Tercera Parte
La triste verdad
Capitulo 4
***
J.:
Mentiste.
C.: Sí, lo hice, pero sobre que específicamente.
J.:
En verdad pensaste que todo iba a acabar así como así, que íbamos a tener…pasar
la noche juntos y que luego yo me desentendería de ti, de todo.
C.: Sí, lo hice en ese momento. Solo quería que todo
acabara.
J.:
En verdad no sabíamos nada del otro, no nos conocíamos, no como creí.
C.: Lo sé.
J.:
Ahora es mi turno.
***
Llegue
al hotel nervioso, en extremo, sabía lo que iba pasar, lo deseaba mucho pero
también le temía. Y si no era lo suficientemente bueno para ella, si no le
gustaba. Tenía que hacer que esta noche fuera la mejor para ella, olvidarme de
lo que yo deseara y solo concentrarme en Cindy.
La
observe por el espejo del elevador, ella solo miraba la nada, perdida en sus
pensamientos. Sabia, desde hacía mucho tiempo que algo iba mal, que algo le
molestaba. Ella me miro por el espejo y sonrió, eso me relajo, era como si la
chica que amara regresara de un viaje. Tome su mano con la mía y acaricie su
piel con mi pulgar, ella se apoyó en mí y suspiró.
Llegamos
a la habitación, abrí la puerta y la deje entrar, la seguí.
La
habitación era sencilla pero con una bonita vista, había una cama grande al
medio del lugar, sillas, muebles y un televisor, otra puerta llevaba al baño.
La observe caminar por el lugar y pasar sus dedos por unos de los cuadros.
Llegue a ella y la abrace por la espalda.
—¿Estas
bien?—pregunte, ella asintió.
—Un
poco nerviosa—dijo.
—No
lo estés, sabes que puedo esperar todo el tiempo que quieras—ella se
volteó y me miró.
—No
me deseas—pregunto.
—Más
que al aire—le dije, sonrió suavemente y se acercó a mi hasta besarme, la
afirme de la cintura.
Ella
paso sus dedos por mi cabello, bajo por mi cuello y llego a mi chaqueta, la
empujo fuera de mí, la ayude un poco y la deje caer al suelo. Caminamos
lentamente hasta la cama mientras desabrochaba mi camisa, yo moví mis dedos por
la piel de sus brazos, acaricie su cuello, su mentón sin dejar de besarla.
Cindy terminó de desabrochar mi camisa y la yema de sus dedos acariciaron mi
piel, me estremecí, ella me abrazo por debajo de la tela y yo solo la acerque
más a mí, tanto como pude.
Llegamos
al lado de la cama, ella se subió y se movió hasta el centro, donde me espero
sentada en sus rodillas, me quite mis zapatos y llegue a su lado. Nos besamos
en seguida, con más urgencia esta vez, jadee un poco y tome su rostro entre mis
manos.
—Tenemos
toda la noche, cariño.
—Yo
te quiero ahora—murmuro y gemí, volvimos a besarnos y esta vez lleve mi mano al
cierre de su vestido, lo baje lentamente, hasta que este resbalo por sus
hombros y me mostro que llevaba un sostén sin tirantes.
Me
acerque a ella y bese su cuello, su hombros y un camino hacia el otro, mordí
muy suavemente la piel que estaba sobre uno de sus pechos y ella se estremeció.
—Jet—murmuró
y volví a besarla.
Ahora
su lengua saqueo mi boca, con urgencia, necesidad, pero con algo más que no
pude identificar, algo que me costaba entender, y sabiendo que la tenía casi
desnuda delante mío no me ayudaba a pensar precisamente.
Sus
manos se movieron a mi pantalón, alcanzaron mi cinturón y cuando la sentí jalar
con fuerza comprendí que algo andaba muy mal y que debía detenerla.
—Cindy—la
llame, ella me calló con un beso, abrazándome por mi cuello, al cabo de unos
minutos pude alejarme de ella, quería mirarla a la cara pero oculto su rostro
en mi cuello y bajo sus manos hasta abrazarme. —Cindy, cariño, ¿qué pasa?
