Alec
Alec observó
a su mujer sentada tras su escritorio y sonrió, se veía muy concentrada leyendo
un libro, o eso pensó él hasta que ella lo miró.
Bárbara le
sonrió al verlo y le devolvió el gesto. Se acercó a ella y se apoyó en su escritorio.
—¿Dormirás
conmigo?—le preguntó suavemente, la deseaba, como siempre pero más esta noche.
—Me
gustaría—murmuró ella y sonrió suavemente.
Bárbara
cerró el libro y se puso de pie.
Cuando
llegaron a su habitación ella comenzó a desvestirse y la observó.
Sin
pensarlo mucho llegó a ella y la apoyó en la pared. Bárbara jadeo al sentirlo y
movió sus caderas contra ella, aplastando su erección contra su trasero.
—Alec—jadeo
ella y beso su cuello.
—¿Qué?—gimió
contra ella, la escucho gemir y sonrió.
—Quiero
verte—se tensó un segundo, luego siguió moviéndose contra ella.
—Luego—susurró
y levantó su vestido vaporoso, acaricio su trasero.
Cuando
sintió un golpe de molestia en vez de pasión se detuvo, Bárbara estaba tensa
contra él, tensa y callada.
—¿Qué pasa?—le
preguntó enseguida. Se alejó de ella y la giró.
Bárbara no
lo miro a él, sino un punto a su lado. Toco su rostro con cuidado y la hizo
mirarlo.
—¿Qué pasa?—insistió—creí
que querías dormir conmigo.
Quizás no
era así, quizás ella había deseado estar con otro y él había arruinado sus
planes.
—Cariño, si
deseabas estar con ot…—Bárbara lo miró enseguida y se calló.
—Pensé que
querías pasar la noche conmigo.
Suspiró.
—No parece
que quieras eso—murmuró.
Ella lo
observó y se alejó, la vio caminar unos segundos antes de sentarse en la cama.
Caminó hasta ella y se arrodilló enfrente, Bárbara separo sus piernas y él se
acercó aún más.
—¿Por qué…—la
vio dudar—¿por qué siempre me tomas por detrás?—se congeló.
En ese
momento pensó en todas las veces que habían estado juntos, y no hubo ni una
sola donde estuvieran frente a frente. Siempre la había tomado por detrás,
apoyada en la cama, sobre la mesa, contra la pared, pero siempre estando detrás
de ella. Arrugó su frente al darse cuenta de eso.
—Alec—lo
llamó ella.
Al verla se
sintió como un estúpido, se puso de pie y se alejó.
¿Por qué
siempre la tomaba de esa manera? Porque le gustaba, porque se sentía bien
teniendo ese control, el de poder inclinarla contra una mesa y entrar en su
cuerpo tanto como quisiera, porque se sentía malditamente bien afirmarla y
enterrarse en ella. Porque él no hacia el amor, el follaba.
Dejo de
caminar y la observo, Bárbara esperaba aun sentada en la cama, también lo
observaba intensamente.
¿Pero podía
decirle eso?, no podía decirle que a él le gustaba follarla, ¿o sí?.
Sabía que
su trato hasta ahora la había molestado, lo sentía y aunque no pudiera hacerlo
era obvio que ninguna mujer soportaría eso por mucho tiempo. Además, quizás si
le decía ella se molestaría y le pediría algo que no le nacía. La amaba, con
todo su corazón, pero él no hacia el amor, nunca.
Probó con
otro método.
—No te
gusta cuando estamos juntos.
—No cuando
me tratas como una puta.
Se congelo
al oírla. Puta, pensó.
—Yo nunca…—negó
enseguida y se acercó a ella, se agacho en frente—jamás te he tratado de esa
forma.
Ella arrugó
su frente y después suspiró.
—Lo siento—le
dijo—tienes razón, nunca me has tratado de esa forma, no sé porque dije algo
como eso.
