miércoles, 26 de marzo de 2014

La pasión de Anais. Tercera parte, Capítulo 5.



Tercera parte
Capítulo 5

Una semana después, Anais dejó sus dibujos y suspiró. Observó su laboratorio aburrida unos segundos. Ya no sabía qué hacer, había trabajado un poco pero con el paso de los días había comenzado a aburrirse incluso de sus experimentos.
El viaje al laboratorio le había servido un poco. Fara le había hablado sobre como una puerta rompía el espacio y tiempo para funcionar, que esta separaba en millones de moléculas a quienes las traspasaban y las volvían a reunir en su destino, por eso mismo descubrió que también había otra puerta en la tierra, oculta de todo el mundo.
Cansada decidió mejor ver que estaba haciendo Jeremy. Camino a la casa y cuando llego a la sala arrugo su frente. Allí estaba él, con un plumero en su mano limpiando alrededor mientras cantaba. Al verlo llevar un delantal soltó una carcajada que calló enseguida. Él se giró para verla y alzó una ceja.
—Oye —le dijo y le prestó atención a la canción —yo conozco a ese cantante, es Elvis.
Jeremy la apuntó con el plumero.
—Tienes razón.
—Escuchan música de la tierra —asintió.

—Sí, existen muy pocos músicos en este lugar, por eso y porque a las mujeres les gusta los exploradores traen cosas de la tierra, como música y películas.
Ella asintió.
—Me gusta esa canción —dijo cuándo comenzó una nueva.
—Ven aquí —dijo él.
Jeremy dejó el plumero y el delantal a un lado y llegó rápidamente frente a ella. La tomó de la mano y la llevó al centro de la habitación.
—No yo se bailar —dijo enseguida Anais al ver lo que haría.
—No te preocupes —él agarró sus manos y sonrió.
—Sabes bailar rock ´n´ roll —lo miró sorprendida.
—Mi madre, me enseñó muchas cosas.
Anais se rio cuando el comenzó a bailar y la llevó por el lugar. Siguió riendo y le siguió el ritmo. Jeremy la hizo girar y bailar como si siempre lo hubiera hecho, ella se dio cuenta de que en verdad si sabía bailar.
Cuando acabó la canción él la mantuvo cerca de su cuerpo, riendo porque le faltaba el aire.
—Debo hacer esto más seguido —jadeo ella.
Él sonrió y tomó un mechón de su cabello que llevó tras su oído. Otra canción comenzó a sonar y él alzó una ceja. Anais gimió pero lo siguió enseguida. Jamás hubiera creído que estaba en tal mal forma, y ya de por si Jeremy la hacía reír.
Varias canciones después ella se sentó en el suelo e intentó tranquilizarse. Jeremy se sentó a su lado.
—¿Cómo van tus experimentos? —preguntó él, lo miró.
—No son experimentos, solo estudio todo lo que hay en este lugar —lo observó detenidamente —¿y cómo te va a ti con la limpieza?
Él sonrió.
—Bien.
—¿Quieres que te ayude?
Negó.
—No, gracias, mi madre me contagio la manía de hacerlo solo, además me distrae —ella se acercó a él y observó detenidamente sus ojos oscuros. Luego levantó su mano y acaricio con la punta de su dedo la mandíbula de Jeremy.
—Debes afeitarte —murmuró al sentir la aspereza.
—Todos los días —dijo él y la dejó hacer.
Anais siguió tocándolo, curiosa. Se sorprendió como la textura de su piel cambiaba dependiendo donde tocara. Movió su dedo por su cuello y bajó hacia su pecho solo que la camiseta la detuvo. Se sorprendió un poco cuando él se la quitó enseguida.
Lo miró unos segundos y continuó.
Sus dedos siguieron bajando, pasaron a través del pecho y llegaron a su vientre. Ella tocó cada musculo en él. Cuando llegó cerca del pantalón se detuvo unos segundos.
Notó que su corazón estaba más acelerado, al igual que su respiración. Jeremy también respiraba como ella, como si solo sentirla tocarlo despertara su deseo. Y podía ver cuán despierto estaba.
Dudando un poco se mordió el labio y observó fijamente le botón del pantalón, quería abrirlo, seguir su exploración pero sentía vergüenza.
—Hazlo —murmuró él, lo miró —no me molesta que me toques, incluso si solo es por curiosidad, es agradable.
Ella asintió suavemente y se mordió el labio inferior. Volvió a mirar su entrepierna y lentamente hizo lo que deseaba, abrió el cierre y se los quito. Tomó aire con fuerza al notar que no llevaba ropa interior. Ahora Jeremy estaba desnudo a su lado, quieto y en silencio.
Los dedos de Anais tocaron su cadera con suavidad, bajaron por su muslo y llegaron a su rodilla. Cuando volvió a subir sonrió un poco al oír a Jeremy inhalar con fuerza. Ella se movió un poco se acomodó más cerca de él. Luego, sus dedos llegaron al sexo de Jeremy y lo acariciaron con dos dedos.
—Eres como una caja de sorpresas —murmuró.
—¿Por qué? —dijo él con voz ronca.
Sonrió.
—Porque siempre me sorprendes, como ahora —volvió a acariciarlo, él gimió.
Sonriendo lo miró y se acercó a él. Anais lo besó suavemente en un principio, luego enterró su lengua en él y chupó la de Jeremy. Él afirmó su rostro con una mano mientras la besaba pero la dejó ir cuando ella bajó por su cuello, también besando y saboreando con su lengua.
Anais siguió el mismo recorrido sobre el cuerpo de Jeremy que hizo con sus dedos. Su lengua acarició los músculos de su vientre y sus labios bajaron por su cadera y muslo. Ella se apoyó sobre sus manos y rodillas mientras lo tocaba. Cuando se detuvo delante de su sexo lo miró. Él también la observaba, esperando, tenso y callado.
Ella lo afirmó con una mano y luego bajo su cabeza para llevarlo a su boca. Acaricio su longitud con su lengua y lo oyó gemir.
—Dioses —jadeo él y lo vio recostarse por completo.
Unos minutos después ella seguía acariciándolo, probándolo con su lengua, disfrutando de su sabor.
—Anais, cariño —jadeo él e intentó alejarla de su sexo —déjame…
—No —murmuró ella —quiero hacer esto.
Él gimió y la dejó continuar.
Ella se concentró en lo que hacía, en lo que sus caricias le provocaban. Como su cuerpo se movía bajo ella y su respiración aumentaba si cambiaba la parecían de sus manos sobre su sexo. Experimento con él y aprendió de sus reacciones.
Cuando descubrió lo que causaba que se revolviera más desesperado, lo que lo hacía levantar las caderas. Así que luego de otro minuto él no pudo soportarlo más y terminó por alcanzar su liberación.
Jeremy jadeó al acabar, soltó un gruñido y respiró agitadamente.
Sonriendo un poco se acostó sobre él y apoyó su rostro sobre su pecho. Él la abrazo y mantuvo allí.
—Tú eres la caja de sorpresas —murmuró él, la miró.
Ella acaricio el comienzo del tatuaje de Jeremy con sus dedos.
—A mí me gusta que me dejes hacer —él sonrió.

—Como podría negarme a algo así.

No hay comentarios:

Publicar un comentario