miércoles, 27 de noviembre de 2013

El placer de Jenna, Tercera parte, Capitulo 6.



Capitulo 6

Cuando Jenna despertó lo hizo porque sintió algo contra su mejilla. Al abrir los ojos se encontró con Hugo muy cerca, sonriendo suavemente.
Ella se quejó un poco y movió su cuerpo bajo el de él.
—Me quede dormida —murmuró.
Él sonrió todavía más.
—Más bien, te desmayaste.
Jenna volvió a quejarse, luego se rio suavemente.
—Nunca me había pasado eso.
—Espero que sea por algo bueno —contestó enseguida Hugo y alzó una ceja.
Jenna gimió y rio al sentir sus manos recorriendo su cuerpo desnudo.
—No de nuevo —susurró —estoy un poco cansada.
Él hizo un puchero pero terminó por asentir.
—Bien, solo porque esto está recién comenzando —Jenna alzó una ceja —con el paso del tiempo te acostumbraras.

 —Acostumbrarme —lo miró confundida —¿a qué?
Él alzó una ceja y llegó más cerca de su rostro.
—A hacer esto todos los días —volteó sus ojos.
—Sí, seguro —murmuró divertida.
Hugo alzó una ceja.
—Ya verás cuan ciertas son mis palabras —recorrió con una de sus manos su cadera y su espalda.
Jenna se removió al sentirlo, le hacía cosquillas.
—Basta —lo regañó al ver que seguía tocándola, él solo sonrió y continuó, con más energía, como si no supiera lo que hacía.
—¿Qué cosa? —preguntó él.
Jenna se rio suavemente y jadeó al sentirlo. Intentó alejarse de él, girarlos para poder escapar pero nada dio resultado. Hugo solo rio al sentirla y uso ambas manos para molestarla. Ella continuó riéndose, cada vez con más energía hasta que alguien se limpió la garganta ruidosamente.
Ambos se congelaron y observaron a Sebastián a unos pasos de ellos, con la frente fruncida.
Jenna se sonrojó intensamente y obligó a Hugo a ponerse de pie. Tomó enseguida su vestido y se cubrió. En cambio Hugo solo observó a Sebastián y alzó una ceja esperando.
—¿Qué pasa? Llegas temprano—le dijo Hugo.
Sebastián dejo de observarla.
—Hubo un problema en otro pueblo, debo salir de viaje ahora.
Jenna observó a Hugo arrugar su frente y mirar alrededor.
Un tanto sorprendida lo vio vestirse muy rápido con la misma expresión preocupada en su rostro. Lo imitó y también se vistió.
—¿Qué pasa? —terminó por preguntar.
Ambos la miraron enseguida, solo que Hugo profundizó su ceño fruncido aún más.
—Nada que no pueda ser solucionado —le oyó decir a Sebastián, lo miró un segundo —llamé a Fabián para que se quede con ella.
—Bien —dijo Hugo y se alejó, luego regresó como si recordara algo. Agarró su rostro con ambas manos y la beso unos segundos.
Jenna alzó una ceja al verlo alejarse un poco.
—Debo ir a mi trabajo, necesito saber que está pasando —ella suspiró y asintió —Sebastián se quedará contigo hasta que llegue mi hermano, no te preocupes.
—No me preocupo —soltó, Hugo alzó una ceja —no puedo hacerlo si no sé qué está pasando.
Él suspiró.
—Entiendo pero, yo tampoco sé que está pasando, eso voy a averiguar.
Asintió.
Luego de despedirse Hugo fue a su habitación para ducharse y cambiarse antes de salir. Jenna observo a Sebastián, que seguía en el mismo lugar con los brazos cruzados, y dijo.
—Me dirás en verdad que está pasando —él solo entrecerró los ojos.
—De qué te sirve saberlo.
Volteó sus ojos.
—Me sirve para muchas cosas…
—Solo quieres preocuparte —la interrumpió.
—Esa decisión es mía —él suspiró y observó alrededor un segundo.
—Sabes muy bien que hay hombres que no aceptan nuestra forma de vida —Jenna arrugó su frente —el esperar que el consejo te asigne a alguien.
Asintió suavemente y se sentó en el sofá. Sebastián se movió y se sentó a un metro de distancia, lo observó.
—Así que ellos han creado grupos rebeldes. No estábamos seguros de cuantos son, que tan grande es este grupo pero, ahora tenemos una idea.
—¿Son muchos? —él la observó y se encogió de hombros.
—Los que están dentro de estos grupos no, digamos que son los más radicales, pero los hombres que están insatisfechos sí.
Jenna lo observó fijamente, se oía cansado.
—¿Por qué debes salir de viaje?
—Sabes lo que hago, ¿cierto? —asintió.
—Eres el encargado de las interrogaciones.
Él asintió y la observó un segundo.
—Atraparon a un grupo de rebeldes que había secuestrado y mantenido encerradas a un grupo de mujeres. Debo averiguar qué tan común es esto y si hay más de ellas.
Jenna se estremeció al oírlo y paso las manos por su cabello.
—¿Qué es lo que ellos desean? —murmuró.
—No lo sé —contestó él luego de suspirar, se puso de pie y lo miró— al final de cuentas ellos quieren lo mismo que cualquiera de nosotros, una familia, pero en algún momento simplemente se dejaron llevar por la desesperación, perdieron la paciencia.
Ella suspiró.
—Creo que más bien perdieron el respeto hacia otros —Jenna observó hacia el frente —si quisiera una familia no tratarían a las mujeres así, a ellos no les importa lo que hacen. Nos tratan como objetos, nada más.
Lentamente se giró y se encontró con los ojos de Sebastián.
—No todos son así—murmuró él.
Ella asintió.
—No creo que todos sean así.
Él asintió y antes de dejarla sola la observó unos segundos.
Jenna volvió a suspirar.

Así que este mundo no es tan perfecto, pensó. En todos lados existían los mismos problemas.

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