Bárbara
suspiro, miro alrededor un segundo y luego a él. Cuando tocó su rostro con
ambas manos le sonrió suavemente.
—Olvida lo
que dije.
—¿Qué…—ella
no lo dejo terminar, lo beso enseguida y se movió más cerca de él.
Bárbara lo
beso y se olvidó por un segundo del motivo por el cual se habían detenido.
Cuando fue capaz de recordarlo ella se había alejado de él. La observo moverse
por la cama y llegar al centro.
—Bárbara—la
llamó.
—Te
necesito—le dijo ella y la vio ponerse sobre sus manos y rodillas.
Gimió al
verla en esa postura y más cuando ella levanto su vestido mostrándole su
trasero.
—Alec—lo
llamo suavemente.
Como sintió
pasión y deseo por parte de ella se subió a la cama y llego a su lado. Movió
una de sus manos por sus muslos, hasta su ropa interior. La tocó con dos dedos
de arriba a abajo repetidas veces, sonrió al escucharla gemir.
Alec
observo como la tela de las bragas se humedecía y pensó que solo tenía que
abrirse el cierre del pantalón, mover la frágil tela a un lado y enterrarse en
ella, y deseaba tanto eso, solo enterrarse en ella.
Cuando la
idea lo golpeo se congelo. Lo único que hacía era enterrarse en ella, tomarla y
nada más. Alec se sentó sobre sus tobillos y la miró.
Como una
puta, repitió en su cabeza.
—Alec—lo
llamó, la miró a la cara y observó sus ojos color ámbar. Levanto su mano y
acaricio el contorno de su rostro.
Como no
había notado la forma en la que la trataba.
Arrugó su
frente y se alejó de ella, se paró a un metro de la cama sin saber que decir,
sin saber como sentirse.
La vio
acercarse y mirarlo preocupada.
—Hey, ¿Qué
pasa?
Negó y se
alejó un poco.
—Solo…—llevo
una de sus manos a su rostro—necesito pensar—le dijo suavemente.
Ella alzo
ambas cejas y dio un paso atrás, miro alrededor.
—Si es lo
que quieres—le oyó murmurar.
Asintió
suavemente y la vio caminar hacia la puerta. Luego de que ella salió de su
habitación se sentó en la cama y se dejó caer de espaldas, cubrió sus ojos un
brazo.
—Follarla—murmuro.
Lo único
que hacía era follarla. Era cariñoso con ella fuera de la cama pero dentro de
ella, solo… la follaba. Se supone que él
debía cuidarla, tratarla con todo el respeto del mundo, amarla, pero que es lo
que él hacía, ponerse detrás de ella, levantarle el vestido y follarla.
Gimió y se
sentó. Cuan idiota podía ser un hombre. ¿Cuánto daño habría hecho? Bárbara
debía de haber pensado en esto para preguntarle. ¿Qué pensaría de él ahora?
Paso cerca
de 10 minutos sentado en el mismo lugar, fue en ese momento cuando noto
tristeza y no suya.
—Bárbara—murmuro.
Salió de su
habitación y se concentró en ella, cuando llego a la sala observo que Altaír y
Garrett hablaban entre si suavemente. Lo miraron. Garrett suspiro.
—Si la estás
buscando está en la piscina—él asintió y camino hacia ella.
Doblo el
pasillo y se detuvo justo a tiempo para no chocar con Isaac. Él observo que venía
de la piscina.
—Tú debes
saber que le pasa—Alec suspiro y asintió.
—Sí, lo más
probable es que sea el culpable.
—Mm—dijo él—le
pregunte pero sabes como es, cuando tiene un problema con uno de nosotros no lo
habla con los demás.
Alec sonrió
un poco.
—Lo sé, es
una irritante costumbre que tiene pero solo cuando el problema es con otro—Isaac
asintió un poco.
Se movió
alrededor de él.
—Iré a
hablar con ella.
—Suerte—le
oyó decir a Isaac.
