrazo
Antonio V. García.