martes, 5 de noviembre de 2013

A un paso del amor, Tercera Parte, Capitulo 4.



Tercera Parte
La triste verdad
Capitulo 4


***

J.: Mentiste.
C.: Sí, lo hice, pero sobre que específicamente.
J.: En verdad pensaste que todo iba a acabar así como así, que íbamos a tener…pasar la noche juntos y que luego yo me desentendería de ti, de todo.
C.: Sí, lo hice en ese momento. Solo quería que todo acabara.
J.: En verdad no sabíamos nada del otro, no nos conocíamos, no como creí.
C.: Lo sé.
J.: Ahora es mi turno.

***

Llegue al hotel nervioso, en extremo, sabía lo que iba pasar, lo deseaba mucho pero también le temía. Y si no era lo suficientemente bueno para ella, si no le gustaba. Tenía que hacer que esta noche fuera la mejor para ella, olvidarme de lo que yo deseara y solo concentrarme en Cindy.
La observe por el espejo del elevador, ella solo miraba la nada, perdida en sus pensamientos. Sabia, desde hacía mucho tiempo que algo iba mal, que algo le molestaba. Ella me miro por el espejo y sonrió, eso me relajo, era como si la chica que amara regresara de un viaje. Tome su mano con la mía y acaricie su piel con mi pulgar, ella se apoyó en mí y suspiró.
Llegamos a la habitación, abrí la puerta y la deje entrar, la seguí.
La habitación era sencilla pero con una bonita vista, había una cama grande al medio del lugar, sillas, muebles y un televisor, otra puerta llevaba al baño. La observe caminar por el lugar y pasar sus dedos por unos de los cuadros. Llegue a ella y la abrace por la espalda.
—¿Estas bien?—pregunte, ella asintió.
—Un poco nerviosa—dijo.

—No lo estés, sabes que puedo esperar todo el tiempo que quieras—ella se volteó  y me miró.
—No me deseas—pregunto.
—Más que al aire—le dije, sonrió suavemente y se acercó a mi hasta besarme, la afirme de la cintura.
Ella paso sus dedos por mi cabello, bajo por mi cuello y llego a mi chaqueta, la empujo fuera de mí, la ayude un poco y la deje caer al suelo. Caminamos lentamente hasta la cama mientras desabrochaba mi camisa, yo moví mis dedos por la piel de sus brazos, acaricie su cuello, su mentón sin dejar de besarla. Cindy terminó de desabrochar mi camisa y la yema de sus dedos acariciaron mi piel, me estremecí, ella me abrazo por debajo de la tela y yo solo la acerque más a mí, tanto como pude.
Llegamos al lado de la cama, ella se subió y se movió hasta el centro, donde me espero sentada en sus rodillas, me quite mis zapatos y llegue a su lado. Nos besamos en seguida, con más urgencia esta vez, jadee un poco y tome su rostro entre mis manos.
—Tenemos toda la noche, cariño.
—Yo te quiero ahora—murmuro y gemí, volvimos a besarnos y esta vez lleve mi mano al cierre de su vestido, lo baje lentamente, hasta que este resbalo por sus hombros y me mostro que llevaba un sostén sin tirantes.
Me acerque a ella y bese su cuello, su hombros y un camino hacia el otro, mordí muy suavemente la piel que estaba sobre uno de sus pechos y ella se estremeció.
—Jet—murmuró y volví a besarla.
Ahora su lengua saqueo mi boca, con urgencia, necesidad, pero con algo más que no pude identificar, algo que me costaba entender, y sabiendo que la tenía casi desnuda delante mío no me ayudaba a pensar precisamente.
Sus manos se movieron a mi pantalón, alcanzaron mi cinturón y cuando la sentí jalar con fuerza comprendí que algo andaba muy mal y que debía detenerla.
—Cindy—la llame, ella me calló con un beso, abrazándome por mi cuello, al cabo de unos minutos pude alejarme de ella, quería mirarla a la cara pero oculto su rostro en mi cuello y bajo sus manos hasta abrazarme. —Cindy, cariño, ¿qué pasa?
Ella se estremeció y jadeo, pero no fue como esa vez pasada, cuando había provocado ese sonido en ella con mis besos y caricias. Este jadeo salió como si no pudiera respirar,  como si algo no la dejara.
—Cariño, me estas asus… —se tensó a mi alrededor.
—No lo hagas—dijo, su voz sonó quebrada, dolida—no me digas cariño, no ahora—apretó su agarre.
—¿Qué pasa?—pregunte, me estaba asustando seriamente, intente alejarme pero me lo impidió.
—Solo estoy tratando de darte lo que quieres—sus manos tomaron mi camisa y se cerraron.
—Cariño…
—No.
—Cindy—me corregí—sabes que puedo esperar, que esto no tiene porqué pasar ahora—ella se rio, no con amabilidad, no relajada, se rio fríamente, sin un ápice de humor.
—No tiene que pasar—repitió y no pude soportarlo, la agarre de los hombros y la aleje de mí.
Me congele al ver su mirada. No pude moverme al ver sus siempre dulces y adorables ojos castaños congelados y fríos, ya ninguna emoción había ahí.
—Por Dios qué pasa—pregunte, ella solo me observó, al cabo de un momento dejo caer sus manos a sus lados. Una lagrima cayo por su mejilla y ella se alejó de mi bruscamente, al sentirla la vi quitársela con rabia, casi como si la odiara, fue la única que vi caer.
—No puedo—dijo mirando alrededor—no puedo hacerlo—murmuró.
—No…entiendo—intente decirle algo, pensar en algo que me explicara esto, nada venía a mi mente.
Me miro un segundo y luego se alejó, se puso de pie y subió su vestido, la imite solo que a mí no me importo tener la camisa abierta, quise llegar a su lado pero ella dio un paso atrás con la mano estirada deteniéndome, obedecí.
—Tienes que decirme que tienes, no logro comprender esto—la apunte con mi mano— ¿qué pasa?—pregunte impotente.
Ella suspiró y negó.
—No te lo imaginas—dijo subiéndose el cierre del vestido.
—¿Que debería imaginar?—me miró fijamente y lo supe enseguida, como si un rayo me hubiera caído directamente con todo su poder, fue tan real la sensación que por un segundo me sentí mareado.
—Veo que si lo sabes—dijo ella y se puso sus zapatos.
—Cindy—susurre, esto no podía estar pasando, no ahora, no aquí, no así, no con ella, por favor.
—Qué—dijo y esperó—que me vas a decir, con que vas a justificar esto.
Negó y paso a  mi lado, tomo su chaleco y se acercó a la puerta, solo el miedo a perderla me hizo moveré y tomarla del brazo, se alejó de mi tan bruscamente que di un paso hacia atrás.
—No me toques—dijo molesta—he soportado que me toques por demasiado tiempo.
—Hace cuando que lo sabes—tenía que hacer que se quedara, hasta que pudiera pensar en algo que decir, algo que explique lo que hice, algo que sea lo suficientemente bueno para que me perdone.
Ella me observó unos minutos, miró hacia otro lado y respondió.
—Hace como un mes—asentí, ahora lo entendía, su comportamiento extraño, todo.
—Por qué seguiste…—apunte entre los dos.
—¿Por qué no?—dijo ella, se encogió de hombros—creo que solo quería ver si serias capaz de llegar aquí, a esto—apunto la habitación con su rostro, trague, sentía la garganta seca.
—Yo no…debes escucharme… yo no quise…
—Qué cosa, dímelo, que escusas vas a usar—ella espero—no tiene explicación,  tu solo hiciste una apuesta con Gustavo afirmando que te acostarías conmigo, bueno, no conmigo, si no con una chica del grupo de los microbios, antes que terminara el curso, que mejor oportunidad que hacerlo la noche del baile de fin de año, como se explica eso.
—Yo…no…—negué, por qué no podía pensar correctamente.
—Debo decir que te esforzaste mucho, las citas, los paseos, los detalles, el que me dijeras que me amas—ella miro el piso— que me defendieras de tu ex novia sicótica, debió ser muy horrible para ti tener que hacer todo eso, tener que besarme, que los demás te viera conmigo.
Negué enseguida.
—No es así—dije.
Ella se movió hacia la puerta y quise seguirla, la abrió y se detuvo, no me miró.
—Dime solo dos cosas, se sinceró en eso por lo menos—esperó y me miró—Tomas y Liz, él también…—negué enseguida.
—Para nada, no es así, a él en verdad le gusta tu amiga, la quiere mucho.
—No me mientas en esto—arrugó su frente—no voy a permitir…
—No miento, créeme, a él le gusta de verdad—me miró un segundo y luego asintió.
—Dime qué hubiera pasado después—la miré detenidamente— si yo no me hubiera enterado, si me hubiera acostado conmigo, cuando tiempo esperarías para terminar conmigo o ni siquiera hubieras hecho eso, y solo me hubieras dejado.
Cerré los ojos unos segundos y me senté en la cama.
—Nada—le dije—no hubiera pasado nada de lo que dices, si hoy nos hubiéramos acostado me hubiera sentí el hombre más afortunado del mundo, te hubiera dicho cuanto te amo—ella negó—lo cual es verdad y hubiera hecho todo lo posible para permanecer a tu lado mucho tiempo.
—Sí, claro—dijo y negó, me puse de pie.
—Debes creerme en eso—pedí—yo si hice esto por una apuesta, pero luego me enamore de ti. Me costó asimilarlo porque con nadie, ni siquiera con Bárbara me sentí así, bien, feliz—lleve mi mano a mi pecho—te amo Cindy, no lo hice desde el principio pero lo hago ahora, más que a nadie.
Solo me miro, sin decir nada.
—No te creo—dijo.
—Es la verdad, aunque no quieras aceptarlo, te amo—ella negó, di un paso en su dirección, al verme salió rápidamente al pasillo y camino al ascensor, la seguí—Cindy—la llame—por favor.
Ella se detuvo delante del ascensor llamándolo repetidas veces, me pare detrás de ella y se congelo.
—Te amo—le repetí, si valiera de algo se lo diría siempre—debes creerme, por favor.
—Y que si te creyera—dijo—eso no cambia nada, no me hace sentir mejor, no me hace olvidar el dolor que sentí el día que lo supe.
—Qué día, dímelo—pregunte.
—Hablabas con Gustavo en el camerino, luego de que ganaste la final—solté aire al recordar esa conversación.
—Entonces no escuchaste lo que hable con él, completamente.
—¿Que más tenía que oír?
—Ese día le dije que se terminaba la apuesta, que no iba a seguir con ese juego.
—Seguiste saliendo conmigo—dijo tensa, el elevador llego y ella dio un paso en su dirección, detuve las puertas, no se giró a verme.
—Lo hice porque lo deseaba, porque mucho antes de eso me había dado cuenta de que te amo, hable con él para acabar con esa apuesta, pero no contigo, no podía, te amo demasiado.
No dijo nada, no se movió, solo me dio la espalda y hubiera preferido que se fuera así. Cuando se giró, lo único que vi en su rostro fue decepción, una enorme y gran decepción. Di un paso alejándome de ella y las puertas del ascensor, estas se cerraron separándonos, aún más de lo que ya sentía que lo estábamos.
Regrese a la habitación perdido, sin saber qué hacer, observe el cubrecama arrugado donde habíamos estado, considere que se burlaba de mí. Abotone mi camisa, me puse el resto de mi ropa y salí del lugar. No espere el ascensor, use las escaleras.
Afuera del edificio miré en todas direcciones sin saber dónde ir, no quería regresar a mi casa, no quería regresar a la fiesta, solo…la quería a ella a mi lado, tanto que era doloroso.
—Tengo que hacer algo—murmure, tengo que hablar con ella, no puedo dejar que las cosas solo terminen así, como si nada, yo sabía que ella me amaba, bueno, lo esperaba, yo la amaba, no iba a dejar esto, no iba a rendirme sin siquiera pelear por ella.
Con esa idea me sentí mejor, quizás tenía una oportunidad, tenía que encontrarla.

No hay comentarios:

Publicar un comentario