Capitulo 3
Jenna se detuvo delante de una mesa larga y elegante y
observó al grupo de hombres sentados tras ella. Contó siete de ellos, vestido
con túnicas negras y guantes grises. A su alrededor, había otro tanto de
hombres, como un público impaciente. El lugar le parecía un anfiteatro pequeño,
solo que aquí, ella era el show central.
Un hombre delante de ella se puso de pie.
—Señorita Jenna Flores —se tensó enseguida —le damos
la bienvenida a Nuevo Edén. —Él la observó unos segundos fijamente hasta que
apuntó a lo demás alrededor —nosotros somos el consejo de esta ciudad, y estamos aquí para asignarle a los hombres
que se adecuen mejor a usted.
Adecúen, pensó ella y arrugó su frente. Solo apretó
los labios y se cruzó de brazos. Sintió que todos la miraban fijamente.
—Y de acuerdo a los estudios que se le realizaron —él
se sentó y tomó una hoja de la mesa —estos son los siguientes.
Volteó sus ojos.
Tenía muchas ganas de reírse con la situación, se
conformó con apretar los labios y ocultar su sonrisa lo mejor que pudo.
—Pase al frente Hugo Abaroa.
Jenna giró su rostro para ver a un hombre, bastante
joven, de cabello castaño claro y desordenado, alto y vestido de negro,
detenerse a dos metros de ella.
Este le sonrió al ver que lo miraba y levantó una mano
como saludo. Ella arrugó su frente un segundo al ver su sonrisa
—Pase adelante Fabián Abaroa.
Mantuvo su expresión al escuchar a los hombres hablar
sorprendidos, más al ver que el tal Hugo arrugaba su frente y observaba
fijamente al otro hombre, casi idéntico a él, detenerse a su lado.
A diferencia del primero, este tenía el cabello
ordenado hacia atrás.
El segundo la observó fijamente, como si la examinara
con confianza antes de volver a mirar a su gemelo unos segundos. Jenna tuvo la impresión
de que se decían algo entre ellos.
—¡Silencio! —tronó el hombre del consejo, todos se
callaron y ella lo miró enseguida. —Y por último pase a delante… —Jenna esperó
tensa —Sebastián Gyro.
Jenna tomó aire sorprendida y observó al anciano.
—¿Qué? —jadeó, esta vez sin poder quedarse callada.
El hombre alzó una ceja y solo la observó.
Cuando volvió a mirar a su lado Sebastián ya estaba
allí, al lado de los gemelos sin ni una sola expresión en su rostro. Los
hombres a su lado lo miraron un segundo y luego a ella. Uno de ellos, el de
cabello tan desordenado que parecía que recién se había levantado, sonreía
divertido. El que vestía igual que Sebastián y tenía el cabello ordenado la
observaba casi igual que el propio Sebastián.
Jenna arrugó su frente al notar que lo único que
diferenciaba a los hermanos era el color de su traje y su cabello.
—Señora Flores —la llamó el anciano, lo observó
enseguida —dentro de unos meses volveremos a reunirnos para saber cómo van las
cosas —él miró a los hombres. —Se les recuerda ser cuidadosos, más que otras
veces, los últimos acontecimientos serán detenidos pero hasta que eso pase no
se olviden que su seguridad es una prioridad —él la apuntó con una mano y
arrugó su frente.
Como todos comenzaron a ponerse de pie y salir de la
habitación, miro alrededor. El general llegó cerca de ella y le pidió que lo
siguiera.
Suspiró.
Él la llevó a una habitación a un lado y le pidió que
esperara.
Jenna se acercó a una ventana y se cruzó de brazos.
—Sebastián Gyro —susurró y cerró los ojos.
¿Qué clase de broma era esta?
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