viernes, 8 de noviembre de 2013

El placer de Jenna, Primera Parte, Capitulo 3.



Capitulo 3

Jenna se detuvo y observó a las chicas detrás de ellas. Leslie se había dejado caer sobre la tierra y Anais se había sentado sobre un árbol caído. Regresó con ellas y se quitó su mochila.
—Estoy muerta —jadeó Leslie —no puedo más.
Volteó sus ojos.
—Para ser una modelo, que debería hacer ejercicio y todo eso, te cansas muy rápido—le reprocho, la mujer hizo una mueca con su bonito rostro.
—Llevamos horas caminando —se quejó.
—Solo cuatro horas —Jenna tomó una botella de agua y bebió un poco, luego se la entregó a Leslie y observó a Anais que estudiaba un mapa.
—Según esto y lo que nos dijeron —dijo ella suavemente —el grupo llegó a un pueblo que está a un día caminando hacia el norte, al parecer después de ese lugar nadie más la vio.
Asintió y miró alrededor.
—Entonces es mejor movernos, buscar un lugar para acampar y seguir en la mañana—Leslie se quejó.
—No podemos hacer eso aquí.
Incluso Anais negó.
—No, he leído que los animales salen a cazar de noche, y es mejor que encontremos una cueva o algo así para descansar —Jenna asintió.

—Bien. Movámonos.
Justo antes de que callera la noche encontraron una cueva, Jenna supo que fue pura suerte, Anais había tropezado por culpa de una raíz y la había visto, si no hubiera sido por eso, aun estrían dando vueltas entre esa vegetación.
Suspiró y observó la fogata.
Venditos los fósforos y los encendedores, pensó. Su vida no sería lo mismo sin ellos.
Leslie abrió un paquete de galletas y comenzó a comer rápidamente. Jenna sonrió y negó suavemente.
—¿Crees que mañana llegaremos al pueblo? —le preguntó a Anais, ella asintió y volvió a mirar el mapa, arrugo su frente un segundo —¿y de dónde sacaste eso?
Anais la miró enseguida.
—Mm, un anciano los estaba vendiendo y lo compré —arrugó su frente y luego se encogió de hombros.
—Si tuviéramos internet aquí, sería más fácil —murmuró.
Anais asintió sin dejar de ver el mapa.
—Bueno, por lo menos tenemos algo, no —dijo Leslie. Luego se estiró cerca del fuego y cerró los ojos.
—No te acerques mucho —le dijo, ella la miró —no queremos un accidente aquí, donde no podríamos llevarte a un hospital.
Ella abrió la boca y la cerró antes de alejarse de la fogata.
Suspiró y cerró los ojos.
—Según este mapa hay una carretera cerca de aquí.
Jenna observó a Anais un segundo y negó.
—Concéntrate en el pueblo, ese es nuestro primer objetivo.

