miércoles, 20 de noviembre de 2013

El placer de Jenna, Tercera Parte, Capitulo 1.




Capitulo 1

—¿Estas bien? —le preguntó Fabián, ella dejó de observar su libro y le prestó atención —llevas distraída mucho tiempo.
Toda la semana, pensó.
Sí, llevaba toda la semana en las nubes, desde que Hugo la había tocado en el comedor. Pero lo que no sabía si es que estaba así porque quería que él volviera a hacerlo o porque aún no lo hacía.
Suspiró y observó a su alrededor.
—Estoy bien —terminó por decir. Él solo la observó, largo rato, Jenna se preguntó si el besaría igual que su hermano. —¿Por qué no has intentado nada conmigo? —se oyó preguntar. Se sonrojo enseguida.
Él alzó una ceja al oírla.
—¿Quieres que lo haga? —le preguntó tranquilamente.

Jenna se encogió de hombros, ¿qué respuesta era esa?
—No lo he hecho porque si lo hago no podré detenerme —lo miró con los ojos muy abiertos —esto pasará solo cuando tú lo quieras, el día que visites mi habitación sabré que estas lista, y ese día, no me detendré.
Ella volvió a suspirar al oírlo y continuó intentando leer el libro. ¿Qué les pasaba a los hermanos con eso de visitar su habitación?, pensó.
—Pero soy más vieja que tú —murmuró, no lo miró porque no quería ver su rostro al oírlo.
—Me importa muy poco la edad que tienes —Jenna tragó.
Él continuo con su propio libro y dejo de observarla.
Y para peor, pensó ella, ese día Sebastián le había informado que comenzaban sus vacaciones, iba a pasar mucho más tiempo en la casa. Probablemente él quería lo mismos que todos ellos y se lo pediría de la misma forma. O quizás, considerando lo poco que sabía el, Sebastián solo entraría a su habitación para hacerse cargo del asunto.
—Por cierto —dijo Fabián, lo miró —ahora que Sebastián pasará tiempo aquí —ella alzo una ceja —será él quien te acompañe.
—Vaya —terminó por decir —quiere decir que ustedes no volverán a…
Él negó.
—No, haremos turnos para acompañarte durante el día, lo que quiero decir es que por unos días solo Sebastián estará contigo.
Asintió.
Había imaginado que pasaría algo así, lo que no imaginó es que Hugo se molestara por eso y lo dijera abiertamente esa misma noche.
—No me gusta compartir —le oyó decir por doceava vez.
Jenna arrugó su frente, ¿a quién creía que compartía? se preguntó.
Solo negó ante sus palabras sin saber que decir realmente.

La mañana siguiente se encontró solamente con Sebastián en el comedor. Los gemelos ya se habían ido a sus trabajos, muy temprano. Lo supo porque Hugo se había metido en su habitación para despertarla y despedirse. El muy bruto lo había hecho a propósito.
Jenna se preparó el desayuno y luego se sentó frente a Sebastián, ninguno dijo nada. Era como estar sentada frente a una pared, pensó ella. Fría, alta, fuerte y neutral.
—¿Hugo ha intentado tocarte de nuevo?
Le pregunto él de repente, se atraganto con el café al oírlo y luego tosió un poco. Al observar el rostro de Sebastián lo vio alzar una ceja. Sus ojos cafés la examinaron sin un ápice de humor, no había nada allí.
—¿Quieres decirme que él…
—Nos los dijo —asintió y ella se sonrojo, se quejó mientras cerraba los ojos.
—Me estoy metiendo con un niño —murmuró irritada. Como se le ocurría a Hugo decirle a alguien lo que había hecho.
—No lo hizo simplemente para vanagloriarse de eso, o quizás si —soltó con ironía —solo nos lo contó para que supiéramos lo que hablo contigo.
Entrecerró los ojos.
—Él tiene razón, ya llevas un mes aquí, es tiempo de que nos conozcamos mejor —Jenna soltó un bufido.
—A ti no te conozco para nada —él volvió a alzar su ceja, luego apoyo ambos codos en la mesa y la examinó.
—¿Quieres conocerme mejor? —lo pensó.
Sí, quería.
Jenna terminó por asentir suavemente.
Solo que no esperó que él apareciera a su lado rápidamente, agarrara su rostro con firmeza y cuidado y la besara.
Jadeo sorprendida al sentirlo y confundida.
Sebastián la levantó y otra vez se encontró sentada sobre la mesa, solo que con un hombre diferente entre sus piernas. Por suerte reaccionó rápidamente y alejó de un firme empujo a Sebastián.
Se miraron a los ojos como si se retaran a algo.
Jenna apretó la mandíbula y se bajó de la mesa.
—¿Qué demonios fue eso? ¿Quién mierda te crees?—le pregunto más que molesta.
Le había gustado su beso, sus labios firme sobre los de ella, más de lo que quería admitir, lo que no le gustaba era la forma en que se había acercado a ella. Sin siquiera preguntar.
—Te pregunte si querías conocerme mejor y dijiste que sí —ella volteo sus ojos.
—Me refería a que quería saber sobre tu vida, tu trabajo, esas cosas —él alzó una ceja, luego negó y se movió hacia la mesa, comenzó a recoger los platos sucios. Jenna arrugó su frente —no piensas decir nada.
—No es necesario —él se alejó hacia la cocina y lo siguió.
—¿Qué no es necesario? —le preguntó. Él la ignoró como si nada —es de muy mala educación dejar a alguien hablando sola.
Sebastián la miró por sobre su hombro, Jenna apretó la mandíbula al ver que se divertía, su rostro no se lo mostraba, eran sus ojos.
—Idiota —terminó por decirle y se alejó.

No volvió a hablar con él en el resto del día, ni siquiera cuando almorzaron frente a frente. Si él no era capaz de entablar una conversación con ella, Jenna no iba a comenzar ninguna.
Cuando los gemelos llegaron en la noche suspiró tranquila. Los había echado de menos.
Hugo llegó enseguida a su lado para abrazarla y sonrió. Ya se había acostumbrado a eso. De repente en la alejó un poco y la observó a los ojos, como si buscara algo. Jenna solo entrecerró los ojos mientras esperaba que diera sin a su examinación.
Al acabar Hugo observó un segundo a Sebastián, luego le sonrió a Jenna.
—Comamos —terminó por decir, ella solo suspiró.

Se preguntó si toda la semana seria de ese modo, si tendría que soportar a un antisocial Sebastián y a Hugo examinándola, por raro que fuera. 

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