jueves, 28 de noviembre de 2013

El placer de Jenna, Cuarta parte, Capitulo 1.



Capitulo 1

Una semana después Jenna observaba la televisión detenidamente, las noticias. El hombre allí hablaba de varios incidentes que habían estado llevándose acabó desde hacía unos días.
Estos problemas tenían una gran relación con ataques a guardias civiles, patrullas en los bosques y esas cosas. Pero lo que más le llamaba la atención eran las noticias sobre mujeres encontradas, no decían cuántas, ni quienes, solo que las habían encontrado.
Suspiró y abrazó sus piernas sobre el sofá.
—Las cosas se están complicando —murmuró Hugo detrás de ella y asintió sin verlo.
Él llegó a su lado y se sentó, la observó detenidamente.
—No te preocupes, los que te atacaron están en prisión.
Lo observó unos segundos.
—Vas a salir de nuevo.
Él asintió.

—Sebastián se quedará contigo —asintió suavemente y él acarició su rostro.
—Pasara, ya lo veras —lo miró confundida —todo esto, no te preocupes.
Suspiró y observó la televisión. Él siempre le decía lo mismo, siempre las mismas palabras pero nada más. Nunca le informaba de su trabajo, o lo que él sabía.
Cuanto sintió los dedos de Hugo bajar por su cuello, llegar a su espalda y más adelante para hacerle cosquillas, sonrió un poco y se alejó.
—Basta, no deberías ir a trabajar —él volteo sus ojos.
—Aún tengo tiempo.
Él siguió moviéndose. Jenna rio.
—Eres como un niño.
Hugo suspiró y se alejó de ella, lo miró confundida. Él le sonrió.
—Tienes razón, iré a trabajar.
Ella solo asintió mientras lo observaba irse.
Horas después, Jenna dejó su libro y salió de la sala. Caminó alrededor del lugar sin saber que hacer hasta que decidió salir al patio, se sentó bajo el sol y cerró los ojos.
No notó que se había quedado dormida hasta que algo la alzo del suelo. Se sorprendió un poco y observó el pecho de Sebastián. No tenía que verlo a la cara para saber eso, con sentir su olor era más que suficiente.
—Te llevaré a tu habitación —murmuró él.
Jenna asintió y apoyó su cabeza en su pecho.
Cuando él la deposito en su cama lo observó unos segundos sin saber que decir. Él también la observó.
—¿Cómo te fue? —terminó por preguntar.
Él inclinó la cabeza hacia un lado.
—Relativamente bien, averiguamos varias cosas que son útiles—ella asintió y Sebastián se alejó—cuando sea la hora de la cena te llamare.
—Gracias—murmuró y lo observó, suspiró.
Abrazó su cojín y volvió a quedarse dormida.
—Jenna —murmuró Sebastián, abrió los ojos y lo observó a su lado—la cena ya está servida, los gemelos esperan abajo.
Ella asintió y se estiró en la cama.
—¿Hace cuánto llegaron? —él caminó hacia la puerta.
—Menos de una hora, les dije que estabas descansando.
Ella alzó una ceja y se sentó en la cama.
—¿Y Hugo te hizo caso?—no podía creer eso.
Él sonrió un segundo.
—Claro, no le quedo de otra.
Jenna también sonrió y lo vio salir de su habitación.
Ya en el comedor Fabián se acercó a ella para saludarla. La besó suavemente antes de alejarse. En cambio, fue ella quien se acercó a Hugo y lo abrazó por la espalda. Lo escuchó suspirar.
—¿Qué?—le dijo, besó su mejilla.
—¿Estás bien? —Hugo la acomodó sobre sus piernas.
—Sí, lo estoy —sonrió —¿por qué?
—Sebastián, se comporta como una mamá gallina —ella rio al oírlo.
—Él solo quería que descansara, nada más —Hugo volteó sus ojos.
—Como si no te dejáramos descansar —alzó una ceja al oírlo y él solo sonrió —está bien, quizás no te dejamos descansar.
Volvió a reír y el besó su cuello.
—Pero no puedo evitarlo —murmuró el mientras jugaba con la piel bajo su oído—. Eres adictiva mujer.
—Pues gracias, jamás me habían dicho eso —él rio suavemente.
Cuando se sentaron a comer Jenna se concentró en lo que ellos hablaban. Solo problemas leves en algunos pueblos, noticias, sobre conocidos, pero nada de lo que hablaban en televisión. Sabía que evitaban eso por ella, para no asustarla.
Hugo suspiró y lo miró.
—Mañana salimos de viaje —arrugó su frente.
—¿Salimos?
—Fabián y yo, quiero decir —ella observó a Fabián —será solo por unos días, 5 a lo menos.
Sus hombros cayeron al oírlo. Al verla, Hugo tomó su mano sobre la mesa, le sonrió.
—Son solo por algunas reuniones que se realizaran en otro pueblo, nada grave pero si necesarias —asintió.
—Eso quiere decir que Sebastián se quedara conmigo —lo miró, el observaba sus manos pero al escucharla levantó la vista.
—Sí, hasta que ellos regresen —asintió suavemente.
—Por cierto —dijo Hugo, lo miró y al ver que sonreía alzo una ceja —te tengo un regalo.
—Regalo —sonrió —¿qué es?
Él negó.
—Es una sorpresa, te lo daré después.
Jenna alzó ambas cejas al darse cuenta de que se lo daría en la noche. Sintió mucha curiosidad por eso.

