miércoles, 12 de febrero de 2014

Sebastián y Hugo - Relatos cortos, Serie nuevo Edén.



 Sebastián y Hugo


—7 —dijo Hugo sonriendo.
—8 —continuó Jenna y puso la carta sobre la mesa.
—9 —continuó él y ella lo imitó.
—10 —ella soltó un suave grito al ver que la carta tenía el número 10.
Solo que él fue más rápido que Jenna y la cubrió antes de que su mano llegara cerca. La miró y sonrió antes de apuntar su sostén. Ella soltó un bufido y se lo quitó. Ahora solo tenía puesta sus bragas, en cambio él seguía con sus pantalones y zapatos. Solo había perdido una vez y como consecuencia ella le había pedido su camisa.
—No puedo creer que estemos jugando a esto —se quejó ella, a pesar del tono queja supo que se estaba divirtiendo.  
A él siempre se le ocurrían cosas así, cualquier juego le servía para que ella terminara desnuda en algún momento, aunque no necesitaba de alguna excusa para tenerla en ese estado. Simplemente le divertía hacer esto con ella.
—Tú dijiste que estabas aburrida —le dijo y volvió a repartir las cartas.
—Pues hubiéramos jugado al póker —arrugo su frente.
—No se jugar a eso—confeso.
—Pero esto no es justo —se quejó ella —a mí solo me queda una prenda, y eres más rápido que yo.
Él se encogió de hombros y la observo unos segundos, sonrió.
—Eres una mala perdedora—le dijo divertido.
Ella soltó un bufido y luego la vio observar por sobre su hombro.