Cuando
llegó cerca de la piscina se detuvo al ver a Bárbara en el agua. Ella nadaba
hacia un lado de la piscina completamente concentrada. La conocía lo suficiente
como para saber que ella solo nadaba cuando estaba molesta y deseaba estar sola
o cuando deseaba que los demás no notaran sus emociones, era una de sus formas
de decir que no deseaba la compañía de alguien.
Llego al
borde de la piscina, justo al lugar donde ella llegaría y se agacho.
Cuando ella
tocó con su mano el borde la vio tomar aire lista para dar otra vuelta, no la
detuvo, simplemente la dejo dar dos vueltas antes de que ella lo mirara.
—¿Y en qué
pensaste?—le pregunto suavemente.
Ella se
hundió en el agua y salió enseguida para peinar su cabello hacia atrás.
—En lo que
me dijiste y en que tienes razón—ella arrugo su frente y luego negó.
—Lamento lo
que dije, nunca me has tratado de esa manera.
Él se
avergonzó y cerró los ojos un segundo.
—Pero si lo
he hecho.
Bárbara lo
miro fijamente y arrugo su frente, luego de negar la siguió con su vista hasta
que ella salió de la piscina. De todas las veces que había estado en ese mismo
lugar observándola nadar, ella nunca había usado traje de baño, y no es como si
le molestara, pero ahora, observo su cuerpo cubierto por uno y arrugo su
frente.
Ella llegó
hasta las toallas y tomó una, se cubrió con ella antes de girar a verlo.
—Sentémonos
ahí—dijo Alec, apunto unas sillas.
Ella llego
a su lado y se sentó, él lo hizo en frente. Él suspiro antes de mirarla.
—Yo…—ella
espero—tienes razón por molestarte, sé que no te he tratado como debería—ella
arrugo su frente—solo…—él suspiro.
—He
pensado…—dijo ella, la miro—que así es como eres tú, te gusta hacerlo de esa
manera y eso está bien.
Ella se
encogió de hombros y lo miro fijamente.
—Sí, me
gusta—afirmo, se movió más cerca de ella y tomo sus manos, acaricio sus palmas
lentamente.
No sabía cómo
decirle que le pasaba, quería darle lo que pedía pero…como.
Bárbara
alejo sus manos de él y toco su rostro, la observo con arrepentimiento.
—Yo…no se
hacer el amor—ella abrió los ojos sorprendida.
—Yo nunca
he dicho que no me hayas hecho el amor—él negó y cerró los ojos—Alec—lo llamo—¿me
amas?—pregunto.
—Sí—dijo
sin pensarlo—claro que sí.
—Entonces
si me has hecho el amor, te lo aseguro.
—Pero yo
solo…
—Recuerdas
hace una semana, en la ducha de tu habitación—el asintió al recordar como se
había bañado con ella, como le pidió que apoyara sus manos en las baldosas y se
afirmara, recordó claramente como se enterró en su cuerpo, lenta y
profundamente mientras la acariciaba, mientras le decía cuanto la amaba.
—Sí, lo
recuerdo—murmuro, pero aun así la había tomado por detrás.
—Ves, si me
has hecho el amor, lo que yo te pedí era ver tu rostro mientras tenemos
relaciones, nada más—él arrugo su frente.
Pero si no
le pedía eso, hacer el amor, que deseaba, solo verlo, ¿Por qué? quiso saber.
Ella sonrió
y lo beso.
—Ven—se
puso de pie, como no se movió sonrió a un mas—yo haré todo—alzo una ceja, ella
se agacho y lo beso más intensamente—solo déjame hacer esto por ti, no te
preocupes por nada.
El asintió
y suspiro, por qué rayos se sentía asustado, solo iba a tener sexo, nada más,
solo iba a dejar que su mujer hiciera lo que quisiera con él, eso no tenía nada
de malo.
Su estómago
se contrajo molesto y negó, sentía como si estuviera perdiendo algo importante.
