martes, 24 de diciembre de 2013

Un regalo de Navidad

Relato corto de El deseo de Bárbara por Navidad, esperó les guste, muchos saludos.




Bárbara suspiró y observó al grupo de hombres uno a uno.
—No puedo creer que no lo celebren —repitió por centésima vez.
Es que en verdad no podía creerlo. ¿Quién no celebra navidad?
—No es una costumbre nuestra —dijo Garrett con paciencia —sino de la tierra.
Volvió a suspirar y se cruzó de brazos como niña pequeña refunfuñando.
—Increíble —masculló.
Los cinco hombres se miraron entre si y luego a ella.
—Bien —dijo luego de otro minuto, se encogió de hombros —y yo que quería darles a cada uno un regalo especial.
Se puso de pie y pretendió que iba a salir de la habitación, casi sonrió cuando Alec agarró su mano para detenerla. Él la sentó sobre su regazo.
—¿Qué regalo? —preguntó enseguida.
—Ahora no lo sabrás, se los iba a dar por navidad —él observó al techo un segundo y luego a los demás.
—Y si … —lo tenía, pensó ella —… lo celebramos, si es tan importante para ti.

Ella sonrió suavemente.
—Te tiene amigo —dijo Isaac, Alec fingió no oírlo.
Sonriendo lo beso suavemente.
—Bien, si quieres celebrar Navidad conmigo, te daré tu regalo.
—Hey —dijo Altaír —yo también quiero y en la casa de mis padres también se celebraba.
—En la mía no —dijo Martin como si nada.
—En la mía tampoco —soltó Isaac y lo miro, se encogió de hombros —costumbre terrestre, a mi mama no le interesa.
—Pero a mi si —murmuró ella—la navidad se trata de compartir con tu familia, agradecer, y celebrar el nacimiento de Jesús, yo sé que ustedes no les importa pero a mí sí.
Puso cara de tristeza.
—Yo la celebraré contigo —murmuro Alec, le sonrió.
—Y yo —dijo Altaír.
—Bueno, yo también—se unió Martin.
Observó a los demás y asintieron.
—Entonces hagámoslos —dijo Garrett —celebremos Navidad.
—Prefecto —saltó fuera del regazo de Alec —voy a preparar todo.

La noche de Navidad Bárbara estaba terminando de ordenar la mesa para la cena. Había pasado varios días organizando todo y decorando la casa, incluso llevaba puesto un gorro rojo que logro conseguir.
Sonrió un poco al recordar los regalos para cada uno de sus hombres, y en especial el que tenía para justo esa noche, uno donde todos iban a participar.
Unos brazos la rodearon y suspiró. Martin besó su cuello suavemente.
—Lindo —murmuró.
—En verdad nunca has celebrado navidad —lo sintió negar con su cabeza.
—Pero creo que lo celebraremos de ahora en adelante —asintió y se giró para abrazarlo.
Lo besó suavemente hasta que él la apretó contra su cuerpo. Bárbara gimió cuando él la llevó a un lado para apoyarla contra la pared, luego de unos segundos se obligó a alejarse.
—Debes esperar por tu regalo de navidad —él se quejó pero la liberó.
—Lo esperaré con ansias.

Eran las 10 de la noche cuando todos bajaron a comer. Bárbara estaba usando un vestido largo para la ocasión, ella ya estaba en el comedor esperándolos a los 5 hombres para comer.
Al verla, cada uno de ellos se acercó para besarla intensamente.
Cuando estuvieron sentados sonrió al ver que cada uno de ellos se había puesto su mejor traje.
—¿Tu hiciste todo esto? —preguntó Alec al ver la comida.
—Sí, tuve que hablar con varias mujeres para recordar bien las recetas pero, al final pude hacerlo todo.
Los cinco le sonrieron.
