viernes, 29 de agosto de 2014

Brian - Relatos cortos, serie nuevo Edén, Ellos.


Serie nuevo Edén
Relatos cortos
Brian observó al general Gutter varios segundos sin saber que decir.
—Debes estar allí a las dos —dijo él con tranquilidad.
—Eso quiere decir que seré asignado a una mujer —dijo, ni siquiera era necesario preguntarlo.
El General solo lo miró.
—Esta ocasión es especial, fuiste seleccionado pero sabrás más de ello en la reunión, como los demás.
Miró alrededor un segundo.
—¿Y cuántos somos? —se puso de pie y caminó hasta la ventana.
¿No debería sentirse emocionado por ello?, por fin seria asignado a un mujer y eso era algo bueno. Solo que no sentía nada, ya se había acostumbrado a estar solo, ahora le parecía muy raro pensar en tener compañía.

—Lo veras en la tarde—. Miró al General—. Ve—. Él apuntó la puerta.
Brian tomó aire y luego lo liberó.
Sin mirar al general salió de su oficina y caminó por el largo pasillo hasta el elevador. Ya fuera del edificio se dirigió sin prisa a la reunión que tenía con otros hombres para saber sobre la mujer que fue asignado. No podía negar que era extraño esto, normalmente se entraban el mismo día que la mujer, no antes, pero con todo lo que estaba pasando tampoco era para tanto.
Cuando llegó a la sala de reuniones un hombre abrió la puerta para que pasara enseguida. Se congelo cuando vio a tres hombres más allí. Pero no por el número, sino por dos de ellos.
No puede ser, pensó.
Brian observó a su hermano menor sentado al lado de su amante como si nada. Sintió una punzada dolorosa en el pecho al saber y darse cuenta de que ambos habían tenido la suerte de ser asignados a la misma mujer, y se sintió a un peor al saber que él lo había sido también a ella, que sería testigo de esa relación.
Tragándose el nudo en su garganta caminó hacia la otra silla más alejada de todos, quienes los observaron, su hermano apenas lo reconoció y no le extrañaba, así años que la relación se había roto y sabía que por su culpa.
El hombre tras el escritorio suspiró y lo miró, era uno de los ancianos del consejo.
—Como imaginan a ustedes cuatro se les hicieron las pruebas correspondientes y fueron asignados a una mujer —todos esperaron, de reojo vio a Alex y Yerie observarse un segundo —pero hay algo especial en esa ocasión.
—¿Cuál? —preguntó el otro asignado, un hombre que no conocía.
—Como saben ustedes tienes el derecho a negarse a aceptar tal asignación —él los miró a todos  —es muy raro que alguien lo haga, pero deben tener en cuenta un asunto aquí antes de aceptar o negar esto.
Él tomó un papel y luego lo giró. Brian observó a una mujer muy hermosa allí, sonriendo con suavidad. Fue Yerie quien estiro una mano para poder tomar la imagen y estudiarla más de cerca, luego se la entregó a Alex, cuando Alex se la tendió a él se negó y esta paso al otro hombre.
—Su nombre es Leslie, llego arias semanas—. Lo miraron enseguida, menos Alex que solo esperaba.
—¿Por qué lleva tanto tiempo sin tener asignados? —preguntó Yerie.
—Porque los médicos se dieron cuenta de que ella no puede tener hijos.
Hasta él se sorprendió por eso, no podía negarlo. Cuál era la probabilidad de que una mujer que no podía tener hijos llegara a un mundo donde era tan importante tenerlos. Y cuál era la probabilidad de que justo él fuera asignado a ella, pensó agotado.
—Por esto nos están preguntando —dijo Alex con el ceño fruncido.
—Sí —contestó el hombre—, si es su deseo serán asignados a ella pero deben saber que al aceptarlo aceptan el hecho de que no serán padres —él los estudio a todos —y saben que no hay vuelta atrás, una vez lo acepten, será para siempre.
Brian observó a su hermano mirar a Yerie, quien asintió. El otro hombre siguió observando la imagen hasta que le dejó sobre el escritorio y se puso de pie.
—Mi respuesta es no —soltó enseguida, todos lo miraron fijamente —puede que sea asignado a otra mujer mas adelante, prefiero esperar.
El anciano asintió con suavidad.
—Si es tu deseo, se respetara.
El hombre asintió y luego abandonó la habitación, nadie dijo nada.
—Yo si acepto —dijo Yerie enseguida —no es un problema para mí.
—Para mí tampoco —dijo su hermano —también acepto.
Todos lo miraron a él.
Así que su hermano y su amante se unirían a una mujer que no podía tener hijos. Irónico, pensó.
¿Pero el aceptaría estar allí?, ¿podría ser capaz de soportar algo así?
No, pensó, lo supo enseguida. Prefería seguir solo, dolía menos.
—No —dijo y se puso de pie, no dio más explicaciones, solo salió de la habitación sin mirar atrás.
***
Meses después
Brian observo al grupo de mujeres recientemente secuestradas pasar por delante de él. Suspiro antes de comenzar a caminar hacia la oficina que el líder de los rebeldes mantenía allí, bajo tierra. Se preguntó por un segundo que haría después de esto. Ya llevaba meses infiltrado en ese lugar, y sabía que muy pronto acabaría, apenas en un par de horas. Y luego, que haría, no podía siquiera pensar en o hacer nada.
Cuando dos de los supuestos rebeldes llegaron junto con él a la puerta se miraron entre sí, ninguno dio muestras de conocerse de antes aunque él fuera el líder de ellos dos en el ejército.
Mat apareció justo cuando el pretendía abrir la puerta.
—Señores —dijo y lo miraron —que bueno que estén aquí, les tengo unos regalos.
Ninguno dijo nada.
—Son un poco difíciles de llevar pero sé que ustedes podrán ser capases de controlarlas, solo necesitan mano dura, ya saben —él sonrió e ingresó en la habitación.
Brian arrugó su frente y miró a los hombres, uno de ellos volteo sus ojos y el otro se encogió de hombros.
Brian siguió dentro de la habitación a Mat y yo a cuarto mujeres jadear, se detuvo frente a ellas como las demás mientras las observaba. Luego apretó la mandíbula al conocer a una de ellas.
Maldita sea, pensó al ver a Leslie, la mujer de su hermano, y que una vez pudo haber sido la suya, justo en frente de todos ellos, con tres mujeres detrás y una de ellas embarazada.
No le presto mucha atención a la conversación que mantenían Mat con ellas, solo comenzó a pensar en que tenía que sacarla de allí pronto. Cuando el hombre dirigió su atención a ellos lo miro.
—Se los dijes, tendrán que ser rudos con ellas, hay que quitarles algunas costumbres —soltó Mat.
—¿Entonces ellas serán? —dijo él y las examinó pretendiendo estar aburrido.
—Sí —dijo Mat—, elijan la que quieran y llévensela.
—¿Qué pasara con la embarazada? —preguntó otro soldado y la miro.
—Ella es mía, ya arreglaré ese problema luego—soltó como si nada Mat, Brian tuvo deseos de dispararle enseguida.
—¿Qué? —jadeo ella.
Cansado decidió cortar con todo eso rápido.
—Tú —llamó a Leslie—, ven aquí —esta no se movió —no me hagas ir por ti, te aseguro que no te gustaría.
Luego de observar a sus amigas ella se acercó y se detuvo a un metro de distancia, camino hacia ella y la observo de pies a cabeza.
—Me quedaré con esta —dijo.
—No entiendo para que alguien podría quererla—Brian solo lo miro.
—No la quiero para ser padre —soltó como si nada, la mujer se estremeció. De reojo notó a una de sus amigas caminar hacia ella para darle apoyo y solo por un segundo se sintió mal por hablar así, desechó esa sensación enseguida.
Los demás eligieron una mujer como él y al acabar salieron de la habitación. Mat decidió quedarse con la que estaba embarazada. Él caminó hacia el hombre.
—¿Mataron a sus asignados? —preguntó como si nada.
—No, me sirven vivos, ya sabes.
—Entonces hablaré con ellos, se quiénes son sus asignados —volvió a mirar a las mujeres —y lo que pueden hacer por nosotros si quieren que sigan vivas.
Cuando él presencia salir de allí Leslie habló y le preguntó cómo es que sabía sobre ella.
La miró a los ojos antes de responder que ese hecho se lo informaron a los hombres que serían asignados a ella. Segundos después comprendió lo que le decía.
—Tú no eres mi asignado —dijo la mujer —pero fuiste uno de los que no quisieron serlo —susurró.
Se burló de ella y su hermano como si nada, dijo que no le interesaba estar con una mujer así, que sentía vergüenza de su hermano, allí ella volvió a sorprenderse al saber que lo era.
—No es interesante —soltó luego de que una de ellas lo insultara y con derecho —mi hermanito y su amante asignados a una mujer que no sirve.
La mujer volvió a estremecerse por sus palabras.
Se alejó del grupo mientras Mat y ellas discutían sobre su plan, su venganza, que él también consideraba muy estúpida. Les prestó poca atención mientras hablaban hasta que Mat se acercó listo para golear a Leslie. Él desenfundo su arma justo en el segundo que todo se estremecía alrededor y allí supo que todo había acabado.
Cuando sintió que la puerta se abrió disparo enseguida hiriendo y matando a varios rebeldes que pretendían llegar con Mat. Luego de oír un disparo se giró para ver a la mujer en el suelo herida y a Mat apuntándole, sin pensarlo le disparo. El hombre gritó por el dolor.
Mat se giró hacia él para dispararle pero al ver que no hacía caso de su advertencia volvió a dispararle matándolo esa vez.
Tomó aire cuando el hombre cayó al suelo y observo a las amigas de Leslie rodearla. Al ver que ello lo miraba sintió que su pecho se oprimía de dolor. Corrió fuera del lugar, porque necesitaba alejarse de ella, además de pedir ayuda médica.
Fue horas después que todo acabo que él tuvo tiempo de pensar otra vez, estaba en el hospital cuando se enteró de que la mujer de su hermano estaba allí. Sus pies se movieron hacia su habitación por propia voluntad. Y solo se detuvo al ver a decenas de personas fuera esperando. Las mismas mujeres estaban allí, probablemente sus asignados, además de su hermano y su amante.
—Tú —jadeo la mujer embarazada y se novio hacia el rápidamente, con intención de golpearlo.
—Ey —uno de sus asignados la agarró antes de que llegara cerca y la alejo—, calma, cariño.
—No —gruñó esta—, sabes lo que le dijo a mi amiga, Garrett —lo miró a la cara —que no serbia, que no quería estar cerca de ella ni de sus asignados, rechazo a mi amiga porque no puede ser madre—. Él observó cómo los ojos se le llenaban de lágrimas y apretó la mandíbula.
Decenas de pares de ojos lo observaron entre sorprendidos y molestos.
—Bárbara —soltó otra mujer irritada.
—No te atrevas, Jenna —dijo esta —ella también es mi familia, como lo son todos aquí ahora, y todos tenemos derecho a preocuparnos por ella, es lo que hacen las familias.
La mujer suspiró y sonrió con suavidad antes de asentir.
Cuando lo miraron se sintió como un bicho siendo aplastado.
—Te atreviste a insultarla —dijo Yerie, lo miró —con todo lo que estaba pasándole no te fue suficiente y tenías que herirla a un más.
Por un segundo pensó que él lo golpearía, pero al sentir un puño contra su rostro y su nariz ceder bajo este jadeo y los ojos se le llenaron de lágrimas.
—Basta —gritó uno de los hombres, varios los alejaron —están en un hospital, recuérdenlo —él lo miró —te recomiendo que bajes a urgencias para que te vean eso—. Apuntó su nariz que no dejaba de sangrar.
Brian observó a su hermano y luego de alejó. Que estaba pensando, se preguntó mientras llegaba a urgencias y era atendido. Si él siempre terminaba así, herido, o hería a todos a su alrededor.
Ya solo cerró los ojos.
—Nunca se los dirás —abrió los ojos y observo al médico allí, Altaír, negó —era mi hermano.
—Lo sé.
—Y lo amabas —solo lo miró —no fue tu culpa Brian.
—Él tomó su decisión médico —dijo con frialdad —fue asignando a una mujer y por ende la relación que manteníamos termino.
—sí, y luego lo Matan en un enfrentamiento con los rebeldes —él suspiró —ya han pasado años de eso.
Solo lo miró.
—¿Por qué haces esto?
Brian miró hacia una ventana.
—Porque sé lo que se siente perder a quien se ama médico —lo miró a la cara —y con una vez es más que suficiente.
—Y ella… hubieras podido…
—No, ella está bien con mi hermano y Yerie. Ellos ya son una familia. Eso jamás cambiara.
—Pero podrías ser asignado a alguien más.
Rio sin humor.
—No gracias, además, sabemos como todos que eso jamás pasara.
El médico suspiró.
—Estás haciendo las cosas mal Brian, y sabes que a él no le gustaría—. Se estremeció al oírlo.
—Esta es mi vida, la que acepte tener, déjalos que me odien, prefiero eso a la lastima médico —soltó con burla —así que por favor —apuntó la puerta—, si no es para atenderme déjame solo.
Altaír asintió.
—Como lo desees soldado —soltó y antes de salir murmuró—, puede que hayas dejado pasar tu oportunidad de ser feliz con ella pero eso no quiere decir que sea el final.
Brian lo observó irse y volvió a mirar alrededor.

—No —murmuró —mi oportunidad murió el mismo día que él fue asesinado. Y sé que no habrá otra nunca más.

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