sábado, 16 de noviembre de 2013

El placer de Jenna, Segunda Parte, Capitulo 3.



Capitulo 3

Jenna se detuvo delante de una mesa larga y elegante y observó al grupo de hombres sentados tras ella. Contó siete de ellos, vestido con túnicas negras y guantes grises. A su alrededor, había otro tanto de hombres, como un público impaciente. El lugar le parecía un anfiteatro pequeño, solo que aquí, ella era el show central.
Un hombre delante de ella se puso de pie.
—Señorita Jenna Flores —se tensó enseguida —le damos la bienvenida a Nuevo Edén. —Él la observó unos segundos fijamente hasta que apuntó a lo demás alrededor —nosotros somos el consejo de esta ciudad,  y estamos aquí para asignarle a los hombres que se adecuen mejor a usted.
Adecúen, pensó ella y arrugó su frente. Solo apretó los labios y se cruzó de brazos. Sintió que todos la miraban fijamente.
—Y de acuerdo a los estudios que se le realizaron —él se sentó y tomó una hoja de la mesa —estos son los siguientes.
Volteó sus ojos.

Tenía muchas ganas de reírse con la situación, se conformó con apretar los labios y ocultar su sonrisa lo mejor que pudo.
—Pase al frente Hugo Abaroa.
Jenna giró su rostro para ver a un hombre, bastante joven, de cabello castaño claro y desordenado, alto y vestido de negro, detenerse a dos metros de ella.
Este le sonrió al ver que lo miraba y levantó una mano como saludo. Ella arrugó su frente un segundo al ver su sonrisa
—Pase adelante Fabián Abaroa.
Mantuvo su expresión al escuchar a los hombres hablar sorprendidos, más al ver que el tal Hugo arrugaba su frente y observaba fijamente al otro hombre, casi idéntico a él, detenerse a su lado.
A diferencia del primero, este tenía el cabello ordenado hacia atrás.
El segundo la observó fijamente, como si la examinara con confianza antes de volver a mirar a su gemelo unos segundos. Jenna tuvo la impresión de que se decían algo entre ellos.
—¡Silencio! —tronó el hombre del consejo, todos se callaron y ella lo miró enseguida. —Y por último pase a delante… —Jenna esperó tensa —Sebastián Gyro.
Jenna tomó aire sorprendida y observó al anciano.
—¿Qué? —jadeó, esta vez sin poder quedarse callada.
El hombre alzó una ceja y solo la observó.
Cuando volvió a mirar a su lado Sebastián ya estaba allí, al lado de los gemelos sin ni una sola expresión en su rostro. Los hombres a su lado lo miraron un segundo y luego a ella. Uno de ellos, el de cabello tan desordenado que parecía que recién se había levantado, sonreía divertido. El que vestía igual que Sebastián y tenía el cabello ordenado la observaba casi igual que el propio Sebastián.
Jenna arrugó su frente al notar que lo único que diferenciaba a los hermanos era el color de su traje y su cabello.
—Señora Flores —la llamó el anciano, lo observó enseguida —dentro de unos meses volveremos a reunirnos para saber cómo van las cosas —él miró a los hombres. —Se les recuerda ser cuidadosos, más que otras veces, los últimos acontecimientos serán detenidos pero hasta que eso pase no se olviden que su seguridad es una prioridad —él la apuntó con una mano y arrugó su frente.
Como todos comenzaron a ponerse de pie y salir de la habitación, miro alrededor. El general llegó cerca de ella y le pidió que lo siguiera.
Suspiró.
Él la llevó a una habitación a un lado y le pidió que esperara.
Jenna se acercó a una ventana y se cruzó de brazos.
—Sebastián Gyro —susurró y cerró los ojos.

¿Qué clase de broma era esta?

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