lunes, 18 de agosto de 2014

Alex (recuerdos) - Relatos Cortos, Serie Nuevo Edén.


Serie Nuevo Edén
Relatos cortos
Alex suspiró y escuchó la palabra del general Gutter. Al parecer habían secuestrado  a una mujer y todos los hombres del lugar debían buscarla.
—Aunque nuestra prioridad es hallarla sana y salva no olviden que debemos atrapar y detener a estos hombres que amenazan y dañan a nuestra gente —continuó el General, todos asintieron incluyéndole—, los médicos permanecerán aquí esperando, vayan.
Alex observó al primer grupo de soldados que ingresa al bosque y se cruzó de brazos antes de caminar hacia una ambulancia para esperar.
—Alex —lo llamaron y observó al General acercarse —¿cómo está tu hermano?
—Igual, no dice nada y sigue trabajando —el general suspiró —debe entender…
—Lo hago —se adelantó él—, Mikael no está pasando por el mejor momento de su vida y todos sabemos que perder a su mujer no es fácil.
Él negó con su cabeza molesto.

—No la perdió, General, fue secuestrada, como esta chica que buscamos.
El General solo lo observó unos segundos.
—Sabes que no hemos dejado de buscar a Julia —él observo alrededor y asintió luego de un segundo—, pero creo que tu hermano piensa que es así.
—Y yo creo que él simplemente evita pensar en todo esto, él prefiere ignorar todo y simplemente trabajar, se siente…—observó al hombre —inútil —terminó por decir.
El General suspiró y observó alrededor unos segundos.
—Lamento lo que le ha pasado —le oyó decir—, pero algo me dice que la encontraremos.
Alex apretó los labios no dispuesto a decirle que él también esperaba que encontraran a la mujer de su hermano solo que, como toda su familia, tenía miedo de lo que le pudieran haber hecho. Tristemente era mejor saber que estaba muerta antes de que…
Él se estremeció ligeramente y se obligó a dejar de pensar así.
Observó un segundo a los hombres que armaban una tienda unos segundos antes de ver a otro médico en el lugar. Este solo llamó su atención porque discutía con otro hombre, un soldado. El general Gutter se acercó a ambos para tranquilizarlos. Allí fue que reconocía a uno de sus compañeros, Altaír, y al hijo del General.
Este último se alejó de ambos y se internó en el bosque mientras el otro solo negaba y caminaba hacia la tienda, como él, sabía que debía esperar.
—Alguien viene —gritó un hombre.
Todos se tensaron alrededor y se prepararon, solo que nadie esperó que una mujer apareciera por allí, y que cayera sobre sus manos y rodillas de frente.
Antes siquiera de pensar ya estaba a su lado, ayudándole.
Alex dejó de respirar al ver su rostro, no el labio partido que tenía ni el moretón, ni siquiera la belleza de su cara. Observó extremadamente confundido su piel pálida y delicada, sus labios llenos, sus pómulos elegantes y sus ojos azules. Unos ojos que lo hechizaron enseguida, otra vez.
—Médico —dijo una voz y casi saltó por la impresión.
—Sí, claro —soltó con torpeza y ayudó a la mujer a ponerse de pie.
Ella lo observaba entre asustada y sorprendida.
—Usted es…
—Soy Alex, medico, no te preocupes, ya estas a salvo —aseguró.
El General llegó cerca de ambos luego de ordenarles a algunos hombres que se movieran hacia el bosque.
—Alex, llévala a la tienda —ordeno el General y asintió.
Ya allí, la sentó con cuidado sobre la silla más cercana, la mujer salto al sentirse empujada. Luego de una disculpa rápida procedió a examinarla lo mejor posible, al acabar observó sus ojos y otra vez se sintió atrapado alli.
—Alex —lo llamaron, se alejó un poco.
—General —dijo y lo observó General acercarse—. Al parecer no tiene más heridas a simple vista pero debo llevarla al hospital.
El General asintió.
—Entonces prepara un vehículo, la llevaras enseguida.
—Sí.
Alex examinó un segundo a la mujer antes de salir de la tienda.
—Es ella —suspiró. Camino rápidamente hacia uno de los vehículos.
Es la misma mujer de la tierra, la misma por la cual se había sentido atraído allí a pesar de estar con Yerie. La misma que vio llegar a urgencias tres veces antes de decidir hacer algo.
Se detuvo al lado del vehículo y suspiró.
Podía recordar muy bien ese día, cuando decidió que no iba a permitir que ella sufriera otra vez ese tipo de maltrato. En cosa de segundo revivió como después del trabajo consiguió la dirección de la mujer y llegó a su casa.