Más tarde, Jenna estaba sobre su cama, sentada con las piernas cruzadas mientras observaba un libro. Al ver la hora suspiró.
Ya era hora de que visitara a Hugo. Sonrió un poco al darse cuenta de que siempre era ella quien los visitaba. Si, los gemelos la mantenían ocupada en la noche pero ninguno se metía en su habitación, lo que pasaba era que la provocaban antes, la incitaban y excitaban claramente.
Golpeó una vez antes de entrar en la habitación y sonrió al verlo mirando por la ventana. Hugo no llevaba camiseta, solo usaba unos holgados y claros pantalones de tela.
En silencio se acercó a él y lo abrazó por la espalda. Él acarició sus manos suavemente y arrugó su frente. Hugo siempre se lanzaba sobre ella, podría tomarse su tiempo mientras tenían relaciones pero no antes.
Jenna se dio cuenta de que no era Hugo cuando alguien se detuvo detrás de ella. Soltó a Fabián y él se giró sonriendo.
Observó detrás de ella a Hugo, también solo con un pantalón, pero negro.
—¿Qué es esto? —preguntó suavemente.
Solo que sabía que era, había fantaseado con ellos, algunas veces.
—Mi regalo —dijo Hugo —de mi hermano y mío.
Él tomó un mechón de su cabello.
—Ya es tiempo de que hagamos esto más interesante.
—¿Interesante? —murmuró.
Fabián afirmó su rostro y lo miró.
—¿Quieres esto Jenna? ¿a ambos esta noche? —tragó—. No debes tener miedo.
Negó enseguida.
—No tengo miedo —confesó, pero no dijo que si se sentía nerviosa.
Hugo acarició su brazo mientras Fabián hacia lo mismo en su cuello. El primero se acercó a su oído  y susurro.
—Solo déjate llevar. Te aseguro que lo disfrutaras.
Ella asintió y suspiro.

Fabián la atrajo hacia él y la besó suavemente, como siempre lo hacía. Él se dedicó a explorar su boca con ternura mientras sus manos se mantenían en su cintura. En cambio Hugo masajeo su espalda, su cuello. Se dedicó a encender y excitar su piel.
Jenna gimió contra los labios de Fabián y se estremeció al sentir las manos de Hugo tomar sus senos. Luego Fabián agarró su trasero y la levantó entre los dos. Los gemelos la afirmaron y ella rodeo la cintura de Fabián con sus piernas. Volvió a gemir. Sobre todo por sentir la dureza de cada uno de ellos. Pero no acabo allí. Ambos se movieron contra ella, empujaron hacia su cuerpo al mismo tiempo restregándose contra su sexo y trasero.
Se alejó de la boca de Fabián. Necesitaba respirar, calmarse un poco o todo terminaría muy rápido. Jenna desea que esto durara mucho tiempo.
Los gemelos la llevaron a la cama, la desnudaron lentamente y luego la recostaron en ella.
Cuando los vio quitarse los pantalones y acomodarse uno a cada lado de ella se levantó sobre sus rodillas. Jenna sonrió al oírlo jadear luego de que agarrar su sexo con cada mano. Ambos se movieron más cerca para estar frente a ella. Luego se agacho y los probó con su lengua. Se dedicó a torturarlos lentamente, primero a uno y luego a otro. Ella disfruto del poder que tenía en ese momento, de saber que ellos gemían y jadeaban por lo que les hacía.
Se estremeció suavemente al sentir las manos de cada uno de ellos acariciando su espalda, su cuello, su trasero y más abajo. Se alejó un poco y jadeo por aire.
Alguien la empujo hacia la cama y no le importo quien. Solo se dejó llevar, se relajó entre ambos y les permitió acomodarla de espaldas con las piernas abiertas. Sonrió cuando Hugo se acercó a su boca para besarla un segundo y luego llevarse uno de sus pezones a su boca. Solo que cuando Fabián la probó con su lengua gimió.
Sabía lo bueno que era él con su lengua, Fabián la había llevado a varios orgasmos solo de esta forma y esperó que él lo hiciera de nuevo esa noche. Solo que él se alejó y le permitió a su hermano tomar su lugar.
Ambos la mantuvieron en el borde, llevándola cada vez más cerca del orgasmo pero negándoselo segundos antes. Tiempo después se estremeció contra los dedos de Hugo y susurró.
—Ya no puedo más… —gimió cuando ambos la pusieron de rodillas y manos, jadeó cuando sintió a uno de ellos a su espalda —necesito…
No tuvo que pedirlo, uno de ellos la penetró.
Supo quién era segundos después.
Fabián se enterró en su cuerpo con energía, la afirmó de la cintura para que no se alejara y la acaricio para que por fin se corriera.
Gritó contra la almohada y se estremeció.
Hugo tomó el lugar de Fabián casi enseguida y también la afirmo. Él se tomó su tiempo, la llevó a otro orgasmo antes de seguirla y gemir.
Pero no terminó allí. Segundos después de nuevo la estaban acariciando, con más lentitud  y cuidado. La segunda vez ella tomo en su boca a Fabián mientras Hugo la penetraba, los tres se corrieron casi al mismo tiempo y cayeron exhaustos sobre la cama.
Jenna se quejó suavemente y movió su cuerpo cansado.

Sonrió un poco. Hugo tenía razón, se estaba acostumbrando a esto, ya no se candaba tanto como antes.

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