Capitulo 1
Una semana después.
Jenna dejó de observar por
la ventana apenas la puerta de su habitación fue abierta. Mikael, su
médico, el único hombre que la visitaba y le traía su comida,
entró cargando una bandeja.
Al verla cerca de la
ventana, él le sonrió suavemente.
Si hubieran estado en la
tierra, Jenna lo hubiera contratado como modelo, eso era lo que
parecía. Mikael alcanzaba el metro ochenta y tenía una
constitución física saludable, no era demasiado musculoso, pero su
camiseta blanca dejaba bastante claro que sí hacia ejercicio.
Además, el cabello negro y los ojos azules siempre llamaban la
atención, y el hombre los poseía. Lástima que no le atraía en
otro sentido, por lo menos hubiera tenido en que distraerse en ese
lugar.
—¿Alguna noticia?
—preguntó y se acercó a su cama, él dio un paso hacia atrás y
la observó unos segundos antes de sonreír abiertamente —¿Qué?
—dijo con desconfianza.
—No voy a envidiar a tus
asignados —volteó sus ojos.
Otra cosa por lo que no le
gustaba mucho, el hombre tenía la incapacidad de filtrar sus
comentarios, simplemente hablaba, cada vez que se le ocurría algo.
Al parecer su boca estaba conectada directamente con su cerebro.
—Algún día te meterás
en serios problemas por ser tan bocón —él arrugó su frente
enseguida.
—¿Que es bocón? —le
sonrió y comenzó a comer.
—Averígualo—él
suspiró.
—Lo haré—él la
observó unos segundos.
—¿Qué? —preguntó.
—El General Gutter vendrá
a verte dentro de una hora —Jenna arrugó su frente.
—¿Qué significa eso?
—Que saldrás del
hospital y que…
—Me darán asignados —él
asintió.
Mikael le había explicado,
con más detalle cómo funcionaban las cosas allí, por eso sabía
que en algún momento esto iba a pasar. Que como le sucedió a
Bárbara, a ella la pondrían delante de un grupo de ancianos para
que estos decidieran su vida a amorosa para siempre.
Suspiró.
—Entonces las
posibilidades de regresar a mi hogar son cero —él asintió y se
encogió de hombros.
—Es muy peligroso que
regreses a la tierra. Aquí, estarás más segura —la observó a
los ojos—y recibirás más atención y cariño de lo que podrías
recibir en ese lugar. Aquí serás amada y respetada como debe ser.
Ella solo lo observó a los
ojos y terminó de comer como si nada. Él negó.
—Debes aceptar…
—Ya lo hice —lo detuvo
—ya acepté que no regresare a la tierra, ya acepté que voy a
tener que vivir y soportar a un grupo de hombres, eso no es lo que me
molesta.
—¿Qué es lo que te
molesta?
—Que no soy yo quien
decide con quien —miró alrededor —tampoco sé que haré con mi
vida aquí, no me gusta estar sin hacer nada.
—No te preocupa no
conocer a esos hombres —se encogió de hombros.
—Para nada, no me
preocupa ni me interesa.
Él alzo una ceja.
Quizás exageraba, si le
preocupaba, y claro que le interesaba, pero no iba a pensar en eso
hasta que valiera la pena. Por ahora su prioridad era salir de ese
lugar, esa habitación, luego, paso a paso, se iría a acostumbrando
a lo que la rodeaba, era buena para eso. Sus asignados, esos hombres,
se acostumbrarían rápidamente a ella, a quien mandaba y tomaba las
decisiones. No era nada del otro mundo, está acostumbrada a
demostrar quien era.
—Bien —Mikael sonrió y
dejó una bolsa en su cama, la observó con el ceño fruncido
—dúchate si lo deseas y ponte eso, el General vendrá por ti —ella
asintió —si te sientes mal y necesitas ayuda médica llámame, yo
iré a tu casa.
—Puedo venir a verte si
pasa —él negó.
—No, llámame e iré, no
salgas de la que será tu casa por un tiempo —lo miró y arrugó su
frente—te aseguro que es por tu seguridad.
Jenna asintió y suspiró.
—Lo sé —sí que lo
sabía.
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