sábado, 7 de diciembre de 2013

El placer de Jenna, Cuarta parte, Capitulo 7.



Capitulo 7

Jenna se removió inquieta en el sofá, inquieta y dolida. Aún más, inquieta, dolida, asustada y sola.
No podía creer que desde hace un par de días Hugo no le dirigiera la palabra, que Sebastián no regresara de su viaje aun cuando debía haber sido hace días y que Fabián apenas pasara tiempo con ella porque en su trabajo lo necesitaban.
No podía creer que Hugo creyera que ella se consideraba su madre, que lo tratara como niño.
Admitía que a veces lo regañaba y esas cosas, que seguía pensando que era vieja para él pero, nada más. ¿O no?
Ella recordó cada momento con él, como lo había tratado y se quejó.
—No puedo ser tan tonta —murmuró.
Llevaba tiempo allí y seguía pensando igual. ¿Cómo era posible eso?, ¿Qué más necesitaba para darse cuenta de su error?
Hugo ya no le hablaba, ¿y si los demás pensaban igual que él?, ¿qué iba a hacer?
Ella abrazó sus piernas y suspiró.

Jenna sabía que amaba a Hugo, como a su hermano y Sebastián. Admitía que Sebastián la hacía sentir diferente que Hugo o Fabián, pero se sentía diferente incluso con cada uno de ellos.
Con Sebastián se sentía segura y pequeña, con Fabián sacaba a relucir su mando, sobre todo cuando estaban juntos, a ambos le gustaba que ella tuviera más control, y con Hugo… con Hugo era como una fiesta, con bromas y demás, siempre con energía, siempre haciéndola reír.
Solo que hasta hace un par de días había estado más preocupada de cosas sin sentido, cosas de las cuales no tenía por qué preocuparse. Si Hugo no se hubiera molestado con ella, no le hubiera mostrado cuanto podía llegar a echarlo de menos, a todos en realidad, nada hubiera cambiado dentro de sí.
Volvió a quejarse y suspiró.
¿Qué tan tonta podía ser una persona?
Cuando escuchó la puerta abrirse y cerrarse se puso de pie enseguida. Fabián apareció en la sala con el ceño fruncido y una mirad preocupada.
—Apareció —dijo enseguida.
—¿Dónde…
—Está en el hospital.
—¿Qué? —jadeó Jenna y lo observó sin poder creerlo.
—Está en el hospital, en cuidados intensivos. Atacaron a su grupo de entrenamiento en el bosque.
Jenna tuvo que sentarse en el sofá por la impresión.
No podía creer que Sebastián estaba en el hospital, que alguien lo atacara.
—¿Hace cuando está allí? —susurró. Él dijo nada  —¿Cuándo? —insistió.
—Dos días —murmuró.
Jadeó y se puso de pie.
—¿Qué? ¿Dos días? Sebastián lleva dos días en el hospital y no me habían dicho nada —no podía creer lo que le estaban diciendo.
—Jenna —murmuró Fabián y se le acercó.
No se movió cuando él puso sus manos en sus brazos.
Solo lo observó.
—No queríamos que te preocuparas —ella negó y se alejó de ambos.
Llevó una mano a sus ojos.
—¿Y no me he preocupado por estos días?, ¿no he sufrido por no saber que había sido de él…? —negó —y ustedes simplemente me dejaron sentirme así.
—No —soltó Fabián enseguida —nos enteramos hace un par de horas.
Jenna volvió a sentarse y llevó ambas manos a su rostro.
No podía estar pasándole esto.
Unos brazos la rodearon y ella se dejó envolver en esa calidez. Ocultó su rostro contra el pecho de Fabián y cerró los ojos.
Sintió que su pecho se oprimía.
¿Y si no se recuperaba?, ¿y si Sebastián estaba muy mal herido?, ¿qué iba a hacer?
No podía respirar bien, tenía miedo, estaba asustada. Completamente asustada.
—Calma —susurró Fabián y la apretó suavemente contra su pecho, se estremeció y lo abrazo de vuelta —estará bien.
Jenna asintió.
Tenía que creer eso, que estaría bien, sino se volvería loca.
—¿Crees que pueda verlo? —preguntó y observó a Fabián, él tenía el ceño fruncido.
—No lo sé, pero le diré a Hugo que pida un favor, quizás pueda hacer que te permitan verlo —asintió y suspiró contra él.
Si Hugo ya no estaba molesto con ella, pensó.
Tenía tantas cosas que arreglar.
Cuando Hugo llegó a casa y la vio, se detuvo enseguida. Jenna no lo pensó siquiera, solo camino hacia el rápidamente y lo abrazó apenas estuvo lo suficientemente cerca.
Él la apretó contra su pecho enseguida. Sin siquiera pensar o preguntar algo. Suspiro al sentirlo y se lo agradeció silenciosamente.
