Primera Parte
Conociendo al enemigo
Capitulo 2
***
J.:
¿Qué tiene que ver con la historia la desesperación de tus amigas por un novio?
C.: Lo mismo puedo preguntar yo, ¿Qué tiene que ver
que Barbie terminara contigo?
J.: Mucho.
C.: Exacto, déjame continuar.
J.:
Está bien.
***
—Saben lo que oí —dijo Liz mientras salían de clases —al
parecer Barbie terminó con Jet Farraguer.
Todas la miramos fijamente, hasta que Maly suspiró.
—Pobre de él, no debe ser muy agradable que te
terminen —negué.
—Probablemente se dañó su ego —dije sin darle
importancia al asunto —se unió al grupo de los solteros — moví mi bolso para
acomodarlo en mi hombro pero este chocó con algo, al girarme me encontré con
que Jet Farraguer caminaba detrás de mí con su grupo de amigos.
Tragué al ver su mirada y miré al frente, ellos nos
adelantaron en seguida. El chico me mandó una mirada molesta al pasar a mi
lado, cuando se alejaron lo suficiente me quejé.
—Maldita sea —las chicas a mi lado se rieron, excepto
Maly, nunca lo hacía.
Nos detuvimos en la salida de la escuela para
despedirnos, el grupo de Jet Farraguer estaba de pie al lado de un auto,
hablaban. Suspiré y deje de mirarlos.
—Incluso yo sé que jamás tendríamos oportunidad —dijo
Maly mirándome, hice una mueca.
—No pensaba en eso —le discutí, miré a las demás —¿y
por qué no?
Liz suspiró y Anita negó suavemente.
—No por nada nos llamas “Las microbios”—volteé mis
ojos.
—Si le das alguna importancia a esa tontería te la
terminaras creyendo —aseguré y miré de nuevo al grupo.
Entre ellos noté que el que más destacaba era Jet
Farraguer, con su cabello negro y ojos azules casi eléctricos causaba estragos
entre las chicas, sus amigos no se quedaban atrás. Tomas tenía el cabello
corto, de un color castaño oscuro y ojos del mismo color, su rostro era el más
amable. Rodrigo, que estaba parado al lado de Jet era un poco más bajo, de
cabello negro al igual que sus ojos cansados, estos le daban un aire exótico y
misterioso. Y por último Gustavo, el rubio del grupo, tenía el rostro duro,
firme y ojos verdes, había algo en el que daba un poco de miedo, como si fuera
peligroso.
—Basta—me dijo Liz sacándome de mi exanimación, la miré,
sonreía como siempre —¿y quién es el elegido? —todas entrecerraron los ojos y
esperaron.
—Ninguno —solté rápidamente, miré hacia otro lado.
—Bien, nos vemos mañana —nos dependimos.
—No llegues tarde —me dijo Liz.
—Recuerda poner tu despertador —soltó Anita.
Miré a Maly esperando algún comentario pero solo se
encogió de hombros. Suspiré y me apresuré en regresar a mi casa.
Estaba trabajando en el establo cuando mi padre me
habló.
—¿Cómo estuvo?
Me encogí de hombros y empujé un fardo de heno hasta
la pared. Lo miré.
—Como todos los años y aquí —él también se encogió de
hombros, de él había sacado ese gesto.
—Igual —arrugó su frente —me llamaron por un trabajo —me
detuve, él suspiró y se acercó a mí, acaricio a Estrella, una yegua, al pasar
cerca de ella —es para la universidad, quieren que vuelva a dar clases.
—¿Quieres hacerlo?
Antes, cuando mi madre vivía, mi padre había dado
clases en la universidad, era profesor de biología. Mi madre era veterinaria y
dueña de esta granja, ella trabajaba por los alrededores, ayudando a los
vecinos con sus reses, caballos y demás, aparte recogía animales abandonados y
los traía aquí, así nuestra familia terminó cuidando a un caballo, dos yeguas,
4 ovejas, 2 vacas, un pato y un gato discapacitado, una docena de gallinas y
dos perros.
Mi padre se encogió de hombros.
—Tengo que hacerlo, me ofrecieron un muy buen sueldo.
—Eres buen profesor —le dije, sonrió.
—Con eso podremos seguir cuidando de ellos —apuntó a
los animales —y podré seguir con mis estudios.
Asentí y tome un balde, salí del establo para llenarlo
de agua, al regresar mi padre seguí de pie en el mismo lugar. Eché el agua en
la fuente de las vacas, Sin cola y Adelaida. Sin cola había llegado cuando yo
era muy pequeña, mi madre la había salvado de morir a causa de unos tipos que
la golpearon y le quitaron su cola.
Mi padre se acercó a mí.
