Capitulo 7
Jenna se removió inquieta en el sofá, inquieta y
dolida. Aún más, inquieta, dolida, asustada y sola.
No podía creer que desde hace un par de días Hugo no
le dirigiera la palabra, que Sebastián no regresara de su viaje aun cuando
debía haber sido hace días y que Fabián apenas pasara tiempo con ella porque en
su trabajo lo necesitaban.
No podía creer que Hugo creyera que ella se
consideraba su madre, que lo tratara como niño.
Admitía que a veces lo regañaba y esas cosas, que
seguía pensando que era vieja para él pero, nada más. ¿O no?
Ella recordó cada momento con él, como lo había
tratado y se quejó.
—No puedo ser tan tonta —murmuró.
Llevaba tiempo allí y seguía pensando igual. ¿Cómo era
posible eso?, ¿Qué más necesitaba para darse cuenta de su error?
Hugo ya no le hablaba, ¿y si los demás pensaban igual
que él?, ¿qué iba a hacer?
Ella abrazó sus piernas y suspiró.
Jenna sabía que amaba a Hugo, como a su hermano y
Sebastián. Admitía que Sebastián la hacía sentir diferente que Hugo o Fabián,
pero se sentía diferente incluso con cada uno de ellos.
Con Sebastián se sentía segura y pequeña, con Fabián
sacaba a relucir su mando, sobre todo cuando estaban juntos, a ambos le gustaba
que ella tuviera más control, y con Hugo… con Hugo era como una fiesta, con
bromas y demás, siempre con energía, siempre haciéndola reír.
Solo que hasta hace un par de días había estado más
preocupada de cosas sin sentido, cosas de las cuales no tenía por qué
preocuparse. Si Hugo no se hubiera molestado con ella, no le hubiera mostrado
cuanto podía llegar a echarlo de menos, a todos en realidad, nada hubiera
cambiado dentro de sí.
Volvió a quejarse y suspiró.
¿Qué tan tonta podía ser una persona?
Cuando escuchó la puerta abrirse y cerrarse se puso de
pie enseguida. Fabián apareció en la sala con el ceño fruncido y una mirad
preocupada.
—Apareció —dijo enseguida.
—¿Dónde…
—Está en el hospital.
—¿Qué? —jadeó Jenna y lo observó sin poder creerlo.
—Está en el hospital, en cuidados intensivos. Atacaron
a su grupo de entrenamiento en el bosque.
Jenna tuvo que sentarse en el sofá por la impresión.
No podía creer que Sebastián estaba en el hospital,
que alguien lo atacara.
—¿Hace cuando está allí? —susurró. Él dijo nada —¿Cuándo? —insistió.
—Dos días —murmuró.
Jadeó y se puso de pie.
—¿Qué? ¿Dos días? Sebastián lleva dos días en el
hospital y no me habían dicho nada —no podía creer lo que le estaban diciendo.
—Jenna —murmuró Fabián y se le acercó.
No se movió cuando él puso sus manos en sus brazos.
Solo lo observó.
—No queríamos que te preocuparas —ella negó y se alejó
de ambos.
Llevó una mano a sus ojos.
—¿Y no me he preocupado por estos días?, ¿no he
sufrido por no saber que había sido de él…? —negó —y ustedes simplemente me
dejaron sentirme así.
—No —soltó Fabián enseguida —nos enteramos hace un par
de horas.
Jenna volvió a sentarse y llevó ambas manos a su
rostro.
No podía estar pasándole esto.
Unos brazos la rodearon y ella se dejó envolver en esa
calidez. Ocultó su rostro contra el pecho de Fabián y cerró los ojos.
Sintió que su pecho se oprimía.
¿Y si no se recuperaba?, ¿y si Sebastián estaba muy
mal herido?, ¿qué iba a hacer?
No podía respirar bien, tenía miedo, estaba asustada.
Completamente asustada.
—Calma —susurró Fabián y la apretó suavemente contra
su pecho, se estremeció y lo abrazo de vuelta —estará bien.
Jenna asintió.
Tenía que creer eso, que estaría bien, sino se
volvería loca.
—¿Crees que pueda verlo? —preguntó y observó a Fabián,
él tenía el ceño fruncido.
—No lo sé, pero le diré a Hugo que pida un favor,
quizás pueda hacer que te permitan verlo —asintió y suspiró contra él.
Si
Hugo ya no estaba molesto con ella, pensó.
Tenía tantas cosas que arreglar.
Cuando Hugo llegó a casa y la vio, se detuvo
enseguida. Jenna no lo pensó siquiera, solo camino hacia el rápidamente y lo
abrazó apenas estuvo lo suficientemente cerca.
Él la apretó contra su pecho enseguida. Sin siquiera
pensar o preguntar algo. Suspiro al sentirlo y se lo agradeció silenciosamente.
