Serie Nuevo Edén
Relatos cortos
Algo
se posó sobre la cabeza de Yerie haciéndolo estremecer y salir de su inconsciencia. Cuando abrió los ojos se encontró con el rostro de un chico a su
lado, uno que llevaba bata de hospital.
—Bueno,
ya despertó —dijo este y miró hacia un lado.
El
siguió la dirección de su mirada para encontrarse con que Alex estaba a unos
pasos lejos de él, de pie cerca de una ventana. Por un segundo se sintió muy
confundido, observo alrededor cuando el medico se alejó y fue allí que noto que
estaba en la habitación de un hospital.
—¿Por
qué… —preguntó pero se calló, Alex lo miró fijamente antes de observar al
chico.
—Gracias,
puedes dejarnos solos —el chico asintió y salió de la habitación.
Apenas
la puerta fue cerrada y ambos quedaron solos, Yerie fue envuelto en un abrazo
que lo sorprendió. Jadeo levemente y luego se quejó por el repentino dolor en
su cabeza.
—Dioses
Yerie —susurró Alex contra su cabello.
Lo
abrazo de vuelta enseguida.
Porque
estoy en un hospital, se preguntó, y donde esta Leslie.
Cuando
el nombre se registró en su cabeza cayó en cuenta.
—Leslie
—jadeo y empujo lejos de el a Alex para mirarlo—donde está, esos hombres se la
llevaron —los hombros de Alex cayeron—Alex—lo llamo preocupado.
—Cálmate
—dijo este y se sentó a su lado—tienes una contusión en tu cabeza no es bueno
que te preocupes.
Él
lo miró incrédulo.
—Que
no es bueno —jadeo —alguien se llevó a nuestra mujer y te preocupas por una
estúpida contusión.
Alex
lo miró molesto enseguida.
—Que
no preocupo —gruñó él—. Sabes cómo me sentí cuando te vi ingresar al hospital inconsciente,
cuando fui a la casa y descubrí que Leslie no estaba por ningún lado, cuando vi
la casa, los muebles destruidos —su voz aumentó en volumen, él se levantó y
caminó de un lado a otro—, llevas dos días inconsciente, Yerie, no sabes cómo
me he sentido, cómo están las cosas, no te atrevas a decirme que no me he
preocupado.
Yerie
abrió y cerró su boca.
—Tenemos
que encontrarla, Alex —susurró y llevó una mano a su rostro, tenía ganas de
destruir algo—no puedo ni imaginar lo que le va a hacer, lo que pudieron ya haberle
hecho, tenemos que encontrarla.
Alex
suspiró y lo observó.
—No
fui capaz de protegerla —jadeo y abrió mucho sus ojos—, se supone que estaba allí
para cuidarla y no puede hacer nada. Se la llevaron delante de mis ojos, la
amenazaron, y pude hacer nada.
Yerie
sintió que las lágrimas se reunían en sus ojos, su garganta se cerró
impidiéndole seguir hablando.
—Yerie
—dijo Alex y se acercó.
Se
estremeció cuando lo sintió abrazarlo.
Él
no lo comprendía, no vio la expresión de esos hombres, el no sabía lo que el
sobre los rebeldes, la información que le ocultaban a la mayoría de los
civiles. Ni siquiera como médico podía llegar a dimensionar lo crueles que
podían ser los rebeldes.
Como
periodista se enteraba de muchas cosas, y muchas de estas no podían salir a la
luz. El consejo no lo permitía.
—No
es tu culpa —dijo Alex—, agradezco que no te mataran.
Eso
último lo suspiró.
—Ahora
lo importante es buscar a Leslie, o averiguar qué es lo que quieren—.Yerie lo
miró —a algunos hombres los han estado extorsionando a cambio de liberarlas.
Yerie
trago tenso.
Pasó
su mano por su rostro y empujó suavemente a Alex lejos de él.
—Hay
que buscarla, averiguar quién se la llevo. Alguien debió de haber visto algo.
Él
movió las sabanas a un lado y e puso de pie.
—¿Qué
haces? —preguntó Alex enseguida—, acabas de despertar, no puedes…—él se calló
cuando lo observo.