Lo había echado tanto de menos.
—¿Lo viste? —preguntó luego de unos minutos, lo escuchó suspirar.
—Solo un poco, con todo esto me aseguré de pasar a verlo antes de venir a casa —ella asintió.
Hugo debía de estar preocupado no solo de Sebastián, sino de los demás hombres que habían sido atacados.
—¿Cómo están los demás? —lo miró.
Él tomó su mano y la llevó al sofá. Luego de sentarse la llevó sobre sus muslos.
Jenna se acomodó sobre él y lo observó. Se veía tenso, y le parecía tan raro conociéndolo.
—Hay varios heridos pero se recuperaran —había tristeza en su mirada.
—Hubo muertos, ¿cierto? —él asintió y apoyó su frente en su cuello.
Jenna lo acarició.
—Dos —Jenna cerró los ojos un segundo.
—¿Tenían una familia? —él negó suavemente —sé que es cruel pero eso es mejor.
—Lo entiendo, cuando has establecido tu familia, perder a alguien se vuelve muy doloroso, sobre todo para la mujer —asintió y apoyó su mejilla sobre el cabello de Hugo.
—Lo siento —dijo él luego de unos minutos, lo miró enseguida. Él levantó su cabeza y la observó —me comporte como un idiota pero, el darme cuenta de que amas a Sebastián y no a mí, me hizo sentir muy mal.
Ella abrió los ojos como platos sorprendida.
—Tú… tú crees que no te amo —él observo alrededor un segundo.
—Sé que me tienes cariño pero…
Jenna negó enseguida.
—Hugo —lo llamó, él la observó fijamente —este no es el mejor momento —murmuró —yo… tienes razón en que amo a Sebastián —él asintió — pero eso no quiere decir que no te amé a ti.
Hugo se tensó bajo ella.
Ella lo beso suavemente.
—Te amo —susurró, lo observó a los ojos luego miró detrás de él —a ti también Fabián.
Estiró una mano hacia él y Fabián se acercó hasta sentarse al lado de su hermano, mirándola seriamente.
Jenna tocó ambos rostro.
—Los amos, a ambos, sin diferencias, ni más ni menos. Los amo por igual de la misma manera que amo a Sebastián.
Los observó a ambos.
—Yo… lo siento —murmuró y observó a Hugo —no me he comportado como debía, sé que no son unos niños ni nada que se le parezca y lamento si no los he tratado como se debe —Hugo se relajó bajo ella y Fabián solo la miró levemente confundido —los amo, por lo diferentes que son y me hacen sentir, sin importar nada.
Los ojos verdes de Fabián se oscurecieron enseguida al oírla. Hugo besó su cuello y ella suspiró.
Cuando él continuo besando su piel hasta su mejilla y su boca, recibió su dulce beso gustosa. Luego Hugo se alejó y Fabián tomó su lugar, solo que su beso fue más intenso, con más energía.
Luego de unos segundos él se alejó y beso su frente. La miró.
—Nosotros también te amamos cariño, lo sabes —ella asintió y observó a Hugo.
El asintió de acuerdo con las palabras de su hermano.
—Lo hacemos.
—Entonces deja de sentir celos de Sebastián, y eso de no compartir —él suspiró y cerró los ojos.
Jenna tomó su rostro con ambas manos y la miró.
—Siempre dices que no te gusta compartir y no tienes que hacerlo nunca porque solo estaré con ustedes tres, nadie más.
Él permaneció en silencio varios segundos, cuando asintió y sonrió Jenna se relajó un poco y observó a Fabián.
—Él ya entendió —le dijo, asintió.
—Sí, entiendo —murmuró Hugo y besó su mejilla.
—Otra cosa —dijo Jenna y lo miró —¿crees que puede ver a Sebastián?
Hugo arrugó su frente.
—No lo sé, como esta en tratamientos intensivos pero —logró ver su mueca —veré que puedo hacer pediré unos favores.
—Gracias —le dijo enseguida y lo besó.
Él suspiró cuando abandonó su boca.
—Vamos a descansar —murmuró Fabián —ya mañana intentaremos que veas a Sebastián, por ahora no hay mucho que hacer.
Ella asintió y se puso de pie. Cuando llegaron al pasillo tomó a ambos de la mano y los guio dentro de su habitación.
—No quiero dormir sola —confesó.
Hugo la abrazo enseguida.
—No lo estarás cariño, nunca —le dijo Fabián.

Ambos se acomodaron a su lado luego de recostarse y suspiro más tranquila. Ahora solo podía rogar por la pronta recuperación de Sebastián, lo quería a su lado para decirle cuando lo amaba.

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