jueves, 26 de junio de 2014

Proyecto de junio - El Mito

Hola, aquí les dejo un nuevo proyecto correspondiente al mes de junio de Adictos a la Escritura. En esta ocasión el tema era: EL Mito, escribir sobre uno de nuestra región. por esto, he decidido escribir sobre el Piuchén. encontraran un poco de información sobre el mas abajo y un enlace para los que deseen interiorizarse en el tema.

El Piuchén

El Piuchén (del mapudungun piwicheñ, “Secar a la gente”), también conocido como el Peuchén, Pihuchén, Pihuychén, Pihuichén, Piwuchén o Piguchén es una criatura perteneciente a la mitología mapuche, y posteriormente también reintroducida en la mitología chilota. Este ser legendario se conoce en el Norte Chico, Centro y Sur de Chile. Este mito es antiguo y es descrito como una culebra con alas, que sale a cazar de noche, alimentándose de sangre humana. Por eso al momento de la llegada de los españoles a América, los cronistas o historiadores lo describieron como un ''murciélago vampiro'' que es originario de Coquimbo.

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No tientes a tu suerte.

Si has oído hablar de él creerás como todos que no existe, que solo es un mito cualquiera. Pero yo, que fui tan incrédulo como tú, me veo en la obligación de contar esta historia, y no para hacerte cambiar de opinión, solo pretendo relatarte como un fin de semana cualquiera me di cuenta de que algunas cosas sí existen en realidad.

Era verano, uno caluroso en la zona, y viajaba solo como otras veces. Un día decidí acampar cerca de un río y pasar la noche allí. Hacía poco menos de tres horas que había visitado un pueblo en Chiloé y la curiosidad me había llevado a ese lugar.

Como muchas veces me dedique a oír a las personas de ese pueblo, sus historias, leyendas y mitos siempre me divertían. En esa ocasión oí una en espacial con más atención que las demás. Un grupo de hombres hablaban tranquilamente sobre este ser, un tal Piuchén, una criatura con forma de serpiente alada bebedora de sangre. Ellos me contaron que habitaba cerca de los lagos o ríos, y que se ocultaba en el día. También, al ver mis intenciones, me advirtieron que no tentara a mi suerte, que no era muy recomendable.


Aun así, horas después de acomodar todas mis cosas cerca de un río tomé una linterna y exploré los alrededores. Busqué señales de que algo raro habitara allí, pero solo vi animales diversos y pequeños que huyeron de mí al verme. Así que una hora antes de que oscureciera regresé a mi campamento para esperar. Si esta criatura no salía de día, quizás en la noche las cosas fueran diferentes.
No sé cuánto tiempo dormí, solo que un ruido me despertó. Me senté enseguida y presté atención a mí alrededor. Segundos después volví a oírlo. Un agudo silbido seguido de otros dos que casi enseguida llenó todo a mí alrededor. Fuera lo que fuera noté que se alejaba así que salté fuera de mi tienda con una linterna y comencé a buscar enseguida.

Corrí por un segundos siguiendo el sonido, alejándome del rio. Cuando deje de escucharlo me detuve y presté atención a lo que me rodeaba. Me agaché y usé la luz de la linterna para buscar alrededor. Y allí lo vi. No a la criatura, sino el lugar que al parecer era su hogar.

A dos metros de mí había varios árboles, enormes y viejos, pero uno de ellos llamó mi atención. Este era más ancho que los demás y algo oscuro cubría una parte de él, era algo que se escurría lentamente fuera de árbol. Sin ponerme de pie me moví hacia él para ver mejor. Ya cerca arrugué mi nariz ante el olor del excremento. Era eso lo que había allí, de un color rojo oscuro, muy parecido a la sangre.

Observé el árbol de arriba abajo notando que en otras partes también había esa cosa asquerosa y maloliente pero ya seca. Y mientras observaba volví a oírlo, muy cerca, demasiado. Tanto, que sentí que cada bello de mi cuerpo se alzaba y mi espalda se estremecía. El sonido era casi doloroso, como si búcara confundirme.
Ya nervioso preferí regresar a mi campamento. Con cuidado me giré y alcé un poco para alejarme, probablemente fue cuando me notó. Jadeé cuando algo agarró mi hombro y me alzó unos centímetros del suelo, la linterna cayó de mi mano apuntando justo en la dirección del árbol. Luche contra él y caí de frente al suelo.
Sorprendido me giré y me arrastré lejos del árbol, ahora levemente iluminado, y allí sí lo vi. Justo sobre una gruesa rama estaba la criatura más extraña y horrible que jamás había visto. No era más grande que un pavo pero su forma era extraña. Podía ver que tenía alas y que su cuerpo era largo, este estaba cubierto de maleza, pasto y tierra. Su cabeza tenía cuernos y era extrañamente enorme. La criatura me observó antes de abrir su hocico y mostrarme una fila de dientes filosos y largos, sangre goteaba de ellos.

De repente me sentí mareado y unos segundos después no pude moverme. Caí sobre el suelo sin sentir mi cuerpo, apenas podía ver y oír lo que pasaba a mí alrededor. Solo solté aire cuando el Piuchén se apoyo sobre mi pecho. Mi corazón latió tan rápido que creí que iba a explotar. Tenía miedo, yo lo sabia solo que no lo sentía en realidad, ya no sentía nada. Y supe que iba a morir, justo en ese lugar, al ver tan cerca ese rostro horrible y deforme.

Justo antes de que se alimentara algo llamó su atención. El Piuchén se alzó con sus alas y se alejó de mí. Tenso, tomé aire e intenté moverme pero algo me agarró de las axilas y me arraso hacia atrás. Quise pelear contra este nuevo problema pero solo me tranquilicé cuando varios hombres aparecieron a mí alrededor y me incorporaron. Estos llevaban antorchas y bolsos. Ellos hablaron entre sí, rápidamente, apuntaron el árbol y también a mí. Dos de ellos se quedaron conmigo mientras los otros se acercaron al nido del Piuchén. Sorprendido vi cómo lo examinaban y unos segundos después cubrían el árbol con una enorme tela gruesa y oscura. Cuando acabaron le prendieron fuego a ésta y se alejaron para ver. Lo último que recuerdo de esa noche fue el grito de la criatura, sus silbidos agudos y estridentes mientras intentaba huir de ese lugar.

Cuando desperté un hombre viejo, de piel morena y cabello ya blanco, me dijo que había tenido suerte, que todo lo que había sucedido solo sería un recuerdo más. Ahora sé que es así. Esa noche me salve de morir en manos de una criatura inexistente, de un mito, de un Piuchén, y por eso jamás volveré a tentar a mi suerte, porque ya no puedo saber qué es un mito y qué es real.

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