El grupo paso un agradable momento, disfrutaron de la comida, de bromas e historias. Bárbara llevo una mano a su estómago por el dolor, cada uno de ellos contó algo divertido para la ocasión, incluso Martin. Cuando llegó su turno solo relató como una navidad, la primera que pasó siendo profesora, tuvo que cortarse el cabello muy corto porque un niño le había pegado un dulce en él, relató como sus amigas intentaron ayudarla pero solo fue peor y termino cortando puntas desiguales con una tijera.
Cuando acabó la cena ella se puso de pie y comenzó a recoger las cosas, todos la ayudaron en esa ocasión.
—Bien —dijo ella y puso sus manos apoyadas en sus caderas —ya van a ser las doce, en 10 minutos podrán abrir sus regalos.
—10 minutos —soltó Isaac y sonrió —y si nos adelantamos —comenzó a caminar hacia ella pero lo detuvo.
—No, 10 minutos, esperan a las doce antes de ir cerca del árbol, entiendes —todos se miraron entre sí.
Ella caminó hacia la salida.
—¿Dónde vas? —preguntó Altaír.
Le sonrió.
—A prepararme, a las doce —les recordó antes de salir de la cocina.
Bárbara corrió hacia su habitación, lanzó su ropa lejos sin importare nada y se puso su traje de señora Claus.
Había pasado días trabajando en él. Este consistía en un vestido corto rojo, con una camiseta delgada igual y un sombrero, zapatos de tacón alto negros hacían juego con el traje más una serie de accesorios delicados. Sonrió un poco al ver la cinta de regalo que hacía de collar y las cinco cuerdas delicadez que caían al lado de su muslo enfundado en panti medias.
Luego sonrió aún más al saber lo que pasaría cuando cada uno de ellos tirara de esas cintas.
Cuando notó que faltaban segundos para las doce corrió escaleras abajo y llegó justo a tiempo al lado del árbol y la chimenea, que Garrett había agregado a la casa por petición suya hacia poco.
Se arregló la ropa y obserbó la comida a un lado y las copas junto a la botella de vino blanco, el chocolate está en su lugar, también las frutillas y los reglados.
—Todos listo —susurró y esperó.
Solo tuvo que contar hasta 5 cuando la puerta se abrió y cinco increíbles hombres ingresaron a la habitación.
Bárbara se obligó a relajarse, no estaba nerviosa, estaba ansiosa, quería sorprenderlos como esperaba.
Altaír fue el primero en llegar frente a ella y observó todo a su alrededor, cuando sus ojos se posaron en ella tomó aire suavemente. Sonrió.
Alec lo siguió y este solo la miró a ella, Martin e Isaac se pararon al lado de sus amigos y por último Garrett apareció. Este sonrió suavemente ante la escena.
—Increíble —dijo Alec luego de un segundo.
Todos asintieron de acuerdo.
—Cariño —murmuró Garrett —hiciste todo esto para nosotros.
—Sí, lo hice —ella cerró los ojos cuando fue bombardeada con esa sensación cálida y dulce, estaba acostumbres a eso cuando uno o dos de ellos la hacían sentir así, pero con los 5 siempre sentía como si entraba a una habitación llena de dulce de azúcar. Amaba el dulce de azúcar.
—Podemos abrir nuestro regalo —preguntó Isaac sonriendo.
Ella se mordió el labio.
—Antes —apuntó las copas —un brindis.
Bárbara les sirvió uno a uno. Cuando los 6 tuvieron una hicieron un círculo.
—Por esta familia —dijo ella con suavidad —la mejor cosa que me ha pasado en mi vida.
—Por la familia —repitieron todos y justo antes de beber Alec agregó.
—Por Bárbara —lo miró —quien es el corazón de este hogar.
—Por Bárbara —dijeron todos sonriendo y bebieron.
—Ahora —ella dejó la copa a un lado —les tengo dos regalos a cada uno.
Todos la observaron fijamente.
—Uno de ellos está bajo el árbol —nadie lo miró —y el otro aquí.