—no
me preocupa eso, no me quedare aquí a esperar Alex.
Se
observaron a los ojos unos segundos hasta que Alex asintió.
—Bien
—soltó Alex —de todas maneras había pensado en eso.
Mientras
él se vestía observo a Alex. Tenía ojera bajo sus ojos y estaba levemente pálido.
—¿Desde
cuándo no duermes?
Alex
lo miró y luego se encogió de hombros.
—Eso
no importa, ya dormiré cuando ella regrese.
Yerie
oculto su sonrisa enseguida al irlo. Por fin Alex estaba aceptando que sentía
algo por ella. Él ya lo sabía, hacía tiempo que se había dado cuenta de que
estaba enamorado de Leslie, y se lo había dicho a Alex, solo era él quien
faltaba, porque a pesar de que él sabía que Alex sentía algo más que atracción
por ella aun le costaba relajarse a su alrededor. Alex seguía teniendo miedo,
miedo a perderlo a él, o a ella.
—¿Has
hablado con tu hermano?
Alex
hizo una mueca.
—¿Con
cuál? —soltó—, Mikael, que parece alma en pena por la preocupación o Brian, que
cada vez que me ve parece que va a matarme.
Yerie
alzo ambas cejas al oírlo y Alex pasó ambas manos por su cabello.
—No
he sabido nada de Brian desde hace días, ha desaparecido, y el general no me ha
querido decir si eso se debe a él o no.
Yerie
asintió.
—Y
Mikael.
—Intenta
mantener a su familia unida, desde que julia regreso está más tenso y preocupado
que antes.
Yerie
suspiro. Sabía sobre el hermano menor de Alex, otro médico, y sobre lo que a su
mujer le había sucedido, la sola idea de que Leslie pudiera pasar por algo así
lo hacía estremecerse.
—Vamos
—dijo Yerie—, quiero cambiarme y luego ir a mi trabajo, quizás allí averigüe
algo.
***
Dos días después.
Yerie
suspiró y dejó caer sus hombros cuando las cámaras se apagaron. Tomó un vaso de
agua a un lado y bebió el contenido de una sola vez, necesitaba algo más fuerte
para mantenerse despierto.
—Yerie
—jadeo un chico luego de acercarse, lo miró y esperó—, apareció.
Él
se tensó enseguida.
—¿Qué?
—susurró.
—Encontraron
a un grupo de mujeres, las están avisando a sus asignados. El General acaba de
llamar y dejó un mensaje…
Incluso
antes de que el chico terminara de hablar Yerie salió disparado de la silla
hacia su automóvil. Su teléfono sonó mientras corría por el pasillo. Contestó.
—Lo
sabes —jadeo enseguida, solo una persona podía haberlo llamado.
—Sí
—soltó Alex—, estoy en la casa, voy al hospital.
Yerie
tragó y antes de colgar le oyó susurrar.
—Yerie,
al parecer le dispararon.
Yerie
se detuvo tan rápido que tuvo que afirmarse de la pared para evitar caer al
piso.
Disparo, pensó, disparo, disparo, disparo.
La
palabra reboto en su cabeza una y otra vez. Y era lo único en que podía pensar
mientras conducía hacia el hospital.
Disparo.
Cuando
llegó al hospital corrió hacia la recepción y pregunto por ella. Al oír que
ella estaba en la sala de operaciones su alma cayó aún más debajo de sus pies.
Sus manos temblaron contra la fría mesa y su rostro cayo hacia adelante.
Una
mano se posó en su hombro y lo empujó hacia un lado. Yerie choco contra alguien
que lo abrazo enseguida. Supo enseguida que ese era Alex. Se permitió ser
guiado hasta una silla mientras el dolor se asentaba en su pecho.
Alex
lo empujó hacia él y mantuvo un brazo sobre sus hombros. Ninguno dijo nada, el
ni siquiera podía hablar.
Mientras
esperaban Yerie escucho a pasos apresuraron. Levanto la vista y observo a 5
diferentes hombres casi correr hacia el hombre en la recepción. Este los
observo a todos sin imputarse, debía esta acostumbrado a eso.
—Bárbara
—oyó el que preguntaba el más alto de ellos, los otros cuatro esperaron tensos
y callados.
Yerie
no oyó la respuesta de recepcionista, solo los observo suspirar.
—¿Y
no podemos verla? —preguntó otro de ellos, el hombre negó.
—No
por ahora, deben esperar como los demás—el apunto hacia ellos y las sillas
alrededor.
Los
5 se quejaron y caminaron hacia ellos.
En
ese segundo otros 5 hombres llegaron con el recepcionista. Los observo como a
los primeros y escucho que preguntaban sobre una tal Anais y Jenna. También les
dijeron que debían esperar.
Cuando
todos estuvieron ocupando el lugar se levantó un poco y dijo.
—Ustedes…—al
oír su voz ronca, tosió un poco antes de continuar—, ustedes son los asignados
de las amigas de mi mujer.
11
paredes de ojos lo observaron enseguida.
—Nosotros
lo somos de Bárbara —dijo uno de ellos—, ellos son Alec, Altaír, Issac, Martin,
yo soy Garrett.
Observó
a otro hombre.
—Nosotros
lo somos de Leslie —dijo él—, Alex y Yerie.
Volvió
a asentir.
—Nosotros
lo somos de Anias —dijo el de piel oscura—, Gabriel y Jeremy.
Miraron
a los demás.
Uno
de los gemelos hablo.
—Jenna
—soltó el que se veía más tranquilo, —Sebastián —apuntó a uno de ellos —Hugo,
yo soy Fabián.
Él
asintió con suavidad.
—Lastima
llegar a conocernos bajo estas circunstancias —soltó Alece, este suspiro y se sentó
al lado de Yerie.
Ninguno
de ellos volvió a hablar. Los 12 hombres esperaron en completo silencio alguna
noticia. Y los primero sin poder ir a ver a su mujer fueron los asignados de
Anais, luego los de Jenna, así siguieron los de Bárbara minutos después.
Cuando
él estuvo a solas con Alex lo miró.
Alex
observaba la nada, perdido en sus pensamientos.
—Ya
salió de la operación —le dijeron de repente y observo al recepcionista a su
lado, se puso de pie y Alex lo imitó —en unos minutos podrán pasar a verla pero
estará inconsciente.
Yerie
solo asintió.
Cuando
pudieron llegar cerca de Leslie se estremeció al observarla. No podían ingresar
a la habitación, solo ver a través del cristal.
Leslie
tenía una serie de tubos y vendajes sobre ella. El observo la palidez de su
hermoso rostro y apoyo una mano contra el cristal. Tenía tantos deseos de estar
a su lado, de tocarla. Alex se movió a su lado y lo observo llegar a la pared
frente a él y dejarse caer al suelo. Llego a su lado enseguida, agachándose
enfrente.
—No
puedo… —jadeo él.
Yerie
se acecho y lo abrazo enseguida, lo sintió estremecerse y luego como su cuerpo
se sacudía suavemente. Mantuvo sus brazos a su alrededor, conteniendo su propio
de seo de llorar.
—Estará
bien —susurró contra el cabello de Alex—, sé que lo estará.
Alex
lo apretó contra él.
—No
quiero perderla —susurró él.
—No
lo harás —tragó —ninguno de nosotros la perderá.
Tomo
el rostro de Alex y lo hizo mirarlo. Limpio con sus manos las lágrimas en al
mismo tiempo que él.
—Es
fuerte, lo sabes —Alex asintió con suavidad —probablemente más que nosotros,
se…que estará bien.
Yerie
se sentó a su lado y ambos observaron el cristal.
—La
amo Yerie —le dijo Alex sin mirarlo, lo observo.
—Lo
sé —contestó —yo también la amo.
Alex
soltó una suave risa antes de mirarlo.
—Y
pensar que tenía miedo de esto, de amarla, de perder a ti, a ella—. Él negó con
su cabeza —y ahora, míranos.
Él
suspiró.
—Solo
podemos esperar.
Alex
asintió enseguida.
—luego
le diremos como nos sentimos—. Observó a Alex —y ya todo estará bien.
—Eso
espero —murmuró Alex—, eso espero.
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