—En verdad no quieres jugar.
Hugo observó a Sebastián enseguida, el hombre dejó de observar el libro que tenía en sus manos unos segundos y luego examinó Jenna. Negó como si nada.
—No gracias —él volvió a observar el libro.
Hugo sonrió y negó divertido, como era posible que no le importara tener a Jenna desnuda delante de él y no hacer nada.
—Eso es de muy mala educación—le dijo Jenna.
—¿Qué? —preguntó Sebastián sin mirarla.
—Tener una mujer desnuda delante de ti y no darle la atención que merece.
Hugo se rio al oírla y Sebastián la miró alzando una ceja.
—Ya me conoces, soy muy bueno…
—Sí, sí, sí—le oyó murmurar.
Ella regresó su atención a él y lo observó revolver las cartas. La miró cuando la oyó suspirar.
Aunque él creía que ya no estaba tan interesada en el juego continuaron contando hasta que ella volvió a perder. Luego de verla quitarse las bragas, Jenna se giró un poco y se las arrojó a Sebastián. Estas cayeron sobre su libro.
Evito reírse al ver la expresión del hombre, una que hizo desparecer enseguida.
—Continuemos —le dijo, ella lo miró.
—Ya no tengo que quitarme.
Él la observó detenidamente hasta que sonrió. Siempre se podían hacer otras cosas.
—Y si apostamos otra cosa—alzó ambas cejas varias veces.
—¿Qué? —dijo ella enseguida.
—Si adivinas lo que estoy pensado podrás pedirme que haga algo que desees, y si no será al revés.
Ella volteo sus ojos.
—¿Cómo sabré que no estas mintiendo?
—Soy un político… —comenzó a decir levemente indignado porque creyera que él le podía mentir, ella no le dejo acabar.
—Por eso—dijo Jenna y sonrió, volteo sus ojos —¿y cuál es la probabilidad de adivinar?
—Te daré pistas, puedes preguntar tres veces.
Ella asintió lentamente. Él se preguntó porque siempre le seguía los juegos. Al principio se quejaba y todo lo demás pero al final terminaba jugando con el mismo entusiasmo que él.
—Ok —entrecerró los ojos hacia él.
Hugo pensó rápidamente en cualquier cosa, la observo un segundo para tener una idea.
—¿Es un animal? —le preguntó.
—No —ella se quejó.
—¿Es un número?
—Sí —entrecerró los ojos y Jenna sonrió.
—Dos —dijo Sebastián y al ver que él arrugaba su frente Jenna enseguida lo imitó.
—Dos.
—Qué, él no está jugando, eso no cuenta—se quejó, había sido muy fácil se reprochó.
—Nadie dijo que no podía recibir ayuda.
Él soltó un bufido y observo un segundo a Sebastián, él lo ignoró como siempre.
—Bien, ¿qué quieres? —preguntó.
—Tu ropa —ella sonrió y él alzó una ceja —toda —agregó.
Hugo se puso de pie y se desnudó, luego le entrego arrojo su ropa que ella agarro en el aire. Ella sonrió al verlo y dejo todo a un lado.
—Mi turno —dijo Hugo, ella asintió.
Él entrecerró los ojos y la observo detenidamente, observo a su alrededor para tener una idea pero nada llego a su cabeza. Y a él se le había ocurrido el juego, se dijo irritado por sus tonterías.
—¿Es un animal? —preguntó Hugo, ella negó —mm, un objeto —ella asintió de mala gana.
Sonrió y volvió a mirar a su alrededor buscando.
—Una silla —dijo Sebastián y Hugo lo imitó.
—Pero qué —jadeo Jenna y lo miró, se aguantó su risa al ver su expresión molesta —oye —se quejó ella —no estás jugando.
Él solo sonrió.
—Nadie dijo que no podía recibir ayuda—dijo Hugo, Jenna soltó un bufido y lo miró.
—¿Qué quieres?
Alzó una ceja. ¿Qué quería?, se preguntó y lo pensó, seriamente, pero al ver a Sebastián detrás de ella aun leyendo le pareció increíblemente ridículo. Ya era tiempo de sacarlos de esa comodidad que aparentada estar.
—Quiero que desnudes al amigo aquí.
Apunto a Sebastián. Jenna sonrió al oírlo y se puso de pie.
—Yo no estoy jugando —soltó Sebastián enseguida.
Ella lo ignoro y se detuvo delante. La observo intentar quitarle el libro sin lograrlo, apoyo ambos codos en la mesita divertido ante la suave lucha de fuerza que tuvieron. Ella apoyó sus manos en sus caderas unos segundos mientras lo examinaba.  Un segundo después la vio arrodillarse entre las piernas de Sebastián para quitarle los zapatos.
Jenna siguió moviéndose delante de él, desnudándolo de la cintura para abajo sin que el soltara el libro. Hugo sonrió al ver que ella se plantaba entre sus brazos, cubriendo el libro con su cabeza.
—Permiso —le oyó decir y la vio luchar contra Sebastián para quitarle el resto de ropa. Unos minutos después por fin Sebastián dejo caer el libro hacia el suelo, rendido.
Él sonrió abiertamente cuando ella lo miro con una ceja alzada. Sebastián podía luchar contra ella cuanto quisiera, pero tanto él como su hermano, y el mismo, siempre terminaban haciendo su voluntad. Aunque él estaba más dispuesto  a hacer la propia.
—Mi turno —dijo Sebastián, los observó enseguida —¿qué estoy pensando?
El volteo sus ojos y Jenna contesto.
—En sexo.
Sebastián soltó un bufido.
—No, intenta de nuevo.
—¿Es un animal? —él volteo sus ojos y negó, suspiró al saber que perdería —¿es un objeto? —insistió  Jenna sin imaginar que nunca propia adivinarlo.
Sebastián negó otra vez.
Jenna observó a verlo, se encogió de hombros.
—Bien, no sé, en el sol —terminó por decir.
Sebastián se acercó y agarro su rostro.
—No, estaba pensando en un color —le mostró un mechón de su cabello —y ya que perdiste, adivina que quiero.
Él volteo sus ojos. Iba a querer lo mismo que él deseaba justo en ese momento.
—Pervertido —ella murmuró divertida.
Hugo la observó ponerse de rodillas luego de besarlo. Más interesado que divertido la vio llevarlo a su boca mientras oía a Sebastián jadear.
Voyerista, pensó él, si, se dijo, con Jenna descubrió que lo era. Había algo muy interesante en verla hacer esto y más con uno de ellos.
