viernes, 22 de noviembre de 2013

El Placer de Jenna, Tercera parte, Capitulo 3.



Capitulo 3

—Jenna —llamó Bárbara al entrar a la sala.
Ella se puso de pie enseguida y observó a su amiga llegar cerca de ella y abrazarla. Jenna se tensó, al igual que los tres hombres en la habitación.
Sebastián, Hugo y Fabián estaban repartidos por la sala. Habían decidido estar con ella durante esa visita.
—Ey —soltó Hugo e intentó cercarse.
—Ni siquiera lo pienses —dijo el hombre rubio, uno de los tres que acompañaban a su amiga.
Jenna levantó los brazos y la alejó.
—No se supone que no puedes tocar a otros —susurró, Bárbara la miró y sonrió suavemente.
—No hasta que tenga a mi primer hijo —susurró en su oído —y puesto que tengo tres semanas, es parecido.
La miró enseguida y sonrió.

—Bien —dijo Bárbara llevando una mano a sus ojos y quitando una lágrima, observó a los hombres tras ella —Jenna, ellos son Altaír, Isaac y Martin —Jenna observó a los hombres, los tres le sonrieron —tres de mis 5 hombres —Jenna soltó una suave risa al oírla —y sé que ellos son, Sebastián, Hugo y Fabián —la miró a la cara —tus tres…
—No lo digas —soltó enseguida, Bárbara rio al oírla —ven, vamos a fuera, hablemos.
Ella asintió y observó a los hombres, uno de ellos asintió.

—Así que —dijo Bárbara mientras caminaban, la miró —te vez mal.
Ella soltó un bufido.
—Me lo dice la mujer embarazada.
—Te lo dice la mujer que tiene 5 hombres en su vida y que ahora está embarazada —hizo un sonido de asco y Bárbara rio con ganas.
Suspiró y miró alrededor.
—¿Qué está mal? —le preguntó —dímelo.
—No lo sé —confesó —solo me siento…
—Inútil —la miró enseguida.
Asintió suavemente y se detuvo.
—Te entiendo, aunque debe ser más difícil para ti considerando que dirigías una empresa y todo eso —la miró y suspiró.
—No es solo eso, es que ellos me…
—Agobian, intimidan, excitan…
—Bárbara —la regañó, ella se encogió de hombros y siguió sonriendo.
—No te gustan —arrugó su frente.
—No es eso.
—Entonces, ¿qué es?
—No lo sé, como lo hiciste con ellos, para empezar a… —la miró significativamente.
—Mm —dijo ella —a decir verdad solo paso, un día estaba hablando con uno de ellos y después nos estábamos besando  —arrugó su frente —creo que deberías hacerlo tú.
—¿Yo? —ella asintió.
—Intentarlo, con alguno de ellos, solo uno, así no te sentirás abrumada o nerviosa.
—¿Pero con quién?
—No lo sé, Isaac me conto que los gemelos comparten todo —la miró y arrugó su frente.
—¿Todo? —ella asintió.
—Sabias que van a la tierra por lo menos una vez en su vida, por eso del idioma y otras cosas —ella negó —pues sí.
—Si van a la tierra como es que no se quedan allá o traen a alguien que les guste —Bárbara arrugó su frente.
—No tengo ni la menor idea.
—¿Ellos fueron? —le preguntó.
—¿Quiénes? mis hombres o los tuyos —volteó sus ojos.
—No les digas mis hombres.
—Eso son.
—Pues me refiero a los tuyos —asintió.
—Les pregunté, el único que no había ido era Martin, y me dijo que no le interesa ir —sonrió.
Ella entrecerró los ojos.
—Porque tengo la idea de que no van a la tierra solo a aprender el idioma—Bárbara rio entre dientes.
—No me preocupa si fueron o no, y también creo eso —la miró a los ojos y luego arrugó su frente —inténtalo con los gemelos, con uno de ellos primero —alzó una ceja.
—Sabes que son más jóvenes que yo —ella negó —sí, lo son.
—¿Qué? —le dijo —tú tienes 28 años, cuanto pueden tener ellos.
—22 —Bárbara abrió la boca y la cerró.
—Mira que suerte, jóvenes y a tu disposición —hizo una mueca al oírla.
—Me siento como su madre —Bárbara volteo sus ojos.
—Vamos Jenna, no hagas eso.
—¿Qué?—le dijo molesta.
—No te encierres y esas cosas, no inventes escusas, sé que extrañas tu trabajo, y no sé si aquí puedes crear otra empresa de modelos, pero habrá algo en lo que puedas trabajar, te lo aseguro. Solo intenta tomar esto como unas vacaciones, disfrútalo, diviértete, aquí nadie te juzgará, te dirá que hacer, o con quien.
—No es que eso me vaya a detener.
—Exacto —le dijo ella, agarró sus hombros y la puso frente a ella —esa es mi amiga, la que hace y desase a su antojo, no la que parece alma en pena.
—No es solo eso —susurró y decidió decirle la verdad —es que creo que no les gusto.
Bárbara abrió los ojos sorprendida.
—Ellos no han intentado…
—No, si lo han hecho, pero parece más una obligación, y son hombres, siempre van a querer… —Bárbara negó.
—No, por lo que se ellos son los adecuados para ti, en todo sentido, solo que hay algo que falta, será que ellos notan tus miedos o esas cosas —ella arrugó su frente, luego negó —pero no importa, si quieres que pase algo hazlo tú, ve uno a uno y sabrás si lo que piensas en real o no, y te aseguro que no es así.
Ella se giró y miró hacia la casa, arrugó su frente.
—Ya debo irme —murmuró.
—¿Por qué? —le dijo enseguida, le sonrió.
—ellos se están preocupando, y con esto de estar embarazada me tratan como si fuera de cristal—hizo una mueca —puedes creerlo.
Jenna se rio al comprender por qué se estaba quejando en realidad.
—Te gusta esto, ¿cierto? —ella asintió y comenzaron a caminar de regreso a la casa.
—Sí —aseguró —me acostumbre con el tiempo, y lo adoro —ella se detuvo y la imitó —escucha lo que te digo Jenna —arrugó su frente —los hombres de este lugar esperan ser asignados, es una de las cosas que más desean, aunque no lo demuestren tu eres importante en sus vidas, pueden que no todavía en la forma que debería ser pero lo eres, y no tienes que esperar que se den las cosas como en la tierra, ve a ello y punto —alzó una ceja al oírla. —Yo sé porque te lo digo, me tomó meses aceptar lo que me pasaba y me arrepiento de eso, pero ahora yo estoy bien, me siento bien, y sé que tú y las demás lo estarán si lo desean y les dan una oportunidad —apuntó la casa.
Jenna la observó y asintió luego de unos segundos.
—Lo intentare —murmuró. Bárbara sonrió —por cierto —continuaron caminando —¿qué sabes de las demás?
—sé que Anais recibió asignados hace una semana —Jenna alzó una ceja en su dirección como pregunta, Bárbara negó —no he podido hablar con ella todavía, y Leslie —suspiró—aun no.
Jenna arrugó su frente.
—¿Ha pasado tiempo desde que llegamos y aun no le asignan a nadie?
Bárbara negó.
—No sé por qué, pero lo van a hacer en algún momento.

Luego de despedirse Jenna se excusó de la cena y se fue a su habitación. Mientras estaba en la cama meditó las palabras de Bárbara. Ella tenía razón, no tenía que preocuparse de nada, solo relajarse, iba a tomarse esto como unas vacaciones y ya era tiempo de que disfrutara de ellas y de lo que había a su alrededor.

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