Lo había echado tanto de menos.
—¿Lo viste? —preguntó luego de unos minutos, lo
escuchó suspirar.
—Solo un poco, con todo esto me aseguré de pasar a verlo
antes de venir a casa —ella asintió.
Hugo debía de estar preocupado no solo de Sebastián,
sino de los demás hombres que habían sido atacados.
—¿Cómo están los demás? —lo miró.
Él tomó su mano y la llevó al sofá. Luego de sentarse
la llevó sobre sus muslos.
Jenna se acomodó sobre él y lo observó. Se veía tenso,
y le parecía tan raro conociéndolo.
—Hay varios heridos pero se recuperaran —había
tristeza en su mirada.
—Hubo muertos, ¿cierto? —él asintió y apoyó su frente
en su cuello.
Jenna lo acarició.
—Dos —Jenna cerró los ojos un segundo.
—¿Tenían una familia? —él negó suavemente —sé que es
cruel pero eso es mejor.
—Lo entiendo, cuando has establecido tu familia,
perder a alguien se vuelve muy doloroso, sobre todo para la mujer —asintió y
apoyó su mejilla sobre el cabello de Hugo.
—Lo siento —dijo él luego de unos minutos, lo miró
enseguida. Él levantó su cabeza y la observó —me comporte como un idiota pero,
el darme cuenta de que amas a Sebastián y no a mí, me hizo sentir muy mal.
Ella abrió los ojos como platos sorprendida.
—Tú… tú crees que no te amo —él observo alrededor un
segundo.
—Sé que me tienes cariño pero…
Jenna negó enseguida.
—Hugo —lo llamó, él la observó fijamente —este no es
el mejor momento —murmuró —yo… tienes razón en que amo a Sebastián —él asintió
— pero eso no quiere decir que no te amé a ti.
Hugo se tensó bajo ella.
Ella lo beso suavemente.
—Te amo —susurró, lo observó a los ojos luego miró
detrás de él —a ti también Fabián.
Estiró una mano hacia él y Fabián se acercó hasta
sentarse al lado de su hermano, mirándola seriamente.
Jenna tocó ambos rostro.
—Los amos, a ambos, sin diferencias, ni más ni menos.
Los amo por igual de la misma manera que amo a Sebastián.
Los observó a ambos.
—Yo… lo siento —murmuró y observó a Hugo —no me he
comportado como debía, sé que no son unos niños ni nada que se le parezca y
lamento si no los he tratado como se debe —Hugo se relajó bajo ella y Fabián
solo la miró levemente confundido —los amo, por lo diferentes que son y me
hacen sentir, sin importar nada.
Los ojos verdes de Fabián se oscurecieron enseguida al
oírla. Hugo besó su cuello y ella suspiró.
Cuando él continuo besando su piel hasta su mejilla y
su boca, recibió su dulce beso gustosa. Luego Hugo se alejó y Fabián tomó su
lugar, solo que su beso fue más intenso, con más energía.
Luego de unos segundos él se alejó y beso su frente.
La miró.
—Nosotros también te amamos cariño, lo sabes —ella
asintió y observó a Hugo.
El asintió de acuerdo con las palabras de su hermano.
—Lo hacemos.
—Entonces deja de sentir celos de Sebastián, y eso de
no compartir —él suspiró y cerró los ojos.
Jenna tomó su rostro con ambas manos y la miró.
—Siempre dices que no te gusta compartir y no tienes
que hacerlo nunca porque solo estaré con ustedes tres, nadie más.
Él permaneció en silencio varios segundos, cuando
asintió y sonrió Jenna se relajó un poco y observó a Fabián.
—Él ya entendió —le dijo, asintió.
—Sí, entiendo —murmuró Hugo y besó su mejilla.
—Otra cosa —dijo Jenna y lo miró —¿crees que puede ver
a Sebastián?
Hugo arrugó su frente.
—No lo sé, como esta en tratamientos intensivos pero
—logró ver su mueca —veré que puedo hacer pediré unos favores.
—Gracias —le dijo enseguida y lo besó.
Él suspiró cuando abandonó su boca.
—Vamos a descansar —murmuró Fabián —ya mañana
intentaremos que veas a Sebastián, por ahora no hay mucho que hacer.
Ella asintió y se puso de pie. Cuando llegaron al
pasillo tomó a ambos de la mano y los guio dentro de su habitación.
—No quiero dormir sola —confesó.
Hugo la abrazo enseguida.
—No lo estarás cariño, nunca —le dijo Fabián.
Ambos se acomodaron a su lado luego de recostarse y
suspiro más tranquila. Ahora solo podía rogar por la pronta recuperación de
Sebastián, lo quería a su lado para decirle cuando lo amaba.
No hay comentarios:
Publicar un comentario