Ella
se estremeció y jadeo, pero no fue como esa vez pasada, cuando había provocado
ese sonido en ella con mis besos y caricias. Este jadeo salió como si no
pudiera respirar, como si algo no la
dejara.
—Cariño,
me estas asus… —se tensó a mi alrededor.
—No
lo hagas—dijo, su voz sonó quebrada, dolida—no me digas cariño, no ahora—apretó
su agarre.
—¿Qué
pasa?—pregunte, me estaba asustando seriamente, intente alejarme pero me lo
impidió.
—Solo
estoy tratando de darte lo que quieres—sus manos tomaron mi camisa y se
cerraron.
—Cariño…
—No.
—Cindy—me
corregí—sabes que puedo esperar, que esto no tiene porqué pasar ahora—ella se
rio, no con amabilidad, no relajada, se rio fríamente, sin un ápice de humor.
—No
tiene que pasar—repitió y no pude soportarlo, la agarre de los hombros y la
aleje de mí.
Me
congele al ver su mirada. No pude moverme al ver sus siempre dulces y adorables
ojos castaños congelados y fríos, ya ninguna emoción había ahí.
—Por
Dios qué pasa—pregunte, ella solo me observó, al cabo de un momento dejo caer
sus manos a sus lados. Una lagrima cayo por su mejilla y ella se alejó de mi
bruscamente, al sentirla la vi quitársela con rabia, casi como si la odiara,
fue la única que vi caer.
—No
puedo—dijo mirando alrededor—no puedo hacerlo—murmuró.
—No…entiendo—intente
decirle algo, pensar en algo que me explicara esto, nada venía a mi mente.
Me
miro un segundo y luego se alejó, se puso de pie y subió su vestido, la imite
solo que a mí no me importo tener la camisa abierta, quise llegar a su lado
pero ella dio un paso atrás con la mano estirada deteniéndome, obedecí.
—Tienes
que decirme que tienes, no logro comprender esto—la apunte con mi mano— ¿qué
pasa?—pregunte impotente.
Ella
suspiró y negó.
—No
te lo imaginas—dijo subiéndose el cierre del vestido.
—¿Que
debería imaginar?—me miró fijamente y lo supe enseguida, como si un rayo me
hubiera caído directamente con todo su poder, fue tan real la sensación que por
un segundo me sentí mareado.
—Veo
que si lo sabes—dijo ella y se puso sus zapatos.
—Cindy—susurre,
esto no podía estar pasando, no ahora, no aquí, no así, no con ella, por favor.
—Qué—dijo
y esperó—que me vas a decir, con que vas a justificar esto.
Negó
y paso a mi lado, tomo su chaleco y se
acercó a la puerta, solo el miedo a perderla me hizo moveré y tomarla del
brazo, se alejó de mi tan bruscamente que di un paso hacia atrás.
—No
me toques—dijo molesta—he soportado que me toques por demasiado tiempo.
—Hace
cuando que lo sabes—tenía que hacer que se quedara, hasta que pudiera pensar en
algo que decir, algo que explique lo que hice, algo que sea lo suficientemente
bueno para que me perdone.
Ella
me observó unos minutos, miró hacia otro lado y respondió.
—Hace
como un mes—asentí, ahora lo entendía, su comportamiento extraño, todo.
—Por
qué seguiste…—apunte entre los dos.
—¿Por
qué no?—dijo ella, se encogió de hombros—creo que solo quería ver si serias
capaz de llegar aquí, a esto—apunto la habitación con su rostro, trague, sentía
la garganta seca.
—Yo
no…debes escucharme… yo no quise…
—Qué
cosa, dímelo, que escusas vas a usar—ella espero—no tiene explicación, tu solo hiciste una apuesta con Gustavo
afirmando que te acostarías conmigo, bueno, no conmigo, si no con una chica del
grupo de los microbios, antes que terminara el curso, que mejor oportunidad que
hacerlo la noche del baile de fin de año, como se explica eso.
—Yo…no…—negué,
por qué no podía pensar correctamente.
—Debo
decir que te esforzaste mucho, las citas, los paseos, los detalles, el que me
dijeras que me amas—ella miro el piso— que me defendieras de tu ex novia
sicótica, debió ser muy horrible para ti tener que hacer todo eso, tener que
besarme, que los demás te viera conmigo.