Tomó las cinco cuerdas.
—Entonces, yo deseo abrir primero, el que tengo frente a mí —dijo Altaír.
Bárbara sonrió y le indico que tomara una cuerda. Luego de eso cada uno de ellos tomo una de ellas sin decir nada, era obvio lo que deseaban.
—Jalen a la cuenta de tres —les instruyó.
—A la una—ella sonrió—a las dos—llevó ambas manos tras su espalda— y a las tres.
Los cinco hombres jalaron las cuerdas y su traje se deshizo en un mar de paños de seda roja.
Bárbara observó la expresión de cada uno de ellos satisfecha. Ahora, solo estaba usando las medias, el portaligas y los zapatos. Nada más. Todo el resto de su cuerpo estaba desnudo.
Cuando sintió algo en su cuello arrugó su frente.
—Esto no debía quedarse aquí —intento quitársela pero una mano la detuvo.
Isaac tragó antes de hablar.
—No cariño —su voz estaba ronca —déjatela. Me encanta como se ve en ti, un regalo maravilloso.
Ella tomó aire al oírlo. Luego se estremeció al sentir sus dedos en su piel y como la tomaba de la mano y la llevaba al centro del grupo.
Cada uno de ellos la observó por varios segundos, sin decir nada o moverse.
—Me encantan estas cosas —murmuró con voz ronca Alec y tocó con dos dedos el portaligas —los terrícolas tienen mucha imaginación.
Ella suspiró al sentir la punta de sus dedos en su cadera.
—Y no llevabas ropa interior bajo ese traje —murmuró Altaír.
—No me he puesto ropa interior en toda la noche —le respondió.
Oyó gemir a Garrett y lo miró.
Él levantó una mano y acaricio su cuello, otras manos, las de Martin, llegaron a su cadera, mas manos se unieron a las caricias y cerró los ojos.
No le importó quien o donde, pero podía sentir las caricias de toda en su piel. Habían manos en su espalda, en sus brazos, sus caderas, sus muslos, su trasero. Manos que acunaban sus pechos y acariciaban sus pezones mientras otras separaban sus piernas.
Luego alguien la alzo y abrió los ojos para ver que Garrett la llevaba al centro de la habitación, él la deposito con cuidado sobre la mesa del centro mientras todos la rodeaban.
—¿Ya estas húmeda cariño? —murmuró Isaac en su oído, solo asintió —déjanos verte, abre las piernas.
Ella gimió y lo hizo. Separó las piernas sobre la mesita y jadeó cuando unos dedos la acariciaron enseguida.
—Si —dijo Martin y lo miró, él se llevó dos dedos a s boca —esta húmeda —dijo luego de lamerlos.
—A ver —dijo Alec y también la tocó, volvió a gemir cuando los demás lo imitaron.
Cada uno de ellos la tocó y acaricio, luego llevó los dedos a su boca para saborearla.
—Adoro tu sabor dulce—murmuro Alec y lo miró, sentía la boca seca —podría comerte toda la noche —el volvió a tocarla y los demás también.
Bárbara cerró los ojos y solo los dejo hacer. Cuando dos dedos entraron a su cuerpo gimió y jadeo, separó más las piernas para darle mejor acceso.
—¿Qué deseas esta noche cariño? —dijo Garrett, estaba a su lado, aun vestido.
—A cada uno de ustedes —jadeó —como lo deseen.
Él se agachó y afirmó su rostro, antes de besarla murmuró.
—Entonces así será, cada uno de nosotros te va a tomar esta noche y te hará gritar —con eso por fin la beso.
Bárbara gimió contra sus labios y su lengua. Garrett la besó como solo el sabia, dulcemente pero con intensidad. Un segundo después, ella gimió contra su boca cuando sintió a alguien invadir su cuerpo, supo de quien se trataba segundos después por los necesitados empujes.