***
En esa ocasión no había habido nadie allí. Había revisado la elegante casa con tranquilidad, buscando algo que le dijera donde vivía el maltratador. Solo luego de unas horas hallo lo que quería, un número de teléfono que luego de averiguaciones lo llevaron a otro lugar.
El hombre se había estado hospedando en un hotel desde hacía días.
Luego de coquetear levemente con la recepcionista había averiguado el número de habitación. Y allí, esperó.
El hombre apareció media hora después, tenso y nervioso, y no se percató de su presencia hasta que Álex se acercó a él.
Fue bastante fácil para él agarrarlo por la espalda da y cubrir su boca para que no gritara. Que ambos se quedaran en frente de espejo en la pared fue coincidencia.
Se observaron a la cara esperando, uno sorprendido y lleno de miedo, el otro molesto y frío.
—Sé que no sabes quién soy —dijo Álex en voz baja y controlada—, pero yo si se quién eres y lo que has hecho.
El hombre peleo contra él, Álex apretó su cuello impidiéndole respirar, y cuando este se quedó quieto libero su agarre. El hombre se quejó contra él.
Por un segundo estudio su rostro y complexión. Era más bajo que él, aunque de cuerpo más ancho. Insignificante, pensó el luego de estudiarlo. En ese momento el hombre le dio un codazo causando que lo soltara y ambos se alejaran.
—¿Quién eres? —jadeó él —¿qué haces aquí?, llamaré a la policía.
—La policía —dijo Alex —hazlo —se encogió de hombros—, llámalos y de paso diles lo que le hiciste a tu ex mujer.
El palideció y luego se tensó.
—Yo no lo he hecho nada.
Alex negó con su cabeza.
—No mientas, sé muy bien lo que le has hecho—. Alex dio un paso hacia él y este se alejó.
—ella te envió, te mintió diciéndote…
—Silencio —gruñó Álex, el hombre se calló enseguida —aunque el motivo por el que este aquí es ella, no, no tiene nada que ver. Yo estoy aquí para enseñarte lo que te volverá a pasar si solo te acercas a ella.
Alex dio otro paso en su dirección, el hombre llego contra la pared y miró a todos lados, buscando una salida.
—Entonces eres uno de sus amantes —casi gritó el hombre—, tiene muchos como tú—casi escupió al decirlo—. En el mundo que se mueve es muy común…
Alex dejó de oírlo luego de eso y casi suspiro. Este hombre solo goleada a la mujer porque se sentía inseguro de sí mismo, para él era más fácil demostrar su fuerza física que intentar cambiar sus propios problemas. Y mientras él seguía despotricando contra la mujer se quitó su chaqueta y la lanzo contra la cama, subió las mangas de su camiseta y caminó hacia él. Allí este guardo silencio.
—No —jadeo él y levantó una mano —no la veré de nuevo—. Al ver que Álex no se detenía agregó —te daré lo que quieras, incluso puede quedarte con ella, ya no la quiero…
Y eso provocó que solo se arrogara contra él y estrellara su puño contra su rostro.
Minutos después Álex tomó aire y se alejó del hombre sobe el suelo. Limpio su labio partido, la única hería que él había logrado causarle y lo observó.
El hombre seguía consiente, quedándose de dolor contra el suelo.
Alex se agachó y le dijo con claridad.
—Si te vuelves a acercar a ella lo sabré y regresaré, cada una de esas veces será peor que esta —lo observó fríamente a los ojos —recuérdalo, el daño que tú le hagas yo te lo haré a ti con el doble de fuerza. Y no pienses que la policía te ayudara, porque ellos nunca lograran atraparme y encerrarme, te lo aseguro.
Alex solo tomó su chaqueta y salió de la habitación y luego del edificio.
Pasarían horas antes de que alguien encontrara al hombre, y aunque supieran que había sido él nadie podía hacer nada, regresaba a nuevo Edén en apenas dos días. Se acababan sus vacaciones con Yerie, ya era tiempo de que enfrentara la realidad, solo que el no saber cuánto tiempo le quedaba con él lo estaba matando poco a poco.
***
Alex regresó al presente al oír a un grupo de hombres pasar a su lado. Observó alrededor un segundo antes de recordar el miedo que sintió en esa ocasión, miedo de perder a Yerie, de ser asignado a una mujer y no poder olvidar lo que sentía por él, tenía miedo de acabar con su hermano Brian, de odiarse a sí mismo y a los demás si Yerie legaba a ser asignado a una mujer y él no. Y ahora, con ella aquí, está casi seguro de que él seria el asignado y ya no sabía si debía alegrarse por eso o desear que algo así no pase jamás.

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