Capitulo 2
Cuando el General Gutter llegó a su habitación, ya se
había duchado, cambiado y peinado. Como su cabello de color rojo estaba húmedo
lo dejo suelto y libre a su alrededor. Al notar que ya le llegaba más debajo de
sus codos se recordó cortarlo apenas pudiera.
—Buenos días —saludó el General.
Venía acompañado de dos hombres, altos, musculosos y
serios. Parecían guardaespaldas y no dudo de que eso fueran.
—Buenos días —murmuró.
—Hablé con Mikael, me contó que ya te explico algunas
cosas —asintió.
—Sí, y por lo que se, hoy se realizara una reunión
donde me darán asignados —él asintió.
—Así es —él abrió la puerta y salió.
Caminaron unos segundos en silencio por el largo
pasillo.
—¿Cómo han estado las cosas? —preguntó, lo observó al
no tener respuesta. El general tenía el ceño fruncido.
—Complicadas —soltó al fin —aunque atrapamos a una
docena de hombres implicados en secuestros, no son los únicos que hacen esto.
Ella asintió.
—Ya sospechaban que algo pasaba, ¿cierto? —él suspiró.
—Siempre pasa —la miró —siempre hay algún grupo de
hombres que no quieren esperar como todos y recurren a algo tan bajo como el
secuestro.
Ella alzó una ceja.
—Disculpe que se lo diga, y sé que ustedes son más
amables y todo, pero no es muy diferente de lo que hacen —él sonrió a pesar de
sus palabras.
—Se puede considerar así desde tu punto de vista pero
no, las mujeres que son traídas a nuevo Edén son estudiadas de ante mano, toma
normalmente dos años decidir si traerla o no.
Se detuvo un segundo al oírlo.
—Pero nosotras… Bárbara…no entiendo, por qué…
—Bárbara ya había sido investigada para ser traída,
¿por qué crees que ella terminó en el bosque del amazonas? —alzó una ceja y
continuaron caminando.
—Guau —susurró —¿ella lo sabe?
El general negó.
—Nnunca ha preguntado, probablemente piensa igual que
tú.
—¿Y nosotras? —él la observó unos segundos.
Salieron del hospital y se detuvieron delante de dos
automóviles.
—Acepto que son un caso especial, pero dado los
últimos acontecimientos lo mejor para cada una de ustedes es permanecer
permanentemente aquí.
Ella suspiró un tanto confundida.
—No habrá problemas por eso, aparecimos de repente,
¿cómo saben que esto saldrá bien?
—Lo hará, si así lo deseas, y nadie ha aparecido aquí
por coincidencias, todo, tiene un motivo de ser.
Jenna no dijo nada, solo negó incrédula por sus
palabras y subió al vehículo. Mientras este se movía intentó imaginar su futuro
allí, el resto de su vida. Nada venía a su mente.
Vamos Jenna, pensó. Eres tú quien maneja tu vida, no
los demás, tomaste la decisión de quedarte y aceptar esto, adáptate, eso es lo
que siempre haces. Además, ya sabes, no estás aquí por coincidencias.
Suspiró y miró por la ventana.
Ella tampoco creía en las coincidencias, la vida le
había enseñado que no existían, todo pasaba por algo, simplemente tenía que
averiguar por qué.
Cuando el vehículo se detuvo observó el edificio
delante de ella unos segundos.
—Es el edificio de justicia y reclamación —observó al
general y lo siguió dentro.
—Justicia y reclamación —repitió —¿qué significa eso?
—Mm —murmuro él —creo que se les llaman juzgados en tu
planeta —asintió al comprender —aquí se realizan las asignaciones, juicios,
reclamos y denuncias, todo lo que tenga que ver con las leyes de nuevo Edén.
—Entiendo —murmuró.
Llegaron un ascensor y subieron.
—Tu eres abogada, ¿no? —lo miró sorprendida.
—¿Cómo lo sabe?
—Investigamos a todas las mujeres Jenna.
—Pero… —ella cerró la boca y miró hacia el frente.
Sí, lo era, solo que nunca había ejercido su
profesión, apenas había salido de la universidad había creado una empresa.
Había estudiado leyes simplemente para satisfacer a su padre. Con su muerte,
ella solo había terminado sus estudios por simple inercia, no por gusto. Pero,
no era que le desagradara ser abogada, simplemente había elegido algo
completamente diferente a eso por simple aburrimiento.
Suspiró.
Cuando el ascensor de detuvo y las puertas se
abrieron, una mujer baja apareció delante de ellos enseguida. Esta le sonrió.
—Hola, soy Anabela —se presentó, Jenna alzo una ceja.
—Buenos días Anabela —dijo el general.
—Buenos días General —dijo esta y lo miró un segundo.
—No es necesario que le expliques donde está, ella lo
sabe —la chica arrugó su frente y luego suspiro.
—Vaya —la miró un segundo y luego se encogió de
hombros —bien, entonces —la observó a los ojos —bienvenida a Nuevo Edén Jenna,
si tienes alguna otra pregunta o algo por el estilo no dudes en llamarme —con
eso se despidió y alejo tranquilamente de ellos.
Jenna observó al General un segundo antes de que
continuar caminando.
—Aquí es —dijo este.
Se detuvieron.
—Entonces… —murmuró.
—Solo debes ingresar a la habitación y esperar, nada
más.
Suspiró.
—Bien —aceptó, tomó aire y se movió hacia la puerta,
justo antes de entrar observó al hombre tras de si —¿Cuándo podré ver a mis
amigas?
—Por ahora no será posible eso, sí podrán hablar por
teléfono pero no verse cara a cara —asintió sin entender por qué.
Dejó de observarlo y tomó cada manilla.
—Aquí vamos —murmuró mientras ingresaba en ese lugar y
fingía que estaba todo bien.
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