Intentó alejarse de la boca de Garrett pero él no la dejó así que solo lo besó con más desesperación.
Oyó a Martin gemir y aumentar sus empujes, y cuando  alguien tocó su nudo y dos bocas aparecieron sobre cada uno de sus pezones gritó y se corrió.
Ninguno de ellos la liberó luego de que Martin también se correría, Garrett solo dejó su boca cuando volvieron a invadir su cuerpo, y ella tuvo que respirar abrumada. Observó por un segundo a Altaír y Alec agarrados a cada uno de sus pechos, Martin está a un lado terminado de desvestirse y por último observó a Isaac ya desnudo entre sus piernas, empujando lentamente.
Gimió.
Él también la miró  y sonrió enseguida. La penetró un par de veces antes de meterse un dedo a la boca y salir de su cuerpo. Bárbara tomó aire al sentir como acariciaba su ano.
—Sabes cuándo amo follar este lindo culo —ella gimió al oírlo.
Toda mujer necesita de palabras sucias aunque sea una vez en su vida, a ella también le gustaban de vez en cuando e Isaac parecía siempre saber cuándo decirlas.
Él metió un dedos en su trasero lentamente, ya estaba acostumbrada a esto, solo le tomaba unos segundos relajarse por completo para dejarlo hacer. Solo cuando él vio que no sentiría dolor se alineo con su cuerpo y la penetró.
Bárbara jadeo y arqueo la espalda. Altaír y Alec nunca se detuvieron.
Isaac separó más sus piernas y comenzó a moverse dentro y fuera de ella. Lo escuchó gemir y lo imitó.
—Martin —gruñó Isaac —ven aquí.
Lo vio cercarse.
—Pon dos dedos dentro de ella, siéntela—él lo hizo y Bárbara jadeo al igual que Martin.
—Dioses, esta tan apretada—Martin la acaricio y ella sintió como comenzaba a crecer de nuevo el orgasmo dentro de ella.
Unas manos tocaron su rostro y observó a Garrett desnudo a su lado. Enseguida lo atrajo hacia sí y él se guio dentro de su boca, gimió.
Bárbara chupó a Garrett casi ansiosamente, como si lo necesitara y en verdad lo hacía. Concentrarse en darle placer a él la hacía retrasar su propia liberación. Ella deseaba correrse de nuevo cuando ambos lo hicieran. No tuvo que esperar mucho.
Isaac ato sus empujes, igual de desesperado que ella por correrse pero, fue Garrett, al sentir como Bárbara lo acariciaba con su lengua y lo chupaba, el primero en irse. Cuando él acabó y el pulgar de Martin acaricio su nudo ella se corrió. Liberó el sexo de Garrett y casi grito al alcanzar su liberación. Isaac la siguió enseguida al sentirla.
Segundos después aun jadeaba. Alec y Altaír por fin liberaron sus sensibles pezones y la miraron esperando su turno.
—Un segundo —jadeo.
—No cariño —dijo Alec  y le ayudo a sentarse sobre la mesita —ahora es nuestro turno.
Ella gimió pero no de cansada, también los quería a ambos dentro de su cuerpo.
Alec la levantó y la guio hacia el sofá. Altaír la esperaba allí, luego de sentarse a horcajadas sobre él supo lo que ambos querían.
Con cuidado, dejo que Altaír se guiara dentro de su cuerpo. Suspiró antes de montarlo suavemente. El medico gimió contra su oído y afirmó su cadera para detenerla, un segundo después Alec estaba tras ella, guiándose dentro de su trasero con sumo cuidado.
Jadeo al sentirlos a ambos, quieto y duros.
—Muévanse —rogó al ver que ninguno hacia nada.
Luego gimió y se estremeció.
Ambos la tomaron lentamente, saliendo cuando el otro entraba. Solo aumentaron su velocidad cuando ella les rogó que lo hicieran. Con eso, Bárbara apoyo la frente contra el cuello de Altaír y se meneo suavemente entre los dos, como si no pudiera quedase quieta.