Cuando
llegaron a su habitación ella lo beso, lentamente, enterrando su lengua en el
con parsimonia. Lo abrazo por el cuello y permanecieron besándose largo rato.
Luego de
unos segundos él logro relajarse y dejarse llevar a la cama, cuando se acostó
la miro alejarse un paso y quitarse la toalla, cuando quiso levantarse lo
detuvo.
—No, solo
quédate allí, no pienses en nada.
Volvió a
recostarse y espero.
Bien, no
era tan difícil, solo quedarse allí mismo, viendo cómo se desnudaba aunque lo
único que el necesitada era quitarse ese traje de baño. Suspiro, no pensar en
nada, se repitió.
Cuando ella
termino de desnudarse llego a él y gateo sobre su cuerpo, observo su rostro.
—Parece que
te van a torturar—sonrió al decirlo.
—Intento no
pensar en nada—le dijo, observo su cuerpo desnudo—pero es difícil.
—Bien, solo
concéntrate en lo que sientes y dímelo, si no te gusta haremos otra cosa—él
asintió.
Bárbara
beso su mentón, bajo por su cuello y llego a su pecho, ella acaricio sus
pezones con sus dedos y sintió un estremecimiento pasar por su cuerpo. Cuando
volvió a hacerlo apretó la mandíbula un poco, y evito decir algo.
Ella bajo
por su vientre y se entretuvo allí, lamiendo, besando, mordiendo la piel. Alec
sintió que su vientre se contraía con cada caricia, como si quisiera huir de
ella pero al mismo tiempo no. Se preguntó si era así como ella se sentía cuando
la acariciaban de esa forma, y deseo haberle hecho algo así a ella.
Cuando ella
siguió bajando y depositando besos en su cadera, evitando a propósito su sexo
medio erecto trago. Bárbara se movió por sus piernas hasta sus rodillas y
comenzó a subir, más lentamente aun, volvió a evitar su sexo más despierto e
interesado que hace unos segundos y se acomodó sobre su vientre. Alec llevo sus
manos a sus muslos y toco su piel suavemente.
Ella se
inclinó hacia él para besar su mentón, movió su rostro hasta encontrar su boca
y la beso como quería.
—Tócame—susurro
ella, la miro a los ojos—hazlo.
Él movió
sus dedos por su cintura y llego a su cuello, tomo su rostro y la acerco a él
para seguir besándola. Cerró los ojos mientras lo hacía y sintió sus manos
cálidas y pequeñas también en su cuello. Ella lo acaricio como el a ella,
haciendo círculos en su piel.
Alec mordió
su labio inferior, ella lo imito haciéndolo con el suyo. Cuando bajo sus manos
a sus pechos para acariciar sus tensas puntas, Bárbara lo imito para hacer lo mismo
en el suyo. Como encontró agradable lo que hacía siguió probándola, acariciando
su piel y sintiendo como ella lo imitaba. Tiro de sus pezones y los acaricio
entre sus dedos, ella lo imito y se estremeció. Con una mano bajo por su
vientre hasta su sexo, acaricio sus labios antes de enterrar suavemente un dedo
en ella. Bárbara también llego a su polla ahora necesitada y lo acaricio con
una mano, como pudo sentir la sonrisa en sus labios la penetro con dos dedos
con más fuerza, ella jadeo y lo apretó con más energía.
—Dios—gimió
ella alejándose un poco, aprovecho esto para besar su cuello.
Ella movió
sus caderas contra sus manos, cabalgándolo suavemente y lo acaricio con dos
manos. El observo su rostro mientras la tocaba, la expresión de placer que
poseía, podía sentirla pero el verla aumentaba su deseo de ella. Saco sus dedos
de su cuerpo y agarro su cintura, ahora deseaba estar dentro de ella.
Por un
segundo pensó en empujarla fuera de él y ponerla de rodillas en la cama, se
detuvo justo antes de hacerlo. Ella pareció darse cuenta de lo que deseaba, así
que se levantó un poco y lo llevo dentro de su cuerpo.
