Capitulo 4
Fue el mismo General y otros dos hombres quienes la
acompañaron a un automóvil. Ella observó alrededor notando que estaban solos.
—Nos mantendremos en contacto —aseguró el general,
asintió y suspiró.
—Está bien —murmuró.
No tenía energías para nada más. Solo deseaba llegar
cerca de una cama y dormir por un par de días sin interrupciones.
—Sé que es difícil para ti —la miró —sobre todo
considerando la forma en la que llegaron a este lugar, solo te pido que no
cierres tu mente a esto.
Jenna lo observó a los ojos, al ver su sinceridad no
le quedo de otra que asentir suavemente.
—Lo intentaré, es solo que… —lo pensó, no sabía que
decirle —me siento perdida aquí —confesó.
Se sentía fuera de lugar, como si estuviera en un
sueño que no podía controlar, uno en el cual no la querían. Y estaba cansada de
eso, toda su vida había sido así.
Cuando el vehículo se detuvo salió de el con
tranquilidad y observó la casa delante de sí. Era una casa grande de segundo
piso, paredes blancas y ventanas enormes. Estaba rodeada de plantas y flores y
a su alrededor habían árboles y más árboles. Observó la puerta por donde había
ingresado unos segundos hasta que decidió ir a ver la casa.
Apenas llegó la puerta principal esta fue abierta.
Jenna se detuvo enseguida al ver que delante de ella estaba uno de los gemelos.
Este era el del cabello ordenado, peinado hacia atrás.
Él la observó fijamente a los ojos, fue allí donde
notó que su color era el verde claro. Cuando advirtió que él le sonreía con
amabilidad algo se tranquilizó dentro de ella.
—Pasa —le dijo, ella se sonrojó levemente sin saber
por qué.
Él la guio dentro de la casa, que por cierto no estaba
amoblada para nada. Ambos se detuvieron en lo que creyó era la sala.
—Disculpa esto—dijo él, lo miró—pero creímos que tú
ibas a querer amueblarla a tu gusto.
Volvió a mirar alrededor y se encontró pensando en lo
que pondría allí. Observó al hombre a su lado, él seguía sonriéndole.
—Soy Fabián —asintió.
—Jenna pero debes saberlo —él se encogió de hombros.
—Pero también hay muchas cosas que no sabemos de ti, o
tú de nosotros.
Ella asintió.
—Muchas, estoy de acuerdo.
Él confirmó con un movimiento de cabeza.
—Sígueme, te
mostraré la casa.
Fabián le mostró el primer piso, la cocina, el
comedor, una pequeña biblioteca vacía que tenía una mesa redonda en el centro y
6 sillas. Caminaron en silencio hasta el final del pasillo y él le abrió la
puerta para que observara el jacuzzi al aire libre.
Jenna lo observó unos segundos antes de girarse y
volver a entrar a la casa, luego subieron al segundo piso y él le mostró una
serie de habitaciones, 6 en total. La última era la suya, solo tenía la cama.
Ella observó alrededor y llegó a una puerta que daba a
un closet, que estaba repleto de ropa y zapatos, había de todo allí. La otra
puerta daba un baño grande con ducha y tina, y por ultimo observó el pequeño
balcón que daba al bosque.
—Esta casa está construida para agregar habitaciones
si lo deseas —lo miró y arrugó su frente —Hugo dijo que iba a agregar una
oficina, creo que tú también querrás una.
—No por ahora, quizás cuando averigüe que voy a hacer
aquí lo piense.
Él asintió.
—¿Y los demás? —preguntó mientras observaba la cama
tamaño king.
Fabián llegó a su lado y la imitó, él se cruzó de
brazos.
—Están trabajando —suspiró —con todo lo que ha pasado
no han podido venir antes.
—Ya veo, es más importante su trabajo —murmuró y luego
se dio cuenta de lo que había dicho.
Fabián se movió hasta quedar frente a ella, tenía el
ceño fruncido.
—Te aseguro que no es así. Por eso mismo yo estoy
aquí, ninguno deseaba que llegaras y no hubiera nadie en la casa.
Ella miró a otro lado.
—Sebastián no llegará hasta dentro de unos días porque
tuvo que salir de viaje fuera de la ciudad, una emergencia, y mi hermano,
llegará hasta dentro de un par de horas.
Ella asintió y se alejó de él.
—Tengo una idea —lo miró —¿por qué no vas a tu
habitación para descansar?, yo prepararé la cena.
Ella lo observó unos segundos.
—Incluso te llevaré algunas revistas para que elijas
los muebles que deseas, así los pediremos lo antes posible.
—Está bien —murmuró.
Lo observó salir de su habitación, Jenna se dejó caer
de espaldas en la cama y rebotó suavemente al chocar con ella. Observó unos
segundos las paredes blancas y vacías a su alrededor intentando borrar esa
incomodidad dentro de sí.
—Basta —se quejó y tomó un cojín, lo puso sobre su
rostro.
Se estaba comportando como una adolecente
incomprendida y deprimida.
Basta de eso, era más que suficiente.
Se levantó enseguida y arrojó el cojín hacia la
puerta. Luego jadeó.
—Lo siento —le dijo a Fabián.
Se puso de pie enseguida y llegó a él, luego tomó el
cojín y lo abrazo suavemente.
—No era mi intención.
Él sonrió a pesar de lo que había hecho.
—Bien, entonces —dejo en la cama un montón de revistas
—si algo no te gusta ya ocupaste la opción de arrojármelas por la cabeza.
Jenna se sonrojó ante sus palabras.
—Voy a estar en la cocina si necesitas algo —asintió.
Él la observó unos segundos antes de dejarla sola.
Suspiró.
—Bien —murmuró —a ver qué hay aquí.
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