Negué
enseguida.
—No
es así—dije.
Ella
se movió hacia la puerta y quise seguirla, la abrió y se detuvo, no me miró.
—Dime
solo dos cosas, se sinceró en eso por lo menos—esperó y me miró—Tomas y Liz, él
también…—negué enseguida.
—Para
nada, no es así, a él en verdad le gusta tu amiga, la quiere mucho.
—No
me mientas en esto—arrugó su frente—no voy a permitir…
—No
miento, créeme, a él le gusta de verdad—me miró un segundo y luego asintió.
—Dime
qué hubiera pasado después—la miré detenidamente— si yo no me hubiera enterado,
si me hubiera acostado conmigo, cuando tiempo esperarías para terminar conmigo
o ni siquiera hubieras hecho eso, y solo me hubieras dejado.
Cerré
los ojos unos segundos y me senté en la cama.
—Nada—le
dije—no hubiera pasado nada de lo que dices, si hoy nos hubiéramos acostado me
hubiera sentí el hombre más afortunado del mundo, te hubiera dicho cuanto te
amo—ella negó—lo cual es verdad y hubiera hecho todo lo posible para permanecer
a tu lado mucho tiempo.
—Sí,
claro—dijo y negó, me puse de pie.
—Debes
creerme en eso—pedí—yo si hice esto por una apuesta, pero luego me enamore de
ti. Me costó asimilarlo porque con nadie, ni siquiera con Bárbara me sentí así,
bien, feliz—lleve mi mano a mi pecho—te amo Cindy, no lo hice desde el
principio pero lo hago ahora, más que a nadie.
Solo
me miro, sin decir nada.
—No
te creo—dijo.
—Es
la verdad, aunque no quieras aceptarlo, te amo—ella negó, di un paso en su
dirección, al verme salió rápidamente al pasillo y camino al ascensor, la
seguí—Cindy—la llame—por favor.
Ella
se detuvo delante del ascensor llamándolo repetidas veces, me pare detrás de
ella y se congelo.
—Te
amo—le repetí, si valiera de algo se lo diría siempre—debes creerme, por favor.
—Y
que si te creyera—dijo—eso no cambia nada, no me hace sentir mejor, no me hace
olvidar el dolor que sentí el día que lo supe.
—Qué
día, dímelo—pregunte.
—Hablabas
con Gustavo en el camerino, luego de que ganaste la final—solté aire al
recordar esa conversación.
—Entonces
no escuchaste lo que hable con él, completamente.
—¿Que
más tenía que oír?
—Ese
día le dije que se terminaba la apuesta, que no iba a seguir con ese juego.
—Seguiste
saliendo conmigo—dijo tensa, el elevador llego y ella dio un paso en su
dirección, detuve las puertas, no se giró a verme.
—Lo
hice porque lo deseaba, porque mucho antes de eso me había dado cuenta de que
te amo, hable con él para acabar con esa apuesta, pero no contigo, no podía, te
amo demasiado.
No
dijo nada, no se movió, solo me dio la espalda y hubiera preferido que se fuera
así. Cuando se giró, lo único que vi en su rostro fue decepción, una enorme y
gran decepción. Di un paso alejándome de ella y las puertas del ascensor, estas
se cerraron separándonos, aún más de lo que ya sentía que lo estábamos.
Regrese
a la habitación perdido, sin saber qué hacer, observe el cubrecama arrugado donde
habíamos estado, considere que se burlaba de mí. Abotone mi camisa, me puse el
resto de mi ropa y salí del lugar. No espere el ascensor, use las escaleras.
Afuera
del edificio miré en todas direcciones sin saber dónde ir, no quería regresar a
mi casa, no quería regresar a la fiesta, solo…la quería a ella a mi lado, tanto
que era doloroso.
—Tengo
que hacer algo—murmure, tengo que hablar con ella, no puedo dejar que las cosas
solo terminen así, como si nada, yo sabía que ella me amaba, bueno, lo esperaba,
yo la amaba, no iba a dejar esto, no iba a rendirme sin siquiera pelear por
ella.
Con esa idea me sentí mejor, quizás tenía una
oportunidad, tenía que encontrarla.
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