No supo cómo se quedó dormida, solo reaccionó cuando alguien sacudió su hombros. Leslie.
—Ya ha amanecido, Anais dice que debemos irnos.
Ella se quejó y se sentó correctamente, se había quedado dormida en esa posición. Hizo una mueca ante el crujido de su cuello.
—Maldición —murmuró y se movió lentamente.
Al mirar alrededor notó que alguien ya había apagado la fogata y guardado todo. Al parecer solo faltaba ella para poder seguir.
—Bárbara —se quejó —me debes una grande.
***
—Anais —gruñó y observó a la mujer que estaba nerviosa y sorprendida. Esta veía una y otra vez el dichoso mapa sin comprender que pasaba.
—Pero…pero…esto dice que aquí está el pueblo.
Las tres miraron alrededor, no había nada.
—O el mapa es una mierda, o el pueblo es muy pequeño —dijo Leslie, la miró —me inclino por lo primero.
Ella se quejó y frotó sus ojos con energía.
Lo que les faltaba, perderse.
—Quizás eso le pasó a Bárbara —Leslie continuó y miró alrededor —lo más probable es que haya comprado el mismo mapa y se haya perdido.
Jenna la miró molesta enseguida.
—Si es así y lleva casi 6 meses desparecida, adivina que nos pasara a nosotras —la mujer se congeló y la miró con los ojos abiertos.
—Rayos —susurró.
Jenna volteó sus ojos y observó a Anais, que seguía mirando el mapa. En un ataque de ira se lo quitó y lo arrojó lejos.
Anais la miró sorprendida.
—No sirve de nada —le dijo y se alejó. Tenía el gran deseo de golpear algo y no quería desquitarse con su amiga, al final de cuenta no era su culpa.
Luego de suspirar y volver a observar a su alrededor decidió que debían moverse, regresar por donde habían venido y hacer las cosas mejor, como contratar a un guía. ¿Por qué no se le ocurrió antes?
—Jenna —susurró Laila.
—¿Qué? —se quejó molesta.
—No te muevas —se congeló enseguida.
—¿Qué pasa? ¿Tengo algo?, no me digas que es una de esas arañas sub desarrolladas —ante la idea casi comenzó a  temblar.
Solo que al escuchar un suave rugido abrió los ojos completamente y miró justo a su derecha para ver a un jaguar con la cabeza baja mientras le mostraba sus filosos dientes.
Trago sin saber qué hacer y dio un paso hacia atrás. El animal se movió un poco y se congelo.
—Leslie —susurró Anais —quítate su mochila.
Jenna observó a Leslie hacerlo.
—Cuando te diga arrógaselo, corran hacia adelante y no se detengan.
—¿Qué? —jadeó Jenna.
—No se separen, si atrapa alguna que la otra la ayude.
Se estremeció ante la idea.
—Prepárense—Jenna giró su cuerpo lentamente, sabía que esto era mala idea, algo le decía que no debían alejarse de ese lugar, pero, ¿qué podía hacer?
Esperar que el enorme gato la atacara no era una opción.
—Ahora —gritó Anais y salió disparada hacia adelante.
Mientras corría escuchó a sus amigas a su lado y al animal detrás de ellas, era como si lo sintiera respirar detrás de su cuello. Y así fue.
Gritó cuando algo agarró su mochila y la arrojó al suelo, Anais se acercó y la empujo lejos mientras Leslie regresaba pálida y completamente asustada.
Cuando logró liberarse corrieron enseguida. Jenna giró su rostro para ver al animal destruyendo su mochila como si fuera papel, jadeo cuando chocó con algo duro, solo que la agarraron antes de terminar en el suelo.
Jenna observó aturdida al hombre que la afirmaba. Tragó un poco tensa al notar que era muy alto y que la observaba con algo más que sana curiosidad.
—Jenna —la llamó Leslie y miro alrededor. Había 6 hombres rodeándolas.
Rápidamente se alejó del hombre que la afirmaba y llegó cerca de sus amigas.
Observó a cada uno de ellos y notó que todos tenían cierto parecido entre sí, era altos y musculosos, no por ir a un gimnasio, parecían más soldados que otra cosa. Y eso debía ser, se dijo, soldados.
—¿Están bien? —les preguntó un hombre y lo observó.
Este poseía una cabellera cubierto de canas, era delgado y alto, él se acercó tranquilamente. De nuevo se sintió incomoda, y Anais también ya que casi se ocultó detrás de ella. Sintió la mirada de Leslie en su rostro pero permaneció impasible.
Ella era negociante, dueña de una de las más grandes compañías publicitarias del país, estaba acostumbrada a tratar con divas y reinas de belleza, además de empresarios machistas, esto no era nada.
Nada, se dijo.
—Podríamos decir que no —dijo al fin y miró un segundo a sus amigas—estábamos acampando y un jaguar nos atacó, tuvimos que correr.
El hombre sonrió, ella creyó con amabilidad, aunque no lo sintió así, él se acercó un paso. Se tensó.
—Tienen suerte de que las encontráramos, sino quién sabe lo que les podría haber pasado—asintió y suspiró. Por ahora ellos eran los únicos que podían ayudarla.
—Si pudieran decirnos cuál es la forma más rápida de salir de aquí…—observó al hombre.
—Matt —dijo él sin dejar de verla.
—Matt —dijo Jenna — se los agradecería.
—Claro— dijo él y observó a los hombres a su alrededor —les mostraremos la manera de salir de aquí.
Antes de que pudiera hacer algo los hombres se arrojaron hacia ellas más rápido de lo que creyó posible. Jenna sintió manos afirmar sus brazos con fuerza e intentó luchar enseguida. Leslie gritó y observó como la inclinaban hacia adelante con sus brazos en la espalda. Anais estaba más que pálida, parecía que iba a desmayarse en cualquier momento.
—¿Qué demonios? —jadeó y se quejó cuando el hombre detrás de ella la hizo ponerse de rodillas.
Cuando alguien se paró frente a ella lo miró. Matt le seguía sonriendo.
—¿Qué significa esto? no pueden hacer algo así —él alzo una ceja y negó.
—Pronto sabrás lo que significa, solo debes esperar un poco y tú y tus amigas sabrán que pasara con ustedes el resto de sus vidas.
Jenna se estremeció ante sus palabras y la seguridad con que las decía.
—Yo no voy a permitir… —un paño en su boca la calló.

Lo último que vio, fue como hacían lo mismo con sus amigas, y ambas se desmayaban igual que ella.

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