Cuando
estuvo completamente dentro de su cuerpo ella lo miro y sin decir nada comenzó
a moverse, muy lentamente.
Se miraron
a los ojos mientras ella lo montaba, Alec observo su cuerpo mientras se movía.
Observo sus labios rojos, su pecho subir y bajar por su respiración acelerada,
sus pechos balancearse con el movimiento. Bajo su vista a la unión de sus
cuerpos y gimió al ver como desaparecía en su cuerpo. Sabía que le gustaba ver
eso, pero hacerlo de esta forma también era algo fascinante.
Ella gimió
y aumento su velocidad, se inclinó hacia él y lo beso. Alec la afirmo de la
cintura y los giro con cuidado. Bárbara lo miro enseguida y el comenzó a moverse.
Apoyo sus codos al lado a su cabeza y la observo.
Bárbara lo
abrazo con sus piernas, ahondando su penetración y ambos gimieron. La beso
suavemente y aumento su ritmo. Luego de unos segundos dejo de besarla y se
movió por su mandíbula a su cuello, luego se levantó y la miro a la cara.
Jadeo por
aire mientras ella dejaba de abrazarlo con sus piernas para usarlas de apoyo y
empujar en contra. Bárbara toco su pecho y luego su cuello. Se miraron a los
ojos mientras se movían.
—Alec—gimió
ella. Empujo más rápido, estaba muy cerca de correrse pero, por primera vez,
quería ver su cara cuando se corriera.
Movió una
mano entro los dos y la toco. Se quedó quieto, pero sin dejar de acariciarla
con sus dedos. Él observó su rostro sonrojado, sus ojos vidriosos, sus mejillas
encendidas. Bárbara jadeo y gimió mientras se corría entorno a él. Ella cerró
los ojos y dejo de respirar. Sus dedos apretaron su cuello unos segundos antes
de que se relajara completamente.
Alec estuvo
sobre ella, dentro de su cuerpo, varios segundos. Se había sorprendido en gran
medida al verla correrse. Antes solo la había sentido, u observado cuando ella
se corría con alguno de sus amigos, pero ahora, al ver claramente lo que él le
producía, algo dentro de su cuerpo se había estremecido.
Ella abrió
los ojos y lo miro, le sonrió suavemente y tocó su mentón con la punta de sus
dedos.
—¿Dónde
estás?—le pregunto, su voz sonó suave y dulce.
El beso la
punta de sus dedos y movió su cadera profundamente. Ella gimió y sonrió
suavemente.
—De nuevo—susurro
contra sus labios. Tomo sus manos y entrelazo sus dedos con los suyos.
Alec
observo a su mujer minutos después, observándolo y acariciando su pecho con
unos dedos.
—Fue tan
malo—le pregunto.
El soltó
una carcajada y negó divertido. La abrazo.
—Sí, tan malo
que quiero volver a hacer decenas de veces hasta que salga bien.
Ella sonrió
abiertamente.
—Nunca
pensé que sería perfecto la primera vez—también sonrió—vamos a requerir mucha práctica.
Alec la
atrajo a su cara para besarla pero Bárbara se alejó, se puso de manos y
rodillas en la cama y lo miro por sobre su hombro.
—Ahora,
debemos hacer algo para pasar ese mal rato.
Alec se
sorprendió al verla en esa posición, y más aún al notar que ella lo deseaba de
esa forma. Por uno segundos había imaginado que pasaría mucho tiempo antes de
poder volver a tomarla así, pero solo ella podía sorprenderlo de esa manera.
Mientras se
posicionaba detrás de ella y la acariciaba suavemente se prometió jamás olvidar
que la que tenía delante de si era su esposa, la mujer que amaba, la única que
lograba sorprenderlo. Nunca más iba a olvidar lo que a ella le gustaba, juro
que de ahora en adelante iba a estar siempre pendiente de que ambos disfrutaran
de lo que hacían. No podía hacer menos.
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