Luego tomo aire con fuerza cuando Alec tomo cada pezón con sus dedos y los apretó. Estaban tan sensible que sintió la caricia como si fuera su boca. Ellos siguieron moviéndose, más rápido y profundo hasta que ella grito su liberación y se estremeció de pies a cabeza.
No se dio cuenta cuando ambos se corrieron, solo supo que la estaban recostando sobre el sofá y que había alguien que aun deseaba dentro de ella, no solo su boca.
Bárbara busco  a Garrett y lo llamó enseguida.
Él se acercó y la besó con dulzura.
—También te quiero a ti —murmuró contra sus labios, abrió sus piernas para él.
—¿Estas segura? —asintió enseguida y él gimió.
Garrett se subió sobre ella y se acomodó sobre su cuerpo. Solo que primero se dedicó a acariciarla, a besar su piel antes de penetrarla. Él la tomó con más lentitud, se tomó su tiempo para disfrutar de su cuerpo y la llevo a un orgasmo que duro segundos. Cuando lo sintió acabar sonrió un poco y besó su mejilla y luego de boca.
—De ahora en adelante celebrar la navidad será una tradición en esta familia—dije él.
—Así sea —soltó Alec.
—Estoy a favor de eso —escuchó decir a Altaír.
—Viva la Navidad —suspiró Martin.
Como Isaac no dijo nada miró a un lado para verlo. Sonrío suavemente al ver que tanto él como los demás volvían a estar listos para ella.
—¿Cuánto tiempo te tomara estar lista para la segunda ronda? —preguntó él.
Garrett rio contra su cuello antes de besarlo y levantar la cabeza para observarla.
—Solo dame un minutos y que alguien me traída una toalla húmeda y estaré lista, adivina lo que tomé antes de la cena de Navidad—todos gimieron haciéndola reír.
—Ire por esa toalla —dijo Garrett y se levantó.
—Ya amo Navidad —dijo Alec.
—Navidad ha pasado a ser mi tercer día favorito del año —dijo Altaír.
—¿cuáles son los dos primeros? —preguntó.
Él la miró y sonrió.
—El segundo es tu cumpleaños, te encanta hacer esto ese día —ella asintió  enseguida y todos rieron —y el primero es mi cumpleaños.
Bárbara rio.
No podía negar eso, debía ser su día favorito si ella como regalo le daba las 24 horas de ese día toda su atención. Ella no estaba con ninguno de los demás hombres de su familia durante ese tiempo, así se aseguraba de que todos tuvieran un momento con ella a solas.
—Basta de tanta conversación —dijo Martin, Garrett regresó en ese momento y la limpio —ya todos hemos establecido este día como favorito pero, concentrémonos en el ahora y que aún queda Navidad.
Ella se levantó y le sonrió, luego jadeo al ver por la ventana.
—No puede ser —susurró y observó las pequeñas motas de nieve caer —está nevando.
Se puso de pie y camina hacia la venta para ver fuera.
—Martin—dijo Garrett —¿tu hiciste esto?
Bárbara lo miro y él se encogió de hombros.
—Me pareció adecuado, mi regalo de navidad.
Ella le sonrió con más ganas y miró fuera feliz.
—Es perfecto —susurró.
—Espero que nuestros regalos también te hagas sonreír así —dijo Isaac.
Ella lo miró y caminó hacia ellos, primero se detuvo a quitarse los zapatos.
—Conociéndolos a cada uno de ustedes no solo me harán sonreír, me encantaran.
Él sonrió y la atrajo hacia su regazo.
—Ya aclarado ese punto debemos continuar.
—Claro que si —susurró ella y besó su mentón.

No hay noche como la de Navidad, pensó ella mientras besaba a Isaac y alguien besaba su espalda, ni nada como su familia en Nuevo Edén.

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