miércoles, 13 de noviembre de 2013

El placer de Jenna, Segunda parte, Capitulo 1.



Capitulo 1

Una semana después.
Jenna dejó de observar por la ventana apenas la puerta de su habitación fue abierta. Mikael, su médico, el único hombre que la visitaba y le traía su comida, entró cargando una bandeja.
Al verla cerca de la ventana, él le sonrió suavemente.
Si hubieran estado en la tierra, Jenna lo hubiera contratado como modelo, eso era lo que parecía. Mikael alcanzaba el metro ochenta y tenía una constitución física saludable, no era demasiado musculoso, pero su camiseta blanca dejaba bastante claro que sí hacia ejercicio. Además, el cabello negro y los ojos azules siempre llamaban la atención, y el hombre los poseía. Lástima que no le atraía en otro sentido, por lo menos hubiera tenido en que distraerse en ese lugar.
¿Alguna noticia? —preguntó y se acercó a su cama, él dio un paso hacia atrás y la observó unos segundos antes de sonreír abiertamente —¿Qué? —dijo con desconfianza.
No voy a envidiar a tus asignados —volteó sus ojos.

Otra cosa por lo que no le gustaba mucho, el hombre tenía la incapacidad de filtrar sus comentarios, simplemente hablaba, cada vez que se le ocurría algo. Al parecer su boca estaba conectada directamente con su cerebro.
Algún día te meterás en serios problemas por ser tan bocón —él arrugó su frente enseguida.
¿Que es bocón? —le sonrió y comenzó a comer.
Averígualo—él suspiró.
Lo haré—él la observó unos segundos.
¿Qué? —preguntó.
El General Gutter vendrá a verte dentro de una hora —Jenna arrugó su frente.
¿Qué significa eso?
Que saldrás del hospital y que…
Me darán asignados —él asintió.
Mikael le había explicado, con más detalle cómo funcionaban las cosas allí, por eso sabía que en algún momento esto iba a pasar. Que como le sucedió a Bárbara, a ella la pondrían delante de un grupo de ancianos para que estos decidieran su vida a amorosa para siempre.
Suspiró.
Entonces las posibilidades de regresar a mi hogar son cero —él asintió y se encogió de hombros.
Es muy peligroso que regreses a la tierra. Aquí, estarás más segura —la observó a los ojos—y recibirás más atención y cariño de lo que podrías recibir en ese lugar. Aquí serás amada y respetada como debe ser.
Ella solo lo observó a los ojos y terminó de comer como si nada. Él negó.
Debes aceptar…
Ya lo hice —lo detuvo —ya acepté que no regresare a la tierra, ya acepté que voy a tener que vivir y soportar a un grupo de hombres, eso no es lo que me molesta.
¿Qué es lo que te molesta?
Que no soy yo quien decide con quien —miró alrededor —tampoco sé que haré con mi vida aquí, no me gusta estar sin hacer nada.
No te preocupa no conocer a esos hombres —se encogió de hombros.
Para nada, no me preocupa ni me interesa.
Él alzo una ceja.
Quizás exageraba, si le preocupaba, y claro que le interesaba, pero no iba a pensar en eso hasta que valiera la pena. Por ahora su prioridad era salir de ese lugar, esa habitación, luego, paso a paso, se iría a acostumbrando a lo que la rodeaba, era buena para eso. Sus asignados, esos hombres, se acostumbrarían rápidamente a ella, a quien mandaba y tomaba las decisiones. No era nada del otro mundo, está acostumbrada a demostrar quien era.
Bien —Mikael sonrió y dejó una bolsa en su cama, la observó con el ceño fruncido —dúchate si lo deseas y ponte eso, el General vendrá por ti —ella asintió —si te sientes mal y necesitas ayuda médica llámame, yo iré a tu casa.
Puedo venir a verte si pasa —él negó.
No, llámame e iré, no salgas de la que será tu casa por un tiempo —lo miró y arrugó su frente—te aseguro que es por tu seguridad.
Jenna asintió y suspiró.
Lo sé —sí que lo sabía.

No hay comentarios:

Publicar un comentario