—Solo serán en las tardes —lo miré —tres días a la
semana, lunes, miércoles y viernes, de 14:00 a 15:00, el resto de la semana
continuaré con mis estudios —le sonreí.
—Está bien, puedo estar sola —él arrugó su frente —también
puedo cuidar de ellos.
—No te dejare todo el trabajo a ti —me encogí de
hombros —estas en esa edad en que sales con chicos y tus amigas, podrás hacerlo
—volteé mis ojos.
—¿Cuándo comienzas?
—La semana que viene.
—Iras en la camioneta —él asintió.
—En verdad no quieres usarla tú —negué.
—No, prefieren el bus —sin contar que no conduzco muy
bien, tengo la extraña manía de hacerlo como si estuviera en una carrera.
Pato, ese era el nombre del pato, me picoteo la
zapatilla y lo miré.
—Sí, ya voy —le dije, mi papá se rio al ver que Pato
me seguía por el lugar, solté un bufido y lo alimenté.
Luego de algunas semanas de clases, estaba en la
biblioteca sacando copias para una tarea. Al acabar decidí regresar el libro a
su estante, pero al doblar por uno de los pasillos me cógele al ver a Jet
Farraguer y sus amigos hablando despacio entre sí. Regresé un pasó y los rodeé
para llegar al estante que quería, ellos quedaron al otro lado.
—¿Cómo es posible que no entienda nada? —se quejó Jet
Farraguer al otro lado, sus amigos se rieron.
—Si prestaras atención quizás sería diferente —le dijo
Tomas, él se quejó.
—Esto es muy aburrido —dijo Rodrigo.
—Dímelo a mí —le contesto Jet —este año ha empezado
mal para seguir peor.
—Tanto te dolió lo de Barbie —le dijo Gustavo.
—No, lo que me molesta es que todo el mundo ande
diciendo que ella me terminó.
—Lo cual es cierto —dijo Tomas, luego se escuchó un
golpe y él se quejó.
Arrugue mi frente, debería irme de ahí, dejar de
escuchar, pero no quería, siempre me pregunté de que cosas hablaban ellos que
lo tenían todo.
—Aun así, no me gusta —dijo Jet Farraguer molesto.
—Pues consíguete otra novia —dijo Rodrigo —así todos
hablarán de otra cosa.
—Si claro, eso sería simple si estuviéramos en otra
escuela, aquí no hay mucho material para elegir.
Suspiré y negué, su conversación era decepcionante e
insultante. Comencé a alejarme pero me congelé al oír a Gustavo decir.
—Apuesto a que no te haces novio de una de “Las
microbios”—silencio.
Al segundo los cuatro se rieron.
—Caballeros —dijo la bibliotecaria.
—¿Y para qué demonios iba yo a hacer algo así? —dijo
él, una suave risa se escuchó.
—No puedes —dijo Gustavo.
—No necesitaría de mucho esfuerzo—dijo él, arrugué mi
frente y me acerque más.
—Te apuesto una cena donde quieras a que no llegas
hasta el final con una de ellas —dijo Gustavo, otra vez silencio.
Abrí mi boca sorprendida, hablaban de una de nosotras
como si nada, como si fuera tan fácil, y no solo sobre salir si no sobre sexo,
que clase de…
—¿Dónde yo quiera? —preguntó Jet Farraguer interesado.
No. Puede. Ser.
—Sí, con todo pagado.
—No es suficiente —dijo él, asentí —quiero una semana
completa —ho rayos.
—¿Qué? —se quejó Gustavo —mierda, está bien, pero
tendrás que ser su novio, por todo el resto del año.
—¿Qué? no era solo por acostarme con una de ellas.
Apreté los dientes, si serán cerdos.
—Tú pides una semana, yo quiero que seas su novio por
todo el año y que te acuestes con una de ellas en la fiesta de fin de año.
—¿Y si pasa antes? —dijo Jet.
—Será asunto tuyo.
Todos se quedaron callados, incluso deje de respirar
esperando, si este chico dice que no, lo convertiré en mi ídolo. Me equivoque.
—Está bien —dijo. Rodrigo y Tomas se rieron suavemente
y yo solté una maldición, se callaron y llevé mi mano a mi boca.
Me moví rápidamente por el pasillo doble y seguí
moviéndome hasta salir del lugar, no miré atrás.
Por una semana, por una semana de comida, eso valíamos
para ellos, los malditos idiota arrogantes y guapos, como se atrevían. Llegué
al bus maldiciendo, todos me miraron pero los ignoré.
Pero no, esto no se quedaría así, si él se atreve a
hacer algo así, con una de mis amigas o conmigo, la iba a pagar muy caro, se
iba a arrepentir el resto de su vida, yo misma me haría cargo.
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