martes, 5 de noviembre de 2013

A un Paso del Amor, Cuarta Parte, Año nuevo vida nueva.



Cuarta Parte
Año nueva Vida nueva

***

 Era temprano por la mañana cuando estaba ingresando al colegio, era el primer día de clases.
—Hola Jet—dijo una voz a mis espaldas y me trague mi mueca.
—Bárbara—salude. La chica estaba a mi lado, mas bronceada que de costumbre e igual de rubia.
—Me entere de algo interesante.
—Ya—le dije.
—Terminaste con esa chica, no—la miré—sabía que no era para ti—levantó su mano para tocarme pero me aleje un paso, congeló la sonrisa en su cara.
Algo bueno en el primer día de clases, Bárbara no me atraía, ni un poco, al observarla me pregunte sinceramente que le había visto, por qué había salido con ella si la mayoría del tiempo que pasamos juntos solo nos besamos o más. Entendía el porqué, claro, pero como estuve tanto tiempo con ella, ahora me era sorprendente. Sonreír y ella arrugo su frente.
—Adiós, Bárbara—ella abrió la boca para hablar pero me aleje rápidamente y solo me gire para verla parada en el mismo lugar donde la había dejado.
El día paso sin problemas, en la primera hora descubrí que tenía una clase con Cindy, la segunda hora fue igual, esta última también. Al parecer las tenía casi todas con ella como compañera.

El profesor de matemáticas dio una noticia interesante.
—Continuaremos con las parejas de estudio, son las mismas si su compañero se encuentra en esta clase, si no infórmelo para buscarle una.
Suspire y miré a Cindy, ella tenía el ceño fruncido, se giró a hablar con sus amigas y yo miré hacia el frente.
Había tomado una decisión con respecto a lo nuestro, pase todo el verano pensando en ello y no veía una mejor salida.
Al final de la clase el profesor nos dio la primera tarea y todos nos quejamos. Miré a Cindy pararse delante de mi mesa, como ella mantuve la expresión de mi cara neutral.
—Tenemos que organizar las clases—dijo ella, nada más, asentí y me puse de pie.
—Si quieres vamos a mi casa.
—Claro —dijo sin ni un poco de humor.
Me despedí de mis amigos. Tomas salió con Liz mirándome serio al igual que su novia, habían sobrevivido las vacaciones, me alegré por ellos.
Caminamos en silencio hasta mi casa.
—Hola —le dijo ella a mi hermano —que guapo.
Aníbal había entrado al jardín de niños, tenía que usar un uniforme, aun lo llevaba puesto.
Mi hermano sonrió, luego ella saludo a mi madre que me miro llenas de preguntas, subimos a mi cuarto. Ahí ella dejo su mochila en el suelo y se sentó. No miró nada a su alrededor, había agregado fotografías.
Cindy sacó un cuaderno y comenzó a anotar.
—Aun estas en tenis.
—Sí —dije sin dejar de mirarla.
—El horario.
—El mismo que el año pasado.
—Martes y jueves —ella anotó en el cuaderno creando un calendario.
—Sí —aseguré.
—Entonces estudiaremos lunes y viernes —arrugué mi frente, el año pasado también habían sido los miércoles —los miércoles —continuo ella —serán alternados, así que serán dos veces al mes, podremos descansar de esa manera.
Ella siguió mirando su cuaderno y la observé, se había cortado el cabello, hasta un poco más debajo de sus hombros y lo llevaba suelto. Noté que tenía una venda en su muñeca, oculta por su ropa y sentí mucha curiosidad y preocupación.
—¿Dónde? —le pregunté, levanto la vista — ¿dónde vamos a estudiar?
—Tratemos de ir alternando los lugares, un día en tu casa y otra en la mía, incluso podemos hacerlo en la biblioteca de la escuela, la cierran tarde —asentí.
—Es buena idea.
Nos quedamos en silencio.
—Trabajemos —dijo ella y asentí.
Solo nos tomó 30 minutos realizar la tarea, al acabar levante la vista y la pille mirándome.
—Crees que es bueno que seamos compañeros de estudio —me puse de pie y llegué a mi cama, me miró.
—Ya no quieres estudiar conmigo —preguntó.
La miré pensando.
—¿No es lo mejor? —le pregunté —no estarías más cómoda.
—Cómoda —repitió ella —tú no lo estás.
Me encogí de hombros, ella solo me observó.
—¿Quieres estudiar conmigo? — preguntó.
—Sí, porque no —apoyó su brazo en el escritorio y luego lo quito, arrugué mi frente.
—El año pasado nos fue bien a ambos —dijo.
Más que bien, pensé.
Apunté su mano.
—¿Por qué la venda? —ella la miró un segundo y luego sonrió.
—Me caí de un caballo —me tense —Máximo.
—¿Qué estabas pensando para caerte?
Se encogió de hombros y pasé mi mano por mi cabello sin saber que decir. Estuvimos callados un rato y miré el calendario que había hecho.
—¿Qué pasa con el fin de semana?
—Solo serán para las emergencias, si tenemos un examen difícil o un trabajo.
Asentí.
—Has pensado en todo.
—Fuimos un poco desorganizados el año pasado.
—Nos fue bien, por lo que recuerdo.
—Lo sé —suspire y me recosté en la cama, miré el techo.
—Mejor me voy —dijo ella y la miré, guardaba sus cosas.
Me senté en la cama y ella me ignoró.
Se supone que teníamos que hablar sobre nosotros, en que terminaría todo esto. El año pasado, al saber lo que había hecho me había sentido engañado, como si todo lo que hubiera vivido hubiera sido una gran farsa, extrañamente eso no cambiaba lo que sentía, solo me hizo sentir como un estúpido. También pensé en lo que yo había hecho y como se hubiera sentido ella si lo hubiera sabido solo al final, obviamente hubiera sido peor. Al final las cosas simplemente habían tenido un término medianamente bueno, si se podía decir, ambos sintiéndonos como estúpidos.
Ella se puso de pie y la imité, quedamos frente a frente, ninguno se movió.
—Entonces hasta el próximo viernes —asentí.
Ambos nos acercamos para despedirnos con un beso en la mejilla, eso pensé yo, pero por alguna razón ninguno ladeo su rostro, solo nos encontramos al medio, boca con boca.
Me deje llevar por la situación. La abracé y ella a mí, su mochila sonó al chocar contra el piso y sentí sus manos llegar a mi cuello. Sus dedos tocaron mi cabello y yo hice lo mismo al tomar su cabeza para mantenerla ahí, donde la quería.
Jadeamos al alejarnos, la miré y mantuvo sus ojos cerrados, sonreí y volví a besarla. Al acabar me miró y luego bajo la vista, se alejó de mí.
—Tengo que irme —dijo y agarró su mochila, alcancé a agarrarla de su brazo, se detuvo y la abracé por la espalda.
—Esto se debe a lo que creo —suspiró —dime.
—¿Tenemos que hacer esto ahora? —asentí a su lado.
—No lo sé, quieres esperar hasta mañana, pasado mañana o la próxima semana, o quizás algún día dentro del mes—se giró y alzo una ceja—solo lo pregunto.
—Sigues molesto conmigo.
—¿Por qué lo dices?
—Ya dije que lo siento, que hice mal, pero tú también—se cruzó de brazos—me niego a sentirme culpable más tiempo.
—¿Te sientes culpable?
—Antes, ya no —asentí suavemente —tú no.
—No —negué y volteo sus ojos —me sentí como un idiota, pero ya paso.
—Me alegro por ti —murmuró, sonreí, ella me miró y arrugo su frente —creo que tienes razón en eso de cambiar de compañero de estudios.
—Ya no quieres estudiar conmigo.
—Siempre vamos a pensar en lo que paso, solo nos sentiríamos incómodos, no creo que sea difícil encontrar a otra persona para estudiar —ahora yo arrugue mi frente.
Como si fuera a permitir eso, pensé.
—Pero sería raro.
—¿Por qué?
—Si vamos a ser novios sería raro que nos encontráramos con otros durante la semana —ella alzó una ceja.
—Ni tanto —sonrió —no tienes porqué estudiar con otra chica —me trague mi risa.
—No voy a ponerme a estudiar con un desconocido, Rodrigo y Tomas estudiaran con sus novias, para eso mejor estudio solo, o —sonreí —con una chica.
—Entonces estudiare con un chico —abrí mi boca y la cerré.
—Mejor dejemos las cosas como están —me miró —me refiero a los estudios.
—Está bien.
La tome de la mano y la lleve a mi cama, nos acostamos, ambos mirando el techo.
—Me gusta esta cama—dijo, acomodo los cojines detrás de ella —nunca te lo dije.
—No, nunca lo hiciste. Tu cama es más grande —asintió.
—Sabes porqué deje algunos miércoles fuera y los fines de semana.
Negué.
—Porque el año pasado nos pasamos más tiempo estudiando que juntos, claro salimos, pero fueron pocas veces, puedo contarlas con los dedos de mis manos.
—Ahora debe ser diferente —estuve de acuerdo — ¿confías en mí? —pregunté.
—Sí, lo hago —se apoyó en un brazo y la imite, acaricio mi rostro con sus dedos y cerré los ojos—como dicen, año nuevo cuenta nueva—me reí suavemente—tu confías en mí.
—Sí, claro que si —me miró a los ojos y acaricie su rostro —te extrañe todo el verano, cada día. Cindy, yo sabía, de antes de que todo acabara lo que siento por ti, eso no ha cambiado nada—sonrió suavemente.
—Yo también lo sabía, por esa misma razón te dije la verdad ese día en la playa —asentí.
—Dímelo —pedí —dime lo que sientes, quiero oírlo.
Se recostó en la cama sonriendo y me acerque más.
—Hazlo —me miró.
—Tu primero —alcé una ceja, me incline hacia ella y le susurre.
—Te amo —me abrazó por el cuello y acercó su labios a mi oído.
—Igual yo —susurró—también te amo.
Nos miramos a los ojos unos segundos. Ahora volvía todo a su lugar, sentía que ya no estaba perdido, que importaba lo que había pasado si ahora todo estaba bien.
Ella me empujó hasta acostarme en la cama y la bese suavemente al principio, se apoyó en mí y puse una mano en su espalda y la otra en su cabeza para afirmarla. El beso cambio y la besé a mi ritmo, como hacía mucho quería hacerlo y cuando escuche un gemido escapar de su boca sonreí, quería oír más de esos.
—Entonces que somos ahora —preguntó mientras me entretenía en la curva de su cuello.
—Amigos con ventaja —susurré y se estremeció.
—Prefiero algo más convencional, como novios.
Mordí su cuello suavemente y luego pasé mi lengua, ella movió su rostro buscándome y la bese, la recosté en la cama, bajo mi cuerpo manteniéndola prisionera. Entrelacé mis dedos con los de ella y puse una de sus manos sobre su cabeza. La seguí besando largo rato, solo me alejaba para que ambos pudiéramos recuperar el aire, pero yo me movía por su cuello, besando la piel, oliendo.
—Por favor—susurró ella.
—Que cariño, que quieres.
—¿Qué somos?
—Mm —puso su mano en mi boca y levanté la cabeza.
—Nada de besos a menos que respondas, somos novios de nuevo —quite su mano.
—Quizás.
—Tus quizás me dan mucho que pensar —me reí con más ganas y apoye mi cabeza en su cuello.
Ella acaricio mi cabello un segundo como sabía que me gustaba, luego me abrazo.
—¿Quieres que me mueva? —le pregunté luego de un rato.
—Sabes que no —dijo, sonreí.
La miré.
—Te amo —le dije, ella sonrió suavemente, como me gustaba.
—Lo sé —me beso y ahora yo gemí. Se alejó un poco solo para decirme —yo también te amo.
Suspiré contra sus labios y la bese, en ese momento tocaron a mi puerta, sabía quién era por los golpes, me queje contra su cuello y rio. Como siguieron insistiendo me aleje de ella, Cindy se puso de pie, arreglo su ropa y abrió la puerta, mi hermano estaba ahí.
—Hola guapo —dijo ella. Mi hermano le entregó una hoja y un lápiz.
—Caballo —le dijo.
—Lo que quieras —le respondió y caminaron a la cama, los miré y les hice espacio.
—Este niño recibe más atención que yo —ella se sentó en el suelo y comenzó a dibujar.
—Es como una mini versión de ti.
—Crees que será igual que yo cuando crezca —asintió —te mantendré alejada de él.
—Que gracioso —dijo y piñizco mi vientre—además soy una mujer soltera, cuando él tenga 18 yo tendré 31, no es tanto —solté una carcajada y luego me callé.
—¿Y quien dijo que eras soltera? —me miró —eres mi novia, que no se te olvide.
—Para nada —aseguró, miró a mi hermano.
La observe hablar con él y dibujar.
Mi hermano ya hablaba correctamente, con confianza. Yo me sentía mejor gracias a ella. Cuando terminó el dibujo mi hermano le agradeció y salió del lugar, Cindy se puso de pie y cerró la puerta con seguro, me miró
—En que estábamos —llegó a mi lado y le hice un espacio en mi cama.
—Acuéstate aquí y te lo mostrare —sonrió mientras lo hacía.



C.: Estuvimos a un paso.
J.: ¿Qué?
C.: Que estuvimos a un paso de que esto terminara.
J.: No dicen que hay solo un paso entre el amor y el odio.
C.: Que haremos con esto.
J.: Guardarlo de recuerdo, que más.
C.: No se lo has mostrado a nadie, cierto.
J.: Mm.
C.: Jet, no se lo has mostrado a nadie, ¿cierto?
J.: Claro que no, como podría, es privado.
C.: Aja.
J.: Sabes que Gustavo y Barbie son novios.
C.: ¿Por qué cambias de tema? Jet Farraguer a quien se lo mostraste.
J.: No se lo he mostrado a nadie, por Dios. Sabes que si seguimos así vamos a tener que escribir una segunda parte.
C.: Jajaja.
J.: No es gracioso.
C.: Esta bien, solo creo que estas inventando una excusa para meterte a mi cuarto, con eso de la reconciliación.
J.: ¿Funciono? Oye, piensa que pronto entraremos a la universidad, no tendremos mucho tiempo libre.
C.: Esta bien, creo que tienes toda la razón.
J.: Sabía que no te negarías. No, solo estoy bromeando. Cindy. Cindy.
C.: Deja eso y ven de una vez.
J.: A tus órdenes, cariño.
C.: Lo sé.



Fin.

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