Sebastián gruñó y luego jadeo por las caricias de Jenna. Unos segundos después sin siquiera darse  cuenta ya estaba detrás de ella, tocando su cadera. Jenna se levantó lo suficiente para verlo tras ella, acomodándose entre sus piernas. Sin perderla de vista acaricio su sexo húmedo con la punta de sus dedos, ella jadeo y se estremecido al sentirlo. Su trasero se movió hacia el haciéndolo sonreír.
La penetró en el segundo exacto en que ella volvió a tomar a Sebastián en su boca. Los tres gimieron enseguida.
Se afirmó a ella mientras se movía, Hugo agarró sus caderas mientras ingresaba a su cuerpo lentamente. Observó como Sebastián agarraba el cabello de Jenna haciendo una cola de caballo mientras ella lo chupaba. Empujo con más fuerza y movió una de sus manos por su vientre para acariciar su nudo. Quería sentirla correrse a su alrededor. Además, había soportado toda esa tarde tenerla desnuda, o casi, delante de él sin poder arrojarse contra ella.
Él no tenía la paciencia que Sebastián o su hermano, si Jenna se le plantaba delante de él de cualquier forma vestida, sentía el impulso de estar dentro de su cuerpo enseguida. Le gustaba tomarla con energía la primera vez y darse más tiempo con las que siguen, no había nada mejor para él.
La escuchó gemir al aumentar sus empujes y la acaricio con más vehemencia. Jadeo cuando empujo en contra y observó cómo se besaba con Sebastián. Un segundo después ella se estremecido y lo apretó una decenas de veces, la siguió enseguida gimiendo.
Salió de ella simplemente porque Sebastián la alzó para sentarla sobre su regazo. Él la abrazó y ella se acomodó sobre él mientras lo llevaba dentro de su cuerpo. Hugo observo como empujaba contra Sebastián fijamente, otra vez interesado.
Pudo contar mentalmente hasta veinte antes de acercarse a ellos no dispuesto a quedar fuera. Se tragó su sonrisa al notar que ninguno de los dos esperaba que él la empujara suavemente hacia adelante.  Jenna lo observó enseguida, le sonrió.
Sebastián gruñó y lo miró mientras ella tomaba aire. Jenna sabía que tenía que relajarse mientras él la tocaba de esa manera, siempre tendía a tensar su cuerpo al sentir la invasión en su trasero pero, luego de unos segundos, Jenna comenzaba a disfrutar de la caricia.
—Relájate Jenna —murmuró cerca de su oído.
Siguió expandiéndola con cuidado mientras besaba la piel de su cuello.
—Niño —gruñó Sebastián —no puedes quedarte quieto cinco minutos.
Hugo lo ignoró y siguió acariciándola, ella jadeo.
—Sabes que a ella le gusta—le dijo a Sebastián luego de mirarlo, estaba molesto se dio cuenta.
Sebastián movió un brazo hacia él y se preparó para discutir. Él tendía a creer que Jenna era más frágil de lo que parecía, Hugo sabía que era todo lo contrario. Jenna era una mujer fuerte y decidida, que disfrutaba de esto y no dudaba en decírselo. Porque fue ella quien le confeso que adoraba tener a dos de ellos dentro de su cuerpo, al mismo tiempo.
—Espera —dijo ella al ver las intenciones de Sebastián —sí me gusta—jadeo ella.
Hugo la acaricio solo unos minutos más antes de saber que estaba lista, acomodándose tras ella ingreso a su cuerpo lentamente, sin detenerse ni una sola vez. Apretó la mandíbula al sentirla tan apretada y se concentró en no correrse enseguida.
Jenna jadeo cuando dejo de empujar, él acaricio su trasero y luego su espalda. Se movió hacia su cuello para besar su piel y casi sonrió al ver la expresión de Sebastián. Él también lo observó apenas un segundo antes de mirar a Jenna, al final confeso.
—Y a ti también —ella lo besó.
—Y a mí —gruñó Hugo aunque no era necesario.
Un segundo después ambos se movían como uno, saliendo y entrando de su cuerpo una y otra vez. Jenna apoyó ambas manos contra el respaldo del sofá para afirmarse mientras las manos de Sebastián y las suyas la recorrían. Empujo contra ella con un poco más de fuerza para apresarla contra Sebastián y sonrió al oírlos jadear. Pegó su pecho a la espalda de Jenna y jadeo contra su oído.
Estuvieron así otro minuto antes de que Sebastián fuera el primero en dejarse ir. Jenna fue la siguiente en alcanzar su orgasmo y Hugo la siguió unos empujes después, mientras jadeaba y acariciaba a Jenna.
Los tres tomaron aire como si fueran uno. Él rio tras Jenna ante eso y luego suspiró.
—Sabía que lo iban a disfrutar—depositó un beso sobre su hombro de su mujer y se alejó.
—Sabes que me gusta —dijo ella.
—Sí, lo sé —contesto Sebastián.
Hugo los observó divertido.
—Solo te gusta molestarte con Hugo — arrugó su frente al oírla.
Que a Sebastián le gustaba molestarse, pues si, él ya sabía eso, era un de los motivos por lo que seguía molestando al hombre. Y esperaba que eso no cambiara, la vida era más divertida de esa forma.
—Es como una costumbre, ¿cierto?—continuó Jenna.
—Sí —se quejó Hugo, lo miraron —le gusta, piensa que es mi hermano mayor.
Sebastián soltó un bufido y el volteo sus ojos.
—Y lo son —se rio Jenna —como tres hermanos, solo que Fabián es el del centro, siempre los ignora a los dos —volvió a reír—, y no entiendo por qué siguen tratándose así si sé que se quieren igual.
Ambos la miraron como si estuviera loca. Hugo la vio ponerse de pie y la afirmó de un brazo al ver que se tambaleaba levemente.
—Sé que se quieren, no tienen que fingir conmigo.
Ella se movió hacia la puerta y se giró justo antes de salir. Él sabía que ambos tenían la misma expresión contrariada.
—Ni en mis pesadillas—gruñó Sebastián y se puso de pie.
Hugo hizo una mueca tras él y le sacó la lengua, Jenna sonrió al verla y la imito.

Que el quería a Sebastián, como un hermano. Maldición, pensó, pues era verdad. No podía creer que ya considerara a ese malhumorado soldado su familia.

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