Tercera parte
Capitulo 3
Leslie despertó cuando alguien
golpeo a su puerta. Levantó la cabeza y miró alrededor confundida, ya era de
noche y una muy fría.
—Leslie —la llamó Yerie. Parpadeo
un poco y se levantó.
Lentamente caminó hacia la puerta y
la abrió.
Yerie estaba allí, tenso y con
ojeras bajo sus ojos, al parecer no fue la única que no logró dormir.
Él la observó fijamente largos
segundos, hasta que abrió y cerró la boca dos veces, sin saber que decir.
—¿Quieres comer algo?, es tarde ya
y no has salido desde hace horas de aquí.
Él la observó unos segundos hasta
que miró alrededor. Ella notó que él debía sentirse avergonzado, y no supo si
sentirse bien o mal por eso. Sí, la habían engañado, pero ¿él se avergonzaba de
lo que sentía?
—Sí, de todas maneras debemos
hablar.
Él suspiró y asintió enseguida.
Luego de sentarse a comer en la
cocina ella decidió hablar.
—¿Y Alex?
—Salió de compras, no podía estar
aquí sin hacer nada —la miró a los ojos —está preocupado como yo.
—¿Por qué lo está?
Él cerró los ojos y alejó el plato.
Luego la miró con intensidad y preocupación.
—Por lo que puedas decir y hacer,
por la decisión que tomes por… nosotros.
Ella siguió comiendo unos segundos.
—Háblame de cuando empezó esto.
Yerie dudo un segundo, puedo verlo,
pero luego tomó aire y asintió.
—Es comprensible que desees saberlo
—él movió su mano hacia ella pero se detuvo antes de tocarla, Leslie solo lo
observó hasta que él alejó su mano—. Debes creerme cuando te digo que nunca ha
sido nuestra intención hacerte daño.
Ella se tragó su mueca.
—Pero lo hicieron —murmuró.
Él se vio muy triste.
—Conocí a Alex en la escuela —comenzó él, asintió
—nos hicimos amigos enseguida. Fue en la adolescencia que me sentí… atraído
hacia él —lo último lo murmuró, ella solo siguió observándolo —pero debes
entender que no se trata de que me gusten los hombres —él se sonrojó un poco
—es él quien me… atrae.
Leslie observó su plato y al ver
que había acabado lo alejó, luego miró a Yerie y le pidió que continuara.
—Muchos años después de eso, un día
mientras ambos estudiábamos en su casa describí que él se sentía de la misma
forma conmigo. Lo cual fue algo que me sorprendió mucho, yo jamás creí que
pudiera llegar siquiera a suceder.
—¿Cómo se toman aquí ese tipo de
relaciones?, ¿es raro que suceda?
Él negó con la cabeza.
—Considerando que somos muchos
hombres no es raro, pero tampoco común.
—¿Por qué?
—Por las asignaciones, de qué te
sirve tener sentimientos hacia alguien que sabes jamás podrá estar en tu
futuro.
—Pero eso no se puede controlar
—ella arrugó su frente al decirlo. Claro que no se podían controlar eso sentimientos. Nadie podía hacer algo así.
—Cierto, por eso se evitan, y
también por eso se viaja a la tierra.
—Y que sucede cuando algo así pasa,
o por qué ustedes no se quedan en la tierra si pueden ir.
Él negó con la cabeza.
—Podemos estar en la tierra un
tiempo pero la necesidad de volver es más fuerte, por mucho que nuestra
sociedad se parezca al final es diferente en varias cosas que terminas por
extrañar. Además aquí esta nuestra familia, nuestros amigos. Y desde niños se
nos inculca e informa que seremos asignados a una mujer cuando seamos adultos,
es parte de nuestro… ADN, velo de esa forma, el querer formar una familia está
muy arraigado dentro de nosotros.
Ella casi se estremeció al oírle
decir eso, familia, porque sabía a lo que se refería con eso. Él suspiró.
—Lo que sucede entre dos hombre
aquí solo es asunto de ellos pero el consejo no permite que esas relaciones
continúen si uno de ellos es asignado y el otro no. Esos hombres jamás
volverían a estar juntos. Tenemos reglas estrictas con respecto a las
asignaciones.
Ella pensó en sus palabras varios
segundos.
—Pero ustedes, aun así… —él
asintió.
—Solo surgió, no sé cómo ni cuándo,
solo un día desperté y me di cuenta de que Alex es muy importante en mi vida.
—De que lo amas —dijo ella
enseguida.
Él asintió luego de unos segundos.
—Sí, lo hago.
—Pero, no entiendo… cómo siguieron
con esa relación si uno de los dos podía…
—Decidimos que tendríamos esta
relación hasta que uno de los dos fuera asignado, el día que eso sucediera, la
relación terminaría.
Leslie arrugó su frente y lo miró
largo rato. Él hablaba en serio, notó, en verdad si hubiera sido así ellos
hubieran acabado con su relación.
—Pero entonces…
—Pero entonces tu apareciste
—continuó Alex desde la puerta, ambos lo miraron —y nos dimos cuenta de que
delante de nosotros teníamos la única y gran oportunidad, una que jamás se
volvería a repetir.
Leslie tragó al verlo. Ahora ya
todo sería dicho, podía sentir que por fin comprendería que pasaba entre ellos
dos.
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