martes, 5 de noviembre de 2013

A un paso del Amor, Primera Parte, Capitulo 1.




Primera parte
Conociendo al enemigo
Capitulo 1

***

J.: Esto es muy extraño.
C.: Ya aceptaste.
J.: Comienza.
C.: ¿Cómo acabe aquí?
J.: Acabamos.
C.: No es una pregunta difícil de contestar, si observamos mi vida desde otro punto de vista.
J.: No solo tu vida.
C.: Esta bien, no solo la mía, pero comenzaremos con la mía, ¿o no?
J.: Las damas primero.
C.: Gracias. Era el primer día clases y aún no salía de mi casa…

***

—Cinderly —llamó mi padre por centésima vez —llegaras tarde.
¿Por qué cuando se molestaba no me llamaba como prefería? Cindy. Miré hacia la puerta haciendo una mueca, ¿y cómo es que me quede dormida el primer día de clases?
—Cin…
—Ya bajo —grité y me miré en el espejo por última vez, luego solté un bufido.
Al llegar a la cocina miré a mi padre unos segundos. Era un hombre alto y fuerte, de cabello rubio oscuro y ojos verdes, su piel estaba morena por el sol y aunque llevaba ahora un bigote lo consideraba guapo, sonreí un poco, lo era, aúun.

Había visto fotografías de él cuando era más joven y me había sorprendido, mi padre había sido la sensación de su escuela en sus años, y a veces, cuando iba con él a la ciudad aun llamaba la atención.
En cambio yo era todo lo contrario, de cabello rojizo oscuro, largo hasta mis codos y muy liso, tenía los ojos de mi madre, castaños, además de su delgadez y estatura, 1,65 metros. Era lo único interesante de mí, cabello y delgadez, una saludable, claro está, todo lo demás era tan común como aburrido.
Mi padre levantó la vista del periódico y arrugó su frente, golpeó la mesa con él.
—Tarde —casi gruñó, volteé mis ojos y me moví hacia la mesa, tome una tostada.
—Ya me voy —me acerqué a él y deposité un beso en su mejilla, él aprovechó para pellizcarle el vientre —auch —solté y me aleje de él.
—Te mereces eso, es el primer día de clases —arrugó su frente — y estas muy delgada —negué y comencé a irme.
—También te quiero papá—le dije, el hizo ese sonido exasperado que solo él tenía. Al llegar a la puerta lo oí gritar.
—No llegues tarde —volví a negar.
—Si padre —contesté con un grito.
Con eso salí de la casa y miré hacia el establo viejo de color rojo oscuro, seguí por el camino de tierra hacia la calle y me apresure para no perder el bus que me llevaría a mi penúltimo año en la escuela.

***

Observé a la chica de curvas y cabello rubio largo a mi lado. No podía ser cierto.
— ¿Estas terminando conmigo? —le dije a Bárbara, asintió y me sonrió con dulzura, o lo más dulce que la reina de hielo podía sonreír.
—Vamos, Jet, cariño —dijo y acarició mi brazo con sus dedos. Evité estremecerme al sentir sus uñas en mi piel, lo odiaba.
Continuó.
—Solo será por un tiempo, por las competencias. Ambos necesitamos concentrarnos en los equipos, sabes que las chicas de mi equipo de gimnasia me necesitan más que nunca, y creo que este año quieres ganar el torneo de tenis —solté un bufido y me alejé de ella —eso que ni siquiera he nombrado los estudios — miré alrededor del campo de fútbol.
La mayoría de los alumnos del colegio nos miraba, aunque cada vez que alzaba la vista todos fingían hacer otras cosas.
Sabia porque lo hacían, éramos o fuimos, me corregí, unas de las parejas más llamativas del lugar. Yo, el mejor jugador de tenis y ella, pues era Bárbara o Barbie, para sus amigos, la rubia despampánate, la estrella del lugar.
Regresé mi mirada a ella y suspiré.
—Como si te interesara lo que me pasa —Barbie se quejó suavemente.
—Sabes que no es así, es lo mejor… —me sonrió mostrando todos sus perfectos dientes blancos y siguió hablando, también odiaba eso de ella.
La observe mejor: el maquillaje exagerado para alguien que iba a clases de gimnasia, la ropa ajustada, no dejaba nada a la imaginación, el cabello rubio, brillante y lacado. Todo en ella la hacia la perfecta chica de escuela, claro excepto su carácter.
Cuando pasó a mi lado caminando olí el aroma que desprendía, aparte del jabón, champú y perfume, también olía a laca. Volví a suspirar y la miré cuando se paró frente a mí, al parecer se había callado.
—Estarás bien —dijo como yo necesitara esas palabras. Alcé una ceja irritado.
—Como sea —le dije y me alejé de ella, Barbará me llamó pero la ignore completamente —terminar conmigo —murmuré molesto al salir de campo —ridículo —nadie termina con Jet Farraguer, nadie.

***

Observé a Jet Farraguer pasar a mi lado mascullando cosas sin sentido, como siempre él ni siquiera me miró. Constantemente me sorprendía lo fácil como algunas personas hacían sentir a los demás, invisibles. Negando caminé hasta el patio de la escuela y me senté al lado de mis amigas, todas me miraron.
Maly, Liz y Anita, eran mi grupo de amigas, “Las microbios”, nos llamaban, algo que continuamente me hacía reír.
—¿Por qué esa cara? —me preguntó Maly con su tono de voz aburrido, negué.
Si le decía a ella que había visto a Jet Farraguer molesto comenzaría a quejarse como siempre que lo hacía, a veces ese lado negativo de la chica era molesto.
Observé al resto de mis amigas fijamente. A diferencia de Maly, que era delgada y de cabello castaño, Liz era bajita, de cabello rubio muy enrulado y ojos cafés, la chef del grupo, por eso mismo era la más rellenita. Anita era la más inteligente de las cuatro, de respuesta rápida e irónica, igual de delgada que Maly, solo que su cabello negro era corto, sus ojos grises y su cara pecosa, esta última levantó la vista al sentirse observada y arrugó su frente.
—¿Qué? —preguntó —has descubierto que estás enamorada de mi —todas se rieron, negué ante sus ocurrencias.
—De ti, jamás, quizás de Maly, con ese atractivo suyo, quien sabe —estallaron en nuevas carcajadas, excepto la nombrada que solo arrugó su frente.
—No sé si sentirme feliz o triste por eso —dijo ella y suspiro.
—Tu madre volvió a cortarte el cabello —le comenté a Liz, ella llevo su mano a él y lo acaricio.
—Tanto se nota—dijo ella antes de quejarse —no logró convencerla de las bondades de un estilista.
—Tu madre tiene un pequeño problema con el dinero —dijo Maly, Liz negó y sus risos se movieron alrededor de su cabeza.
—No es eso —la defendió —solo cree que ella lo hace mejor —Anita soltó un bufido y la miramos.
—Hm, tu madre tiene toda la razón—dijo y miro su libro fijamente, Liz arrugo su frente un segundo antes de mirarme.
—Hoy te quedaste dormida —suspiré.
—Es que esta escuela es tan aburrida como trabajar en casa —ella volteó sus ojos.
—Lo que pasa es que nos falta, a todas, novios —Anita cerró el libro y nos miró.
—Quizás este año pase.
Nos miramos entre nosotras y negamos riendo.
—Basta de esto y vamos a clases, me aburren —dijo Maly, nos pusimos de pie y caminamos a clases detrás de ella, Liz nos miró sonriendo.

—Lo que pasa es que ya se rindió —dijo antes de reírse, Maly